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INCENDIO EN KUÉLAP. RETOS Y RESPUESTAS

Luis Alberto Arista Montoya* El pasado 21 de noviembre se cumplió el 185 aniversario de la creación del Departamento de Amazonas.

INCENDIO EN KUÉLAP. RETOS Y RESPUESTAS



24/11/17 - 04:57


Luis Alberto Arista Montoya*


El pasado 21 de noviembre se cumplió el 185 aniversario de la creación del Departamento de Amazonas. Por ley aprobada y promulgada durante la obra administrativa del primer gobierno del presidente Agustín Gamarra. Esta ley revelaba la existencia de una “Conciencia del Oriente” en pleno año de 1832, según acertada frase del historiador de la Época Republicana, don  Jorge Basadre.

Esta nueva celebración encuentra a nuestra población en promisorias condiciones a favor de la consolidación de su conciencia histórica, fundamentalmente porque nuestro sentimiento de pertenencia, autoestima y orgullo regional van en aumento debido a la importancia cultural de la Ciudadela de Kuélap, tanto a nivel nacional e internacional. El Turismo Cultural se constituye de esa manera en locomotora del desarrollo regional.

Pero, por esas paradojas de la historia, justo cuando la población se aprestaba a celebrar un feliz nuevo aniversario, se producía un incendio forestal en el entorno paisajístico de Kuélap, poniendo en peligro a las personas,  al monumento en sí, a las casas, chozas y a la agricultura familiar de un lugar llamado Ocsul  perteneciente al cerro de La Barreta.

Como en anterior oportunidad los solidarios Bomberos de Chachapoyas acudieron prestos ante el llamado urgente de los administradores  del Teleférico. Sin esa buena voluntad y sin el avance de las nuevas tecnologías de comunicación, otro hubiese sido el cantar: estuviésemos lamentando mayores daños, puesto que este incendio- según  oportuno reporte de Radio Reina de la Selva- ha quemado más de 30 hectáreas de pastos y bosques adyacentes al complejo arqueológico. Este hecho y esta noticia, que ya dio la vuelta al mundo, nos perjudica porque repercute en el imaginario de los turistas que  planifican sus viajes evitando tener contratiempos.

¿Cómo se ocasionó este incendio? ¿Fue  adrede, fue fortuito o accidental? ¡Vaya uno a saber! La policía forestal y las autoridades de cultura y turismo tienen que investigar rápidamente para ubicar a los responsables. Pudo haber sido provocado por los “rossos” (quema de bosques para ampliar o limpiar chacras), una antigua  práctica agrícola de algunos comuneros; o pudo haber sido la colilla de un cigarrillo arrojado a un pajonal  por algún caminante; por la quema de basura, o el armado de una tushpa campestre, o la chispa salida de un horno o cocina rural. Hay que investigar, para evitar daños mayores que podrían atentar contra los muros de Kuélap, ya que el  intenso calor puede producir aberturas entre las piedras, produciendo la caída de  muros y torres.

Como no estamos preparados para este tipo de eventualidades, deseo compartir una experiencia,  la más triste y terrible durante la gestión que realicé como Director Nacional del Instituto Nacional de Cultura. En junio de 1997 se produjo un gran incendio en la Ciudadela de Machu Picchu, producido por la colilla de un cigarrillo  arrojada desde el tren  al valle del río Urubamba por un distraído turista extranjero. La región Cuzco estaba en pleno verano. Inmediatamente el fuego se propagó raudamente a través de  enmarañados pajonales por debajo de los árboles y arbustos  de los bosques contiguos. Esa fatídica noticia- proporcionada por Fermín Díaz, Director del INC de Cuzco-  me despertó en Lima a las 5 de la madrugada, de inmediato viajé a Cuzco, y a las 9.30 de la mañana estábamos sobrevolando la ciudadela a bordo de un helicóptero. Comprobamos que el fuego abrasador avanzaba amenazante hacia el santuario. Unas lágrimas furtivas surcaron nuestros ojos. Llegamos casi juntos  con los bomberos procedentes de Aguas Calientes, de Urubamba y de Cuzco. El agua era escasa. Se tuvo que trasladar en cisternas(que no ingresaron al santuario); evacuar a los turistas del hotel vip adyacente para utilizar su reservorio de agua; los comuneros y los más de 600 trabajadores guardianes de Machu Picchu; los empleados y policías, todos con nuestros baldes hacíamos frente a las lenguas de fuego calcinante. El incendio duró  un día y medio. Calcinó a todo el cerro emblemático de Huayna-Picchu, ubicado detrás del monumento; el fuego se detuvo a casi 30 metros de distancia del monumento gracias a que la sabiduría ancestral aprendida por Fernando Astete (Arqueólogo Jefe Residente en la ciudadela), determinó talar rápidamente los árboles que rodeaban al monumento, e inmediatamente mojarlos con mucha agua, y así logramos que el fuego  casi se detenga,  amaine y “apague”, mientras  esparcíamos agua mediante  mangueras y baldes. A las 12 de la noche nos reunimos todos en el centro de la ciudadela para descansar, rezar e hicimos un pago a la tierra pidiendo a los ancestrales Apus de Machu Picchu  que llueva; y así fue, a las 2 de la madrugada empezó una torrencial lluvia que duró dos días.  Así, con la ayuda de la naturaleza, de Dios y de sus siervos pudimos enfrentar ese dantesco incendio…En otra ocasión contaré la historia completa.

Fue el enésimo incendio que sucedía allí. Aquel fue el más voraz y dañino. La visita de turistas aminoró; la resiembra con plantas nativas para que el cerro Huayna-Picchu luzca nuevamente verde demoró dos años. La recuperación del entorno paisajístico fue lenta.

A partir de esa fatídica experiencia tomamos la decisión de formar una guardia  de bomberos especializada en prevenir incendios forestales, y de apagarlos en caso de emergencia. Ahora es el mejor cuerpo de elite que tiene  Perú. Ha servido en Chile, Bolivia y hace  poco cuando se produjo la seguidilla de incendios  en el norte de Perú, debido al  inclemente verano producido por el cambio climático.

Los amazonenses tenemos que estar alertas y preparados. Pues nuestro emblemático monumento Kuélap, así como otros sitios y paisajes culturales merecen  un especial cuidado. Es por eso que sugerimos que el gobierno regional, la universidad o la empresa del Teleférico inviten a Fernando Astete (el fiel arqueólogo guardián de Machu Picchu) y a su equipo técnico para que realicen un curso sobre prevención de incendios forestales en salvaguarda de nuestro patrimonio cultural. (Puedo fungir de intermediario). Pues, la experiencia es la partera de la sabiduría. Se trata que Kuélap tenga también dentro de sus trabajadores y comuneros un cuerpo de elite, bajo la orientación del arqueólogo residente  Alfredo Narváez, del  cuerpo de bomberos de Chachapoyas y de la policía forestal. A imagen y semejanza del equipo cuzqueño.

No estemos a expensas de la decisión tardía de las autoridades del  Gobierno Central. Pues, ellas están preocupadas en apagar otro tipo de “incendios”: los provocados por las  brasas de la corruptela generalizada de casi toda  la “clase política”, que viene mostrando obscenamente  no tener clase… El fuego del asco político nos asedia, pero jamás  nos chamuscará.
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*EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 23 de noviembre de 2017. Luis Alberto Arista Montoya.

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