Reina de la selva Radio en vivo
Miércoles, 24 de Abril del 2024
PASTILLITAS PARA EL ALMA  |   EL FAROL DE ANGELA SABARBEIN |   NOSOTROS |   CONTÁCTENOS

DEMASIADA CRUELDAD, POCO AMOR

Luis Alberto Arista Montoya* La espeluznante violación, seguida de asesinato por ahorcamiento e incineración del cuerpo de la niña Jimenita

DEMASIADA CRUELDAD, POCO AMOR



16/02/18 - 16:27

Luis Alberto Arista Montoya*

La espeluznante violación, seguida de  asesinato por ahorcamiento e incineración del  cuerpo de la niña Jimenita- que vivía en San Juan de Lurigancho, el  distrito más poblado de Lima que ostenta un alto índice de violencia social-, nos ha dejado indignados. Llenos de ira.

Tarde o temprano puede  “llenarse el costal” de la tolerancia social. Esa contenida Ira social  puede desbordarse peligrosamente azuzada por un “ojo por ojo, diente por diente”. Es que el Estado y sus caducas instituciones están muermos por corrupción, propician una “democracia morbosa”, obscena.

La violación/asesinato de Jimenita nos ha conmovido. Nos muestra que monstruosos fantasmas (fácticos) recorren con su guadaña calles, plazas, parques, escuelas, centros comerciales y están, muchas veces,  en  los propios hogares disfuncionales (de gente rica  o gente pobre). Se apropian  del espacio público ciudadano. Terror y temblor infunden cotidianamente.

 ¿Cuántas Jimenitas existen en esta sociedad enfermiza? ¿Cuántas se visibilizan mediante denuncias? ¿Cuántas permanecen ocultas, por vergüenza, por  desidia, complicidad o amenazas del violador? El modo-Jimenita ha destapado una gran olla en estado de ebullición. La ira está fermentando.

Después de su incuria, la policía se ha puesto las pilas. La semana pasada se incluyeron 28 nuevos requisitoriados en el Programa de Recompensas por delitos de violencia sexual. Se sabe que actualmente existen 497 por capturar y, de ellos, 379 son por el delito de violación de menores de edad. Pero, la cifra va en aumento, pues no hay día que no se reporte un nuevo abuso a través de los medios y redes sociales que muchas veces informan morbosamente (por ganar rating o “prestigio”), como si fuera un espectáculo, aumentando el daño humano.

Tres escrituras se construyeron sobre o en torno a este terrible caso: una escritura que narró los hechos con seriedad y serenidad, claro que con dosis de indignación; otra escritura morbosa que muestra con sordidez lo sucedido buscando “vender primicia” jadeando, con imágenes en vivo y en directo sin respetar el dolor de las víctimas y familiares; y una tercera,  la escritura literaria, propia de cronistas y escritores que buscan instalar en la conciencia del lector (o auditor) una ética de la crueldad, con el fin de indignarlo y transformarlo, aunque a veces tienda a agredirle  para ello: sin ofrecerle certidumbres moralistas (los políticos, jueces y fiscales están para ello), sino más bien una indignación ética que conlleve una apuesta a favor de la transformación de sus valores, confrontándolos con sus prejuicios, sus hipocresías, sus miserias, sus mezquindades; buscando la promoción de una Cultura de Paz en hogares, escuelas y la comunidad organizada (Trípode del diálogo intergeneracional, diálogo que escasea actualmente en Perú)… A propósito recomendamos leer el ensayo La Ética de la crueldad (Barcelona 2012) de José Ovejero.

“Mucha crueldad, poca ternura”, es el título del artículo de Carmen McEvoy (El Comercio, 10 de febrero 2018), Historiadora y Embajadora de Perú en Irlanda, donde se pregunta: ¿Contamos con la ternura suficiente para reaccionar y revertir la crueldad que corroe a nuestra nación? Pues, la ternura- dice- es lo antitético de la crueldad. Y aunque algunos piensan que es un sentimiento leve, es un formidable dispositivo para tiempos donde es necesario estructurar la condición ética del sujeto. Después de hacer un recuento de obras realizadas a favor de la convivencia, la autora sostiene que estos comportamientos positivos nos hacen volver a creer en nuestra parte sana, sacando de un compromiso tangible con la infancia las fuerzas necesarias para construir el país que todos queremos y que está en nuestras manos construir.

Está bien. Lo que pasa es que en  una sociedad que produce (y reproduce) conductas psicópaticas -  como la de los violadores -  muchas veces, mediante manipulaciones (azuzadas directamente o a través del anonimato de las redes sociales) esa ternura bien intencionada puede ser tergiversada y convertirse en “maldita ternura” como narra la novela del periodista Beto Ortiz.

 Entonces, la verdadera antítesis de la crueldad  son dos tipos de ética:   la Ética del Amor y la Ética del Ejemplo que sirven para enfrentar el egocentrismo y relativismo moral posmodernos, como bien lo sustenta el filósofo y teólogo Johan Leuridan en su libro El Sentido de las Dimensiones Éticas de la Vida de la Vida (USMP, 2016). 

En el ámbito donde prima el amor mediante valores de respeto/reciprocidad ante los demás (en un hogar, una institución, una ciudad, en las relaciones sociales y laborales) el terreno está abonado para sembrar ejemlaridad siempre y cuando  los adultos (padres, maestros amigos, líderes) estén dispuestos a asumir tipos de buen comportamiento ejemplar pasibles de ser imitados por niños y jóvenes.

 Sin amor no habrá buen ejemplo. Sin buen ejemplo el amor carecerá de sustento para reproducirse en el mundo exterior a favor de la Ética del Bien Común. “Amo, luego existo”, debe ser el  apotegma que nos debería guiar cuesta arriba- como a Sísifo-   en este “Perú, dulce y cruel”, como solía decir el ejemplar maestro Jorge Basadre.
____ 
 *EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva de Chachapoyas. Lima 15 feb. 18. Luis Alberto Arista Montoya.

Comentar

+ EDITORIAL

PASTILLITAS PARA EL ALMA

EL FAROL DE ANGELA SABARBEIN