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ANTONIO RAIMONDI: EL GEÓGRAFO ANDARIEGO

¡Qué casualidad! Cuando nos aprestábamos a escribir este editorial nos dimos cuenta que un día como hoy, un 26 de octubre de 1890, murió el sabio italiano don Antonio Raimondi en el bucólico pueblo de San Pedro de Lloc (en Trujillo).

ANTONIO RAIMONDI: EL GEÓGRAFO ANDARIEGO



26/10/18 - 04:38

Luis Alberto Arista Montoya*

¡Qué casualidad! Cuando nos aprestábamos a escribir este editorial nos dimos cuenta que un día como hoy, un 26 de octubre de 1890, murió el sabio italiano don Antonio Raimondi en el bucólico pueblo de San Pedro de Lloc (en Trujillo). Giovanni Antonio Raimondi dellAcqua- así fueron sus señas completas- había nacido en Milán un 19 de setiembre de 1824.

Motiva el presente artículo el hecho de que toda la obra escrita, manuscrita y póstuma (incluso sus libretas de apuntes de viaje y de trabajo de campo, los mapas que trazó y las acuarelas de pintó), ha sido declarada ya por el Estado peruano como Patrimonio Cultural Documentario. Reconociendo el valor histórico de todo su obraje a favor de la formación y consolidación de la conciencia geográfica de los peruanos. Llamamos obraje a la conjunción unitaria entre vida/obra que se desarrolla con inspiración, transpiración y esfuerzo voluntario al servicio  de los demás.

 Una conciencia histórica sin conciencia geográfica es una conciencia vacía, ciega. Esto es lo que nos enseñó y legó Raimondi, que desde muy joven se afincó en nuestro país enamorándose y defendiendo  nuestros recursos naturales; incluso llegó a casarse en Ancash,  allí descubriría la famosa Puya Raimondi, una de las plantas más exóticas y bellas de las faldas del Huascarán, excelso símbolo de la Botánica peruana.

Precisamente, durante muchos años fue profesor de la cátedra del curso de Botánica en la Universidad Mayor de San Marcos, y cofundador del Museo de Historia Natural de dicha universidad. Pero fundamentalmente fue un geógrafo andariego: caminó y visitó casi todo el Perú, no paraba quieto, fue un inquieto viajero: interesado en la flora, fauna y geología peruanas. De los 40 años que vivió en Perú 18 años viajó descubriendo el suelo peruano, suelo que albergó a una historia milenaria que viene desde la época prehispánica. Culturas que hay que amarlas, respetarlas y promoverlas a favor de un turismo cultural sostenido y sostenible, es decir, para evitar su depredación.

El Archivo General de la Nación custodia las libretas de viaje, los croquis y mapas, y acuarelas del sabio italiano; la Biblioteca Nacional alberga su obra editada, sus manuscritos y sus libros póstumos. Su gran monumento está ubicado en la hermosa plaza Italia en los Barrios Altos,  al frente del antiguo local de la Gran Unidad Escolar “Leoncio Prado” de la Guardia Civil del Perú (donde estudiáramos parte de la Secundaria); y a una cuadra-en el jirón Huanta - se encontraba la casa donde vivió, hoy convertida en Museo Antonio Raimondi, que recomendamos visitar.

 Como mudos testigos- cual voces del silencio- allí pernoctan sus bellas acuarelas de la flora y fauna peruana, ciertas esculturas ilustrativas de la Cultura Chavín, dibujos de los rostros antropológicos de la diversidad de nuestras gentes, y muchas pequeñas libretas con apuntes sobre la difícil y dulce geografía peruana.

Para orgullo de los amazonenses allí se encuentran los cuadernos sobre la descripción precisa de la fundación de Chachapoyas, hecha con su menuda letra y ágil caligrafía. No, ni en sus obras, ni en cuadernos ni en sus libretas figura la tan mentada frase: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. Nunca lo dijo, tampoco la escribió; pertenece al imaginario de la manipulada cultura popular, falsa sobre todo en boca de políticos cuando aparentan ser cultos. Hay que dejar de repetirla como loros. Es una frase rimbombante, hueca.

El mejor tributo a Raimondi no es tan solo loarlo, sino leerlo. Ahí están los cinco grandes tomos de su monumental obra EL PERU, sobre la Historia de la Geografía del Perú, que fuera publicado en 1879 por la Imprenta del Estado. 

Los peruanos, especialmente los amazonenses tienen que leer y consultar esta célebre obra. Nosotros lo seguimos haciendo con placer intelectual. Pues en el Tomo I describe nuestra geografía y costumbres a través de 23 anotaciones (incluyendo Chachapoyas, Kuélap, Levanto, Tingo Leymebamba, y al huarapo como bebida regional); en el Tomo II se refiere  4 veces, donde se ocupa sobre la conquista española de los Chachapoyas y sobre el corredor amazónico Bagua-Jaén, actual atractivo turístico; en el Tomo III existen 6 referencias sobre la historia de la ciudad de Chachapoyas y de cómo partieron desde aquí tres expediciones para integrar esta ciudad con el Marañón al pie del mítico Pongo de Manseriche, siendo la expedición del Obispo de Chachapoyas Don Pedro Ruiz la primera que abrió la trocha para futuros caminos integradores de nuestra escarpada geografía; y  en el Tomo V, nuevamente describe sus visitas y trabajo de campo en Chachapoyas, Condechaca, Leymebamba, Santo Tomás y el Tingo, donde se refiere incluso a la enfermedad de la uta que padecieron  esas antiguas poblaciones.

Los universitarios de hoy en día tienen en esta monumental obra una historia de las fuentes acerca de los momentos y realidades de la primera mitad del primer centenario de la República. Están obligados a consultarla. Los estudiantes de secundaria para mejorar su comprensión lectora sobre la estética de los hermosos paisajes culturales  de Yambrasbamba, del Imaza, Bagua y Condorcanqui. 

 Una obra que nos ayudará a consolidar nuestra identidad regional amazonense. Sobre todo en  momentos tan  sombríos como este.
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  *EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 26 de octubre de 2018. Luis Alberto Arista Montoya. 

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