El viajar desde Chachapoyas a la capital de la república, Lima la horrible, como siempre la conozco, es realmente una odisea digno del mejor escribidor y que quedará siempre en el sub consciente de cada viajero y estará presente como una luciérnaga que de rato en rato enciende su luz para mirar al pasado de estos viajes que antaño eran dignos de los más avezados aventureros. Se tragaba polvo y de todo por esas carreteras interminables, afirmadas las llamábamos, la verdad no sé por qué el nombrecito si en cualquier momento se derrumbaban al paso de los vehículos de toda laya que nos trasladaban amontonados como sea, con tal de llegar sanos y salvos a nuestro destino al otro lado de las cordilleras y junto al mar.

Los viajes de nuestra tierra hasta Lima duraban entre dos a dos días y medio cuando había suerte de no toparse con una carretera interrumpida o si es que los destartalados vehículos no se malograban y ya no teníamos otra opción  que seguir viaje por ruta siempre y cuando el dinero alcance y los choferes de camiones de ruta lo permitían, “¡arriba hay sitio!”, y uno tenía que viajar entre ganados o sobre costales de víveres de todo tipo. La meta era llegar a Lima.

Hoy no nos podemos quejar, ya hay buses con servicio directo a Lima, nos dicen, y con comida a bordo de yapita. Los precios también están a la orden del día y uno puede escoger desde un asiento en butaca personal, con pantalla de tv, sonido estéreo y Wi Fi, lo que a uno le hace pensar que está en su sala o en su oficina, hasta que llega la hora de dormir y ahí si vienen los problemas personificados en gases de todos los aromas y ronquidos de todas las escalas del pentagrama, que si uno no viaja prevenido ante estas molestias que tienen solución con un poquito de imaginación y aprovechar el viaje, por qué dicen que viajar es volver a vivir, se vuelven un martirio.

Pero también me cuentan, que hay otros buses de otras tarifas que están a precios más asequibles y que también sirven cena a bordo y como ya se sabe, en esta patria de libre mercado uno tiene que matar sus pulgas como puede, con la finalidad de viajar hasta Lima, como si llegando a la capital de la república se acabarían nuestros males o se solucionarían nuestros problemas.

Creo sin temor a equivocarme que los viajes nos fortalecen, por más preocupaciones que estos nos deparen y si no sabemos aprovechar las veinte horas que nos tocarán aguantar sin mejor herramientas que nuestra paciencia, un auricular con música grabada a tu gusto y un buen libro que nos hará el viaje más placentero, para evitar las conversaciones del compañero o compañera de viaje, lo inevitable sería un martirio.

Me indican que durante mi corta ausencia don Gilmer Horna, que se cree que es el Gobernador Regional, inauguró los vuelos interregionales subencionados por el estado y que convocaron a una conferencia de prensa en el hall de nuestro aeropuerto. Discursos van y vienen, cada uno más original que el otro y en un ambiente de fiesta patronal de antaño donde las autoridades de ese entonces llegaban en vuelos charteados o de itinerario algunos, pero se vivía un ambiente de alegría y satisfacción por la llegada de los aviones que serían los medios de transporte aéreo que acortarían las distancias, los sufrimientos y los pesares de las veinte horas de viajar por tierra. Dije con el llegar de los aviones, creo y porsiaca lo vuelvo a repetir, con el llegar de los aviones, donde eran válidas las conferencias de prensa en el hall de nuestro aeropuerto. En esta oportunidad y esto pasa solo en nuestra querida tierra y solo a don Gilmer Horna, que cree que es el Gobernador Regional de Amazonas, la conferencia de prensa de los esperados vuelos interregionales, se hicieron sin que llegue el avioncito y lo peor con gente puesta por su veterana asesora que se rompían en aplausos como para llenar el espectáculo.

No se engañe don Gilmer, usted ha dejado de ser el Gobernador Regional elegido en primera vuelta y las poses de sufrido empresario ya no se las cree nadie y menos su propio entorno que parecerían que los ha contratado el Apu peregrino Navas. Ya no se siga faltando el respeto a su digna investidura, ojo digo a su digna investidura, de la que usted creo no sabe que representa a una región tan inmensa y poderosa en recursos naturales, pero a la vez tan necesitada de líderes que encuentren el norte que tanto tiempo usted lo ha perdido.

Seguiremos viajando las veintitantas horas que nos separan de Lima, y la Costa productiva,  se hará a la vez más lejana no por la distancia en kilómetros o millas aeronáuticas, sino por el atraso en la que está sumida nuestra querida región Amazonas que espera impaciente se cumpla el mandato Horna.