Una vez al mando, los Napos, Díaz, Aquilinos, Navas, Edisons, Danys, Cardosos y muchos etcéteras, presentaban, sustentaban, priorizaban programaban, reprogramaban, distribuían y redistribuían los proyectos dejados por la gestión Arista (que no fueron pocos); siendo la residencia del COAR uno de los primeros en convocarse, el cual luego de 3 escandalosas nulidades fue otorgado a su afortunado contratista, coincidentemente el casero de Navas.

El resto de proyectos siguió en espera hasta que, al finalizar el año, para evitar perder sus financiamientos, fueron encargados vía convenio a las diferentes municipalidades para que conduzcan los correspondientes procesos de selección; sin embargo, si los beneficiarios de las Buena Pro no eran del gusto de los sustentadores y etcéteras mencionados, Navas resolvía el convenio por “falta de presupuesto” y la obra se hacía por Administración Directa y nunca se acababa como es el caso de Quipachacha en Levanto y la carretera Nogalcucho, Granero en el Tingo, por mencionar algunas. 

Por su parte, los letrados Ortiz, Ivanov, Lelis y Ronny entre otros también eruditos; satanizando de ilegales los adicionales y topes de las Buena Pro al 110% estipulados como legales en la normativa; proyectaban los convenios y sus nulidades, se dejaban ganar los arbitrajes, mal consentían las liquidaciones, mal resolvían los contratos, no ejecutaban las garantías y se hacían de la vista gorda a las múltiples irregularidades que iban destapándose en todos los sectores y unidades ejecutoras de la región y en un santiamén; la administración se les escapó de las manos.

Paralelamente los medios de comunicación divulgaban ante la colectividad los deplorables hechos; sin embargo, el preocupado Horna obnubilado por las inverosímiles justificaciones de su equipo de adulones y sobones, estaba convencido que el problema en cuestión era la prensa y no su incompetente entorno.

En aquel entonces los hombres de prensa, cual Cesar Hildebrandt, informaban con la verdad, cultura y belleza; ellos, se constituyeron en un obstáculo que los justos y solidarios deberían sortear, una peligrosa voz que tenían que acallar; y, con una oferta que no pudieron rechazar, muchos fueron conquistados. 

Es así que, en estos tiempos de redes sociales y vértigo noticioso, se inició la campaña política con varios candidatos; fuimos testigos de un timorato Celis que en cada intervención disparaba a sus pies, un despistado Vásquez que por endosar la provincia de Luya a su amigo Zabaleta, peor equipo no pudo armar, un outsider Montoya que desperdició la oportunidad porque su plan “b” era el congreso de la república, un objetivo Campos que hizo buen papel pero el utcubambino para Utcubamba era Celis, un tímido Delgado que cargaba la pesada mochila del fujimorismo en crisis, un preparado Catalino que dividía Bagua a favor de Celis y por último, un desgastado ex inquilino pero carismático Altamirano que se confrontaba por segunda vez con la fuerza política de gobierno.

En ese escenario; aquellos relacionistas públicos de la nómina, cumpliendo su cometido, generaron un ambiente enfermizo de persecución a todo aquel candidato que se acercaba en las preferencias a su conveniente Celis y lejos de ser contradictores dialécticos de las ideas expuestas, se enfrascaban en permanentes ataques con dardos envenenados; sin embargo, la costosa máquina publicitaria de la gestión “justa y solidaria” fracasó y dio pase a la actual gestión autodenominada de “puertas abiertas”.

Ahora, los otrora relacionistas públicos de la gestión “justa y solidaria”, aparentemente con la resaca ocasionada por la pérdida de su cometido, vienen fiscalizando “acuciosamente” la gestión de “puertas abiertas” y cual pontífices de la moral, critican porque sí, critican porque no y critican por todo; pero los ciudadanos mínimamente informados de nuestra realidad, nos hemos dado cuenta que critican por si acaso… Por si acaso la gestión “justa y solidaria” retorne el próximo período o por si acaso les ligue otro Fabre y les haga otra oferta que no puedan rechazar.