No quiero hablar del penal que se perdió Cueva y fue motivo de que todo el Perú se acuerde de su mamacita, como si ella hubiese pateado la pelota, tampoco porque no arrancó Paolo Guerrero que tanto hizo para llegar al mundial, menos del hotel 5 estrellas, donde se alojó la selección y ahishito no más como si serían parte de los masajistas, estaban, según dice la gente y no lo digo yo, los privilegiados miembros de los cuellos blancos del Callao, gozando de las exquisiteces de la comida rusa y la atención esmerada de hermosas damitas de sonrisa angelical, ante las atrevidas miradas de mamanis criollos, que sufren de sangre dulce y eligen, en las damas, la parte donde la espalda cambia de nombre, para poner sus diez puritanos dedos y evitar caerse.

De todo lo bueno y malo que dejan estos eventos deportivos, pienso que no debemos de olvidar ese ejemplo de decencia y dignidad humana que realizaron los hinchas japoneses, que al terminar los partidos de futbol, todos ellos, hombres y mujeres de diferente edad,  provistos de bolsas se encargaban de recoger la basura y poner en orden el lugar de donde habían visto los partidos.

Me pregunto dónde está el origen de la actitud tan especial de esta gente, que son tan iguales como nosotros, en lo que respecta a su anatomía, con la leve diferencia del color de su piel, o sus ojos chushitos como si el sol los estaría empañando su vista?. Todo esto estriba en la educación que reciben en sus hogares y en las escuelas desde cuando son niños, en los que se les inculca el respeto que se debe tener por la sociedad donde se convive, empezando por uno mismo, lo que conduce a un mejor estado de salud por la limpieza y la higiene, tanto en sus personas como en la sociedad en general.

Todo esto viene a colación, después de haber tenido una maravillosa experiencia de nuestro recorrido por teleférico para visitar Kuélap,  habiendo quedado sorprendido por esta monumental obra de ingeniería que se encuentra en nuestra región Amazonas y reconociendo como es que nuestra tierra está siendo bendecida por Dios para que siga el camino del desarrollo a su encuentro con la celebración del bicentenario, lo que debe ser aprovechada por las autoridades y el cuidado de todos los amazonenses en general.

Además de contemplar la belleza del paisaje y toda la infraestructura que demanda esta obra colosal, también no puedo de dejar de mencionar la felicidad de mi hermano José David, como siente el orgullo que sale por los poros de su piel, al mostrarme la grandeza de esta obra monumental de ingeniería y enseñarme las pendientes de los cerros donde juntamente con mis hermanos bomberos exponen sus vidas para sofocar incendios provocados o que se presentan como consecuencia del calentamiento global.

A mí me alegra sobremanera la atención tan cuidadosa que ponen todas las personas encargadas de los servicios, lo que va en beneficio de la inmensa cantidad de turistas nacionales y extranjeras con las cuales nos codeamos, aunque para ser muy honesto en mis aseveraciones no puedo dejar de mencionar a Lilianita de Terra Mía y a su esposo como se esmeran de dar una buena impresión a los visitantes, cuidando en su presentación y la elegancia de su ambiente arriba sobre los 3,000 metros sobre el nivel del mar.

Ya de retorno y camino al Mirador en el moderno poblado del Tingo, para no decir el nuevo Tingo, también es admirable la limpieza de las calles, no se encuentra ningún papel, bolsa de plástico o basura tirada en las calles; entre mí digo, vivirán aquí japoneses o todos los paisanos que se fueron al mundial de Rusia han traído esta nueva forma de vida, lo que debe contagiarse con la gente de la capital de la región Amazonas. Sin embargo no todo es color de rosa, porque en el camino nos cruzamos con individuos, porque definitivamente no son personas, que en automóviles nuevos o camionetas 4 x 4, se creen dueños de la pista, se paran atorando el pase y con insolencia contestan cuando se les pide amablemente nos dejen libre el tránsito y sin palabra alguna le doy la razón a nuestro exmandatario asilado, que los califica como “imbéciles” porque seguramente se chocó con esta clase de sanguijuelas.

Abajo a orillas del río Utcubamba, en lo que queda del Tingo, antes de la inundación, hay un lindo restaurante de una señora muy amable que todos la conocen como Mushita, que nos sirve un locrito de frijoles, trucha frita y una porción de chicharrones como para chuparse los dedos, todo con su mote pelado y una buena cantidad de yucas y refresco de cocona. El arrullo del sonido del río Utcubamba, el aroma de las flores, las matas de limones, limas, naranjas, granadas y pepinos te invitan a dar gracias infinitas a Dios por habernos dado una tierra tan linda, como mi tierra mía. No pudimos entrar a la iglesia de la Virgencita de Chuquichaca, pero mi Joshé, mi Marita y mi Mayita rezamos por la alegría de estar juntos.

Total de cuentas un día inolvidable y un día más de vida de alegrías y recuerdos y solo como colofón y recordando a una persona a la que le pregunté ¿cómo se ayudaría a una persona que sufre un infarto agudo de miocardio o para hablar en cristiano, si sufre un ataque o un accidente grave de salud? Y ante su respuesta precisa y tajante, que causó risa, al decirme “QUEDA” porque el puesto más cercano de salud está en el Pueblo de María a 15 o  20 minutos, pienso que es necesario que las autoridades respectivas deban tomar las providencias del caso, para evitar accidentes lamentables de salud.