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GONZALO SERVAN CARO, UN AMIGO DE VERDAD

Pastillita para el Alma 14 – 01 – 19 Seguro que el tañido de las campanas en toda nuestra ciudad de Chachapoyas sonarán más tristes y sombrías, las rogativas de la iglesia de San Lázaro y de la Virgen de Belén, se unirán al llanto de tus familiares y del pueblo de la fidelísima ciudad

GONZALO SERVAN CARO, UN AMIGO DE VERDAD



15/01/19 - 05:50

Pastillita para el Alma 14 – 01 – 19

Seguro que el tañido de las campanas en toda nuestra ciudad de Chachapoyas sonarán más tristes y sombrías, las rogativas de la iglesia de San Lázaro y de la Virgen de Belén, se unirán al llanto de tus familiares y del pueblo de la fidelísima ciudad de Chachapoyas, porque con la muerte de GONZALO SERVÁN, se cierra, con mucho dolor, una página del deporte de nuestra tierra y de lo que fue el Colegio Industrial en el barrio de Luya Urco.

Como olvidarte mi querido Gonshita, cuando el año 1955, nos invitaste a jugar por el club de tus amores, El Sachapuyos y en forma indirecta, fuiste el que nos empujaste para renacer al club Higos Urco, y crear un duelo de caballeros en el deporte, batiéndonos con todo pundonor y valentía en esa tierra roja, mezcla de arcilla, de barro con tejas, regado con sudor, con lágrimas y la sangre roja de nuestras venas de los que como tú, defendimos nuestra casaquilla, como los mejores soldados en un campo de batalla, pero con la decencia y el orgullo de haber nacido en una tierra noble de grandes pasiones y amores que dejaban todo en el campo.

Queda en mi recuerdo, el encuentro de dos colosos de cada equipo, Gonzalo Serván por el Sachapuyos y mi compadre Conrado Santillán Tuesta por el Higos Urco, cuando deciden que la guerra debería de continuar fuera del campo de futbol y al terminar el partido, cada uno choca las manos para definir acciones en la explanada de Tingo Pampa, pero, antes, piden una tregua para ir a cambiarse los chimpunes de cuero por zapatillas de jebe, con la finalidad de no hacerse más daño que los golpes de puños. La sangre no llegó al río, porque ese tramo del jirón de la Unión, de Belén al cementerio, por donde ya caminó mi compadre Conrado, ahora te toca a ti, mi querido Gonshita, ir en hombros de los que te lloran y espiritualmente también estaré contigo, acompañándote al campo santo y recordando “el abrazo de dos amigos que eran paladines en la cancha y hermanos y vecinos en su quehacer diario”.

Pero, no solamente Belén, sino también, la plazuela de Burgos y la plaza de armas de nuestra tierra, fueron escenarios para demostrar tu profesionalismo y tu cariño a la institución Educativa donde trabajabas, como fue el Colegio Industrial de Varones.

Don Gonzalo Dioscórides Serván Caro, fue un policía o un militar sin uniforme, pues impuso una rígida disciplina vertical a sus alumnos del Colegio, quienes en algunas ocasiones nos ganaban el gallardete militar al colegio San Juan, en los desfiles Premilitares del 28 de Julio.

La última vez que te vi, fue en agosto del 2013 y si mal no recuerdo era con ocasión de un aniversario que celebraban en tu casa de las Tres esquinas. Había charros y cantaban Las Mañanitas. En la algarabía de un fugaz momento pude darte un abrazo y felicitarte por tu muy buen estado de salud y en esas milésimas de tiempo, volvimos a vivir una amistad que nunca se marchitó con una ofensa y para serte franco, nuestro enemigo común La Muerte, llevándote con honor y gloria, me ganó un encargo institucional que iba hacerte, en la juventud de tus 97 años, porque tal vez envejeció tu carne y tu piel se llenó de arrugas, pero la alegría de vivir, tu valentía y voluntad de pelear en la vida, como en los hombres sin miedo, como nosotros, tengo la seguridad que la muerte, nos llevará con rebeldía, pero jamás nos iremos vencidos. 

Don Gonzalo Dioscórides Serván Caro, le escribe un higosurquino de corazón, de los pocos que quedamos, para darle simbólicamente un abrazo de despedida, a un señor de señores, a mi querido Gonshita Serván, un verdadero sachapuyo, de los muchos que ahora existen y le dice con pena vibrante en el alma: Que los hombres pasan, las instituciones se fortalecen y otras se debilitan, pero el amor y el coraje que pusimos en la cancha, con decencia, respeto y bravura, será la herencia que recogerán las nuevas generaciones y ojalá persistan en el tiempo y la distancia y ayudándonos todos, consigamos instituciones grandes, como antes.

“SEÑOR DON GONZALO DIOSCÓRIDES SERVÁN CARO, DESCANSA EN PAZ”

Jorge REINA Noriega
jorgereinan@gmail.com
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