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QUE ZUMBA NUEVAMENTE LA ABEJA

Luis Alberto Arista Montoya* Justo, en el momento preciso que Perú ingresaba tembleque al tiempo histórico de su tricentenario, nuevamente los inquilinos precarios del palacio del poder central amenazan controlar la libertad de prensa y, por tanto, la libertad de pensamiento, de crítica, de expresión, y la libertad de empresa.

QUE ZUMBA NUEVAMENTE LA ABEJA



10/08/21 - 04:14

Luis Alberto Arista Montoya*

Justo, en  el momento preciso  que Perú ingresaba tembleque al tiempo histórico de su  tricentenario, nuevamente los inquilinos precarios del palacio del poder central amenazan controlar la libertad de prensa y, por tanto,  la libertad de pensamiento, de crítica, de expresión, y la libertad de empresa.

La excusa es un descabellado pretexto: pues, arguyen, que todos los medios de comunicación  son  obstruccionistas, no dejan trabajar en paz y silencio a los “dinámicos libertarios”.  Solo los medios de comunicación del Estado (canal 7, Radio Nacional, El Peruano) salvarán al Perú, informándoles con la “verdad” y no con la “mentira”. 

Salen con esta amenaza autoritaria en plena vigencia de la globalización informativa y del poder  de las redes sociales, que forman opinión de inmediato para controlar el abuso de cualquier poder. Son portadores de un pensamiento anacrónico, arcaico. 

Lo que tienen que hacer los directores, editores y comunicadores es rebelarse contra estas patrañas, retomando el espíritu republicano de un pequeño semanario, que apareció, entre 1822-1823 bajo el nombre de “La Abeja Republicana”, justamente en momentos en que amanecía la época republicana, bajo el debate entre las facciones monárquicas de San Martín y las facciones  autoritarias de Simón Bolívar.

Bajo la dirección editorial de Mariano Tamarria se juntaron algunos ideólogos liberales republicanos, como José de la Riva Agüero, Javier Mariátegui, José Faustino Sánchez Carrión, y otros, y fundaron “La Abeja Republicana”, que hizo control y comentario crítico de los abusos del poder que recién estaba instaurándose (tal como sucede en la actualidad); se publicaba solo los días jueves y domingo, era tan esperado por los nuevos ciudadanos,  y temido por los ambiciosos que buscaban a toda costa un cargo público para robar y perpetuarse en el poder.

Tengo a ojos vista y mirada indagadora la edición facsimilar de ese pequeño semanario de tamaño de un librito de bolsillo. Pequeño pero cumplidor, zumbaba alrededor de las orejas de los poderosos. El nombre La Abeja Republicana- indica el historiador Alberto Tauro- sugería una cabal proyección de los propósitos que debía servir tal periódico: pequeño y laborioso como el insecto nombrado., trabajaría por los ideales republicanos que en los planes del gobierno independientemente habían sido forzosamente soslayados, traicionados.

En su Presentación, que los editores llamaron Prospecto, sostuvieron: “CONVENCIDOS (así con mayúsculas) de que el mejor medio, para contener a los déspotas, y para dirigir la opinión de los ciudadanos, es la imprenta, nos hemos propuesto dar a luz un periódico, en el que jamás tendrán lugar la adulación y mentira. Si por desgracia hemos experimentado durante el año [1821] de nuestra regeneración política todos los horrores del despotismo, debidos exclusivamente al exministro Bernardo Monteagudo; estamos firmemente persuadidos haber contribuido en parte el silencio de nuestros escritores, cuya lengua encadenó desde el principio este magistrado. Nada temen más los déspotas que la imprenta libre. No puede haber verdadera libertad sino en los países donde el hombre comunica sus ideas con la misma franqueza que las concibe.

Deseando, pues, contribuir en cuanto esté de nuestra parte al bien de nuestra patria, daremos a luz La Abeja Republicana. Nos proponemos en ella enseñarle las verdaderas nociones sobre el origen de las sociedades, soberanía, y formas de gobierno conocidas”, escribieron sus editores.

A propósito Alberto  Tauro anota: La libertad del país con respecto a cualquier despotismo externo o interno, es vista como una condición básica para hacer su prosperidad y su felicidad; y la libertad individual, como requisito para el pleno ejercicio de la razón, parecía necesaria a la felicidad individual. No se concebía que el ciudadano pudiera negar una verdad, bajo los impulsos del interés. Por eso la invitación: “si estamos equivocados convénzannos...nos retractaremos de nuestras opiniones si se nos prueba ser erróneas”. En semejantes términos justificaba Manuel Lorenzo de Vidaurre su inclinación a la tolerancia confirmando su altiva y racional independencia.

Ese pequeño periódico fue un modelo de apología de la libertad. Hoy, Su espíritu crítico debe ser  retomado por los periodistas y los colaboradores para desenmascarar  a los nuevos déspotas “graduados” en  la escuela “Los dinámicos del Centro”.

Que el zumbido de la nueva abeja republicana sea cada vez más incesante. Hasta lograr una verdadera democracia republicana.
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 10 de agosto de 2021. Luis Alberto Arista Montoya.


    

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