19/11/21 - 04:15
Luis Alberto Arista Montoya*
Al mismo tiempo en que casi todas las instituciones políticas, educativas y culturales de dimensión internacional (como la ONU, Unicef, Unesco, la OEA, por ejemplo) abogan e instan a los estados nacionales para el retorno de los alumnos a clases presenciales - luego de dos años de pandemia que ha producido una global “pobreza de aprendizaje”- , al mismo tiempo digo, aparecen nuevos y más agresivos brotes del coronavirus en casi todo el mundo. En el Perú ya estamos sobre los 200,700 fallecidos.
¿Qué hacer? ¿Cómo planificar el retorno a clases?, ¿Es riesgoso para los alumnos este retorno a las aulas? ¿Los padres de familia y los maestros están anímicamente dispuestos? No nos engañemos. Nadie en su sano juicio deja de sentir miedo, preocupación por la multiplicación de posibles contagios en los colegios. Sobre todo en una sociedad plural y multicultural como la peruana, donde la infraestructura sanitaria de los colegios es muy precaria, y todavía niños y adolescentes aún no han sido vacunados.
Pero, por otro lado, durante casi dos años el confinamiento y la educación virtual ha produciendo un silencioso deterioro de la salud mental y emocional de padres, maestros y escolares. La ausencia de socialización con los compañeros y amigos, la falta de acogimiento emocional por parte de sus maestros y del personal administrativo, la inexistencia de orientaciones vivenciales, el extrañamiento de las actividades extracurriculares, de la educación física, y de la educación por el arte, han redundado en contra de la formación humanista de los educandos
Durante esta pandemia, alumnos, maestros y padres de familia se han convertido en “Homo Videns”. A la fuerza, obligados. Las imágenes en las pantallas de computadoras, laptops, tabletas y celulares han suplido a la imagen presencial de la pizarra, del maestro-guía, del maestro-amigo, del maestro-ejemplo. Ver para creer. Ver para tratar de aprender virtualmente, siempre y cuando el escolar y el maestro tengan la suerte de contar con esos aparatos electrónicos, y vivan en lugares donde sí llega la señal de internet.
En todo caso estamos ante el fenómeno de la deshumanización de la educación. Y así se produzca un relativo y paulatino retorno a clases presenciales, los retos post-pandemia serán difíciles de afrontar. Habrá que privilegiar tres grandes actores: Al Sujeto/Escolar, al Sujeto/Maestro, ambos viviendo y conviviendo dentro del Sujeto/Planeta (sea a nivel local, comunitario, de nación, de continente, y del mundo entero)
Por tal motivo comparto con los oyentes un Documento de UNESCO que lleva por título: “Los Futuros de la Educación”, Aprender a Convertirse (Marzo 2021). Nótese que se refiere a “los futuros”, no al “futuro” de la Educación. Es que las respuestas a los nuevos retos tendrán que ser necesariamente plurales, dependiendo de los problemas y posibilidades de cada nación, de cada cultura. Pero el principio Reto/Respuesta conlleva a tener siempre en cuenta las actuales tendencias de la investigación en las Ciencias Sociales (como la Psicología, Sociología, Antropología, Economía, la Historia y, por supuesto, la Política).
Teniendo en cuenta el horizonte inmediato de que las clases presenciales retornarán en el Perú a partir del mes de marzo de 2022, recomiendo tener en cuenta uno de los grandes objetivos planteados por UNESCO para propiciar, desde hoy, el debate entre todos los actores involucrados a favor de un “nuevo contrato social para la educación como bien público y común”, cada uno a partir de su propia localidad/globalizada, y de la globalización/localizada. En tal sentido comento el siguiente objetivo de UNESCO:
-Reformular el Humanismo: Se trata de reconstruir la armonía del Hombre con el Planeta como morada: sobre la base de “semillas de esperanza existentes” formadas por iniciativas prometedoras de los maestros (docentes/decentes), de la comunidad, de las organizaciones sociales y de los gobiernos (central, regional, municipal, y comunitario). Este renacimiento humanista implica las siguientes acciones:
1.- No separar la Humanidad del Planeta y de todos los demás seres vivos, para lograr “futuros compartidos”.
2.- Buscar una descolonización intelectual y diversidad epistémica, para superar ideas y creencias caducas, para lograr “el acoplamiento entre el nuevo mundo sistémico y el mundo de la vida” (Habermas dixit)
3.- Se trata de construir ecosistemas educativos integradores. Armonizando la diversidad cultural de los educandos con su propio mundo de vida (contexto histórico-vivencial). A favor de una Educación para la Vida.
4.- Todo ello implica que los contenidos curriculares y métodos de enseñanza/aprendizaje deben fomentar la co-construcción del conocimiento y la Pedagogía de lo común. Teniendo en cuenta que antes de la pandemia existían en el mundo 250 millones de niños y jóvenes no escolarizado. Ahora son muchos más, seguramente.
La UNESCO en su documento de trabajo invita también a continuar con el debate intergeneracional y una acción continuos respecto a los Futuros (previstos e inciertos) de la Educación. Se trata de “pensar juntos para actuar juntos”: pensando en las generaciones presentes y en las futuras. En diálogo con el pasado para conformar el futuro de la Humanidad y del Planeta: porque la Humanidad está infectada mortalmente por el Covid-19 dentro de un Planeta intercomunicado digitalmente, pero también sobreexplotado, contaminado, manipulado, y bajo un amenazante cambio climático.
Este reto implica, según UNESCO, construir una Gobernanza Ética de nuestro planeta como morada del Ser; buscando reinventar creativamente las vías tradicionales que conectan la Educación con el Trabajo…
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 19 de noviembre de 2021. Luis Alberto Arista Montoya.