02/12/21 - 03:58
Luis Alberto Arista Montoya*
Tenemos una inmensa casa: con muchas puertas, ventanas, zaguanes y patios; con techo de tejas y pilares de eucalipto; asentada en una vastísima huerta con puquios de agua que cobija bosques de molle, álamos, alisos, chishcas, huarangos, tayangos, y muchísimos árboles frutales: ahí están sus naranjas, limas y limones, sus guayabas, piñas, chirimoyas, y sus maizales; regados por quebradas, riachuelos, y ríos, como el silencioso Utcubamba (ahora represado peligrosamente en el Aserradero) o el majestuoso Marañón. Esa inmensa Casa(o morada) que tenemos se llama Amazonas. Orgullo nuestro.
En esa gran casa nuestra lo mejor que tenemos es la gente que la habita (en ciudades, provincias, distritos, y villorrios). Ese patrimonio cultural vivo (que nos viene desde nuestros ancestrales chachapoya ) labora rodeado por un riquísimo patrimonio cultural y un maravilloso y agreste patrimonio natural. Allí están, cual patios culturales: la pétrea e incólume ciudadela de Kuélap (resistiendo los embates sísmicos), los serenos sarcófagos de Karajía, los sitios arqueológicos de Rebash, Chipuric, Levanto, de Leymebamba, de la Jalca Grande, de los Chilchos, de los Bongará, los Condorcanquí y de los Chillaos. También están, cual jardines naturales, bosques con sus poblados que rodean a la bronca catarata de Gogta, a la silente Laguna de los Cóndores, al calmo lago de Pomacochas.
Esa gran casa llamada Amazonas es una hermosísima y acogedora CASA. Dentro de sus linderos pernoctan siete grandes casas bautizadas con eufónicos nombres: Chachapoyas, Rodríguez de Mendoza, Luya, Bongará, Bagua, Utcubamba y Condorcanqui (desgraciadamente en esta última casa, que es la más pobre, fue el epicentro e hipocentro del último sismo). En cada una de ellas, a su vez, moran distritos, pueblos y caseríos. La Antigua Chachapoyas, ahora capital de todo ese gran caserío regional, tiene el mejor conservado Centro Histórico del Perú entero, clara muestra de su larga prosapia histórica y arquitectónica.
En la madrugada del día domingo 28 de noviembre esa inmensa Casa, nuestra vieja y hermosa Casona, fue removida por un intruso y sorpresivo sismo de magnitud 7,5, que trajo muerte y destrucción, pánico, miedo y dolor. Contabilizadas por el COEN hasta el momento en la Región Amazonas hay 2.155 damnificados, 3.351 afectados y 16 heridos. Esas siete casas pertenecientes a la Gran Casa Amazonas ahora están incomunicadas: con carreteras y caminos destrozados, amenazados con huaicos y lluvias torrenciales. El rugido telúrico de las montañas produjo una gran tembladera. Como nunca.
Sin embargo, a pesar de que la vieja Casa fue removida largo rato, resistió ante la profunda furia de la naturaleza.
Claro que ha quedado agrietada, socavada. Ha quedado triste y achacosa, pero estamos seguros que ha de ser restaurada por obra y gracia de su propia gente Por eso saludamos el valor de respuesta inmediata de los pobladores, de las autoridades, rescatistas, policías, médicos, enfermeras, de los bomberos, soldados y cientos de personas que vienen cooperando anónimamente para superar la tragedia. Los moradores de esta antigua Casa Amazonas, con su ejemplo de solidaridad y reciprocidad está nos enseñan , una vez más, a consolidar las bases de una Ética del Dolor, aquella ética comunitaria que surge como respuesta bondadosa ante el infortunio y la tragedia.
Esa Ética surge desde las más profundas y diversas capas demográficas y geológicas de nuestra geográfica, suelo de nuestra conciencia histórica. Por eso debemos rememorar algunos ejemplos señeros:
-El coraje de nuestra Madre emancipadora Doña Matiaza Rimache, que su valor nutra hoy más que nunca a nuestras mujeres y hombres amazonenses.
-La resistencia moral y física del andariego misionero Blas Valera, que escribió el primer vocabulario quechua a favor de los vencidos, en pleno coloniaje español.
-Recordemos la estoica serenidad republicana de nuestro Precursor de la Independencia, don Toribio Alejandro Rodríguez de Mendoza, que supo resistir los sismos sociales y políticos a comienzos del amanecer de la República.
-También inspirarnos en las elogiosas crónicas de viaje por la Ceja de Selva escritas por el sabio italiano Antonio Raimondi, para construir una esperanza con mirada de horizonte y peruanidad
- Y nunca como hoy, que el libro Amazonas, Geografía y Desarrollo (publicado el año 2008) escrito por nuestro paisano César Olano Aguilar (político probo, catedrático ejemplar) sea una guía orientadora para todos nosotros para lograr la formación de una conciencia histórico-geográfica de nuestro agreste territorio, y para fundamentar acertadas políticas públicas de previsión y mitigación frente a desastres y emergencias naturales.
Que este sismo, que nos produjo mucho miedo, nos enseñe también a respetar y obedecer las leyes de la naturaleza. Pues este terremoto ha demostrado a cada uno de nosotros que como seres vivientes somos finitos, muy frágiles, que todos tendremos una vida breve, pero que hay que ser previsores para tener una muerte digna.
Sabemos ya que vivimos en un país que padece largamente dos tipos de sismos: sismos geológicos, y “sismos” sociales suscitados por una “clase política” que agrede permanentemente nuestra mente, nuestra psicología, mancillando nuestra confianza, tal como ahora mismo está sucediendo desde el centro del poder político.
Queridos paisanos: encaremos estos infortunios, con serenidad, con bondad y esperanza. El tiempo de recuperación será lento, pero no perdamos la fe en el principio de esperanza, premunidos por una religiosidad inspirada en la virgen de Asunta, en el Señor de Gualamita, en el Cristo de Bagazán y en el Señor de Burgos. Con solidaridad cristiana reconstruiremos viviendas, iglesias, carreteras y caminos…Hasta llegar a restaurar plenamente esa inmensa Casa Amazonas: morada de oriundos y de forasteros que hemos sabido acoger desde antaño.
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 2 de diciembre de 2021.Luis Alberto Arista Montoya.