En 2020, en marco de la pandemia del coronavirus, el gobierno actual se tomó 100 días para emitir -en papel- el establecimiento de un “plan para que las comunidades nativas sean atendidas en la emergencia sanitaria”, otra vez ¿ciudadanos de segunda clase?

Mucha gente de la Amazonía está muriendo en esta pandemia, es que además de la precariedad de nuestro sistema de salud, hay dos razones fundamentales para ello: i) son pueblos originarios, y ii) son pobres. La muerte del Múun Santiago Manuin Valera y otros actores de la Curva de la heroicidad, así como muchos otros de distintos pueblos amazónicos, da cuenta, que en pleno siglo XXI, el Perú no solo es precario y desigual, sino excluyente. La incapacidad del Estado centrista en comprender las particularidades de los pueblos originarios, nos conlleva a la necesidad de otorgar a los pueblos originarios la condición de naciones autónomas para su propia administración. Los pueblos originarios han sido una vez más víctimas de Occidente, víctimas de una imposición económica, política y cultural. Los pueblos originarios siguen siendo víctimas de la colonialidad y de la muerte. 

La Amazonía junto a su gente por miles de años han producido vida, pero la historia nos demuestra que siguen recibiendo muerte ahora en auge del capitalismo.

En este contexto, lo más democrático y racional sería otorgarles autonomía de gobierno -este Estado ha demostrado que no puede administrar bien la diversidad del país. Pero en tanto, tenemos el deber moral de exigir a este mismo Estado, atienda como a ciudadanos de primera clase a todos los pueblos amazónicos. Si los pueblos amazónicos no hubiesen sido invadidos por Occidente y por este estado, de seguro que no habría ahí ninguna muerte por esta pandemia, pero como han sido colonizados y hoy enajenados en su saber, su pensar y su vivir, requieren de Otros para sobrevivir.