30/06/20 - 06:52
Pastillita para el Alma 29 – 06 – 2020
Hay noticias que matan si bien es cierto no a un hombre, pero si a una parte muy noble de nuestro ser, sobre todo cuando desaparece de este mundo un pariente, un amigo, un colega, con el que hemos caminado diferentes senderos de nuestra vida y las más de las veces haciendo lo único que hacíamos, conscientes de poner todos nuestros conocimientos con la finalidad de salvar vidas.
EL SEÑOR DOCTOR DON JORGE WASHINGTON REYNA ROJAS, se fue de este mundo, sumiendo en la pena más grande y dolorosa a su adorada esposa, a sus queridos hijos, a sus nietos, a cientos de sus pacientes y amigos y llevándose con él, una parte de mi mal trecho corazón.
Primito de mi alma, son dos noches que no logro conciliar el sueño. Se me hace muy difícil aceptar tu partida. No puedo aceptar que te hayas ido. Como en un sueño regresan a mi mente todas las noches de nuestras guardias en inolvidable Hospital de las Fuerzas Policiales, cuando humildes médicos bisoños, con nuestros modestos grados de capitanes, teníamos la enorme responsabilidad de cubrir las emergencias quirúrgicas, cuando en esas épocas no se quedaban médicos especialistas.
Éramos dos almas en un corazón. Entrábamos a todo, tú como médico anestesiólogo y yo como pichón de cirujano. No se nos escapaba nada. No había estómago con úlcera sangrante, vesícula calculosa, obstrucción intestinal, heridas de bala, traqueostomías, ni traumatismos grandes que venían de los penales, que no afrontábamos. Ni que decir de apendicitis, hernias estranguladas, grandes quemados, cirugía de mano y amputaciones, salvando lo más que se podía para dejar menor invalidez.
Afuera, muchas veces de cortesía, en nuestra Clínica Virgen de Lourdes, en la del Señor de Los Milagros, en la San Bernardo, en la clínica Villarán hacíamos amigdalectomías, operaciones de tiroides, varices de miembros inferiores, embarazos ectópicos, partos distócicos y ni que decir de nuestra Cirugía Plástica en todas sus formas, tanto reconstructivas, reparadoras y estéticas e inclusive las operaciones transexuales.
Éramos uno solo primo querido. Cuando me dieron de baja lloramos, porque nos separaban, pero el bordonear de tu guitarra y un etiqueta negra, nos dio el convencimiento de que nunca iban a poder con nosotros y los demostré cuando fui a trabajar al Hospital de la Marina de Guerra del Perú.
Esa misma tristeza primito querido vuelvo a sentir ahora, con la diferencia que tu te vas directamente al cielo, ahora no hay guitarra, pero si un coro de ángeles que te recibirán por tu nobleza de espíritu y tu bondad a todo límite.
Dos días estoy hundido en una tremenda tristeza, no he querido comer ni tomar líquidos, he perdido hasta el sentido de ubicación y de tiempo. No puedo dormir, son las 4 de la mañana e imaginariamente te veo a mi lado, te doy un abrazo y con el mismo amor y cariño de hermanos te digo: “Washo, solo te me adelantaste. Espérame arriba en el cielo junto a DIOS y trata de convencer a Tayta Amito que también me reciba como a ti”
Primito querido, grande es mi dolor y mi desilusión de no haber podido estar a tu lado para decirte que no estás muerto, porque hombres como tú, no mueren jamás, viven eternamente en el corazón de sus seres queridos.
Qué puedo decirte primita Esther, que puedo decir a mis sobrinos y a tus nietos, si yo también tengo el mismo dolor de su ausencia…, solo me queda unirme con ustedes en sacrosanta oración y en un abrazo de dolor profundo, recordar todas las bondades de mi querido primo y que eso compense en algo el dolor de no tenerlo con nosotros.
“SEÑOR DOCTOR DON JORGE WASHINGTON REYNA ROJAS, DESCANSA EN PAZ”
Jorge Washington REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
jorgereinan@gmail.com