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Pastillita para el Alma 26 – 07 – 2020
Si mal no recuerdo el año 1964, Chachapoyas se vestía de lujo, porque se inauguraba el Hospital, hoy día llamado Hospital Virgen de Fátima, en el barrio de la Laguna, a una cuadra de la plazuela de Burgos y como tal llegaron a nuestra ciudad una pléyade de magníficos profesionales, casi de todas las especialidades. En este selecto grupo de médicos especialistas hizo su arribo el señor doctor JUAN MARINO HERRERA ARIAS, quien venía en la especialidad de Cirugía General, con estudios de 5 años en los Estados Unidos de Norte América y un año más en Canadá.
Juanito, como cariñosamente le llamábamos todos sus amigos, jamás hizo alarde de ser de la Universidad Mayor de San Marcos, ni de la Facultad de Medicina de San Fernando, menos de sus estudios en hospitales del extranjero y solo hablaba inglés cuando quería expresar algo oculto relacionado con el diagnóstico o el tratamiento de algún paciente.
Era sumamente expresivo y con la sonrisa en sus labios, con respuestas rápidas y ocurrentes, como cuando un domingo regresaba de su deporte favorito la pesca en el rio Utcubamba y regresaba a la ciudad y en la carretera, por la zona de Limón Punta, encontró un corderito, por lo que decidió atraparlo para que “no vaya a rodarse por el abismo” y cuando ya iba introducirlo en su carro, escuchó los gritos de una mujer, dueña del cordero y la respuesta fue de inmediato, con voz de extranjero. “Excuse mi señora, yo creer ser animal salvaje. Yo ser gringo Milenko”, en alusión al señor Milenko Vojvodick, un próspero comerciante de ascendencia yugoeslava, muy conocido en la ciudad.
En Chachapoyas fue jefe de Cirugía General en el hospital Virgen de Fátima. Permaneció durante 8 años, con su esposa la señora Rosita Adela Farge, con la que procreó 3 hijos, Juana Rosa que nació en Cleveland USA y Juan Martín y Carmen Fátima que nacieron en Chachapoyas. Tuvo un matrimonio feliz durante 49 años.
Su estancia en la fidelísima ciudad de la frontera de Chachapoyas fue muy provechosa para la ciudadanía en general, ganándose el cariño del pueblo por la calidad de sus intervenciones quirúrgicas, la amabilidad en el trato a los pacientes y el cariño del pueblo en general, que supo de su filantropía y la atención ad honorem a la comunidad, especialmente a los más necesitados.
En su vida social fue presidente del Club HIGOS URCO, que fue la única vez en su historia, que estuvo a punto de llegar a jugar en la primera división profesional, por haber ganado en la Copa Perú, al deportivo Cali de Tarapoto y al C N I de Iquitos, en Chachapoyas y Tarapoto, luego perdiendo por un score cuestionado ante el C N I de Iquitos.
Fue fundador y segundo Venerable Maestro de la Augusta, Benemérita, Respetable Logia Simbólica LUZ DE AMAZONAS N° 87 del valle de Chachapoyas y tres veces Venerable Maestro de la Logia Porvenir N°43 de Huacho.
Salió de Chachapoyas para irse como director del Hospital regional de Huacho, pero siempre desempeñándose como cirujano general en su faceta profesional, realizando intervenciones quirúrgicas que le ganaron el reconocimiento de sus colegas y de la colectividad. Se jubiló como Director del área Hospitalaria de Huaura, Huaral, Barranca, Huarochirí, Oyón y Cajatambo.
Después de permanecer 30 años en Huacho vino a vivir en la ciudad de Lima, donde goza del cuidado de su hijo Juan Martín, con quien he tenido muchas veces oportunidad de encontrarme en la plaza de Acho, engriendo a su padre Juan Marino y recordando anécdotas que pasamos en nuestra Chachapoyas, como así lo llamaba por el cariño que tenía a la tierra, a la cual nunca olvidó, tanto así que en su última visita en el año 2000, llevó una imagen en bulto de un metro de alto de San Martín de Porres, como gratitud a la tierra que lo acogió con tanto cariño y donde nacieron dos de sus amados hijos.
Nunca habrá palabras suficientes para describir en el papel, la admiración, el respeto y la estimación a los hombres de bien, que han llegado a la ciudad de Chachapoyas, capital de la Región Amazonas y que han sido subyugados por la tranquilidad, la paz y la felicidad que se mete en lo más íntimo de nuestro ser, con el aire que se respira, la belleza singular de sus montes, ríos y quebradas, pero sobre todo por la amabilidad innata de su gente, que en la forma más humilde expresa su gratitud a las personas que nos visitan y más a los hombres de integridad moral que van a dejar sus conocimientos y su sabiduría en nuestro pueblo y más todavía, si como Juan Marino Herrera Arias, sin pretensiones, soberbia o aspavientos se confunden con el sentir de nuestra gente y entregan su cariño a cambio de la ternura y amistad sin compromisos ni intereses.
Juanito Herrera Arias, eres uno de los muchos médicos, que salen de nuestra región Amazonas, sin manchas que los marquen para siempre por su mala conducta o por su corrupción…, de los que no estás en el que dirá de la gente y donde tus hijos no cargan con tus culpas o tus pecaditos veniales.
Te agradezco por tu entereza de ayudarme a formar una sociedad secreta, sin secretos, en una ciudad conservadora de alto contenido religioso, que perdura a través del tiempo y ahora es un faro que ilumina con sabiduría las mentes de jóvenes profesionales y hombres de Bien, que velan por el perfeccionamiento moral del ser humano y por ende de la colectividad en general.
Chachapoyas, la tierra de tus hijos, te da las gracias por lo más valioso que tiene la vida que es el Tiempo.
Te agradecemos por tus ocho años de entrega a la salud de mis paisanos.
Te damos las gracias por haber hecho de tu profesión un sacerdocio, por servir por el bien mismo de servir, de ayudar al que necesita y cumplir tu juramento hipocrático a plenitud, siendo el orgullo de tus hijos, nietos y bisnietos que hoy lloran tu ausencia.
¡¡¡UNA HOJA DE ACASIA EN TU PARTIDA AL ORIENTE ETERNO!!!
RESPETABLE HERMANO SEÑOR DOCTOR DON JUAN MARINO HERRERA ARIAS, DESCANSA EN PAZ!!!
Jorge REINA Noriega
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