Entre ese grupo de señoritas respetadas, estaba MERCEDES TORREJÓN que alzó vuelo al cielo, dejando en la pena más profunda a su adorado esposo, nuestro Q H Julio César Villacrez, a sus hijos, nietos y a todos los que gozamos de su amistad.

Ayer conversé con Julio Cesar  y en un momento de profunda tristeza espiritual, derramamos nuestras lágrimas, en una comunión de congoja infinita, por la partida de un ángel que vuelve de retorno al reino de nuestro Padre Celestial, después de haber cumplido su misión sacrosanta en la tierra, como esposa, como madre, como abuelita y que ojalá que la misericordia de Dios  mitigue el dolor que ocasiona su partida y que talvez se compense con el recuerdo de todo el amor que repartió a raudales a sus familiares, a sus amigos y a toda la gente que gozó de la fuente inagotable de su amor sin límites.