21/07/21 - 12:11
Pastillita para el Alma 11 – 07 – 2021
Tengo la gran suerte que mis dos hermanos de sangre: Luis Ángel y José David son mis Hermanos y mis Amigos y también mis Amigos y mis Hermanos, porque marcados con el linaje de los Reina Noriega, los tres tenemos la dicha de haber visto la Luz, que nos hace a los hombres más humanos y más humildes, andando en este mundo por diferentes caminos, unidos en el Amor de Cristo y en las enseñanzas y obligaciones que, para nuestro Bien, nos infundieron nuestros padres y que, a la vez, transmitimos a nuestros descendientes.
El día 08 de julio, para mi familia es un día muy especial que se inicia escuchando una misa en el convento de las monjitas del Convento de la Virgen del Carmen y que ahora como consecuencia de la Pandemia, en la soledad de mi domicilio, tuve la feliz iniciativa de compartir, esta emoción personal, con los señores de la Logia Luz de Amazonas N° 87, de la fidelísima ciudad de Chachapoyas, donde escuché una conferencia sobre “La Corrupción” muy importante presentada por el señor Alberto Herrera y que dio motivo a una serie de comentarios de muchos de los asistentes, quienes con palabras muy elocuentes, manifestaron sus diferentes puntos de vista, basado muchas veces en experiencias personales tanto en el campo de su actividad como empleados públicos y como simples observadores del quehacer humano, lo que me motivó también a contar algo de mi breve historia personal y en alguna forma transmití cual era la circunstancia especial de mi presencia en dicho acto de naturaleza cultural. Sinceramente no esperé tantos comentarios alusivos a mi persona y en honor a la verdad, me pesó, haber incurrido en revelar el motivo de mi intervención.
Sin embargo, como todo en esta vida, las cosas se presentan por alguna circunstancia específica, que no son casualidades, sino causalidades, me dio oportunidad para valorar en su grado más excelso el VALOR DE LA AMISTAD y llegar a la conclusión de que hay grandes amigos detrás de esa barrera invisible, que no ven los ojos de nuestros sentidos y que muchas veces pasan inadvertidos a esa mirada encubierta del alma, que es la que no se equivoca y descubre el valor real de nuestros sentimientos.
Escuchar al conferenciante, me hizo recordar por su homonimia, a don Alberto Herrera, un coronel médico, jefe del Servicio de Cirugía del Hospital Central de las Fuerzas Policiales de mis años de médico cirujano en actividad en dicho hospital, lo que motivó un emocionado comentario del Dr. Enrique Torres Quiroz, quién como yo, tuvo el honor de formarse en dicho hospital y en su voz emocionada se sintió la melancolía, que en ese escaso y bien vivido tiempo, marcó una huella en su vida. Jorgito Latorre y Jiménez, recordó su época de estudiante en el glorioso Colegio San Juan de la Libertad y con la locuacidad y elocuencia de lo que hace gala en sus exposiciones, mescla de una pisquita de su gran amor a la tierra, a sus amigos, sus maestros y sus colegas, me hizo una elogiosa glosa, calificándome como una “institución de hombre de bien y de humildad, que talvez el tiempo no olvidará”, palabras que hicieron brotar el rubor en mi envejecido rostro y una lágrima de gratitud, que se descolgó hacia lo más profundo de mi corazón y se transformó en un torrente de emociones, cuando Antonio Urteaga, se dirigió con frases emocionadas al amigo, al hermano, al padrino, al colega de su esposa Teresita, con la cual trabajé en la Clínica Virgen de Lourdes, en las que en sus escasas 20 camas, operamos, curamos y sanamos, cientos de pacientes, talvez no con nuestra ciencia, pero si, con el amor y el cariño que dimos a nuestros enfermos. El Dr. Antonio Fernández Jerí, un jurisconsulto de talla nacional e internacional, abonó con sus floridas expresiones dirigidas a mi persona, en su época de dirigente estudiantil, el recuerdo de las vivencias de una sana amistad, mientras tuve el orgullo de ser presidente del Club Departamental Amazonas.
Mis queridos amigos y hermanos, una noche inquietante de grandes emociones, que en el decir y sentir de un paisano más, como soy, muchas veces, las frases cariñosas, son la expresión del afecto al coterráneo y al hombre en la recta final de su destino, pero, cuando a esto se suma el discurso de un personaje, que yo admiro por su elocuencia, al que conozco, no personalmente, sino gracias a la ciencia y la magia del internet, como es el señor don Guillermo Guiber, entonces sus palabras son muy elogiosas y me caería de vergüenza, sino sería consciente de que pertenece a una Sociedad de Hombres de Bien, cuya augusta misión, es buscar la Verdad y propagar el amor entre sus semejantes, por eso en forma muy especial vayan para vos mi gratitud incondicional, mi respetado amigo y hermano.
Casi al final de la noche, nuevamente el tamborileo del palpitar de mi corazón, volvió a sonar con fuerza al escuchar al Dr. Oswaldo Bautista, con su poema la Niña de la Esquina, donde relata a esa chiquilla de cimbreantes caderas y ojos soñadores que perturbó su juventud y me venía a la memoria, la última vez de mi visita a nuestra tierra, cuando al verle servir con tanta humildad los platos de la cena, me imaginaba apreciarle serio, circunspecto y parsimonioso en su poyo de magistrado.
Ya al concluir la sesión, las palabras muy bien encuadradas y con mucha precisión de nuestro dirigente principal, el ingeniero Mario Torrejón Arellanos, después del cual ya nadie puede intervenir, se vio interrumpida por la voz del señor Manuel Portocarrero, quien pidió permiso para dar lectura a una charla que fue presentada en mi última visita a la ciudad de Chachapoyas, en noviembre del año 2018, titulada “Jorge Reina Noriega Tercer Venerable Maestro”, quien precisaba, entre otras cosas, que fue el teniente de la Guardia Civil del Perú don Jorge Mayurí Olivos, que mientras prestaba servicio en la 17 Comandancia de la Guardia Civil en el departamento de Amazonas, me invitó para pertenecer a la Logia de Masones del Perú y siendo yo, el iniciador y fundador de la Logia Luz de Amazonas N° 87 del Valle de Chachapoyas del Oriente del Perú, que como un chispazo en el hipocampo de mi masa cerebral, trajo en alas de mis recuerdos a la persona de mi profesor del glorioso Colegio San Juan de la Libertad, el señor don Germán Merino Rubio y al señor doctor don Juan Herrera Arias, personas mayores que me inspiraban mucho respeto y a los cuales les invité para compartir ser los fundadores de tan sublime Institución, lo cual, después, de un tiempo prudencial, aceptaron, teniendo en cuenta la idea equivocada de nuestra población de que los masones, era una sociedad contraria a la religión católica. Nuestro respetable hermano Germán Merino, el mayor de los tres, aceptó ser nuestro primer venerable maestro, realizando una misión muy fructífera, siguiendo luego nuestro respetable hermano Juan Herrera y a mí me tocó el honor de ser el tercer venerable maestro, con lo que demostrábamos ante la opinión pública, que no es el espíritu de figuración lo que debe reinar en nuestra Orden, sino la experiencia en el tiempo, que da la Universidad de la Vida, en la cual no existe oropeles, diplomas o condecoraciones, sino la acción de Hacer el Bien, sin mirar quien lo hace ni a quien se hace, ya que nuestra labor siempre ha de ser, anónima y en forma conjunta.
Al margen de esta muy concisa reseña de lo que es LUZ DE AMAZONAS N° 87, para mi es muy importante recalcar el valor de la AMISTAD, de esas siete letras, que encarnan todo lo que vale el hombre, cuando su capacidad de amar es igual a su capacidad de creer, como alguien lo dijo, aunque muchas veces cuando la amistad se deposita en personas que uno cree que valen, sufre enorme decepciones, al pasar de los años, como muchas veces sucede en esos falsos amigos en que en un vuelco de la vida, la suerte les sonrió y empiezan a apreciar más el valor de una moneda de cobre y no se dan cuenta que siguen siendo pobres y aun doblemente miserables, porque el dolor de los que sufren, nunca los enseñó a vivir con caridad ni a morir con dignidad, cuando los llegue el tiempo.
Gracias de corazón a mis hermanos y amigos por regalarme lo más valioso que tiene el hombre, que es el tiempo…, por darme la oportunidad de hacerme sonreír, cuando la tristeza del alma, es como una pavesa de velita misionera que se va extinguiendo poquito a poquito, lejos de mi terruño y del cariño de mis paisanos, mis compadres y de mis amigos que en la infinita bondad de su generosidad, me llaman Hermano, por compartir la Luz de la Sabiduría Universal en la Masonería y Amigo como una limosna de amor inconmensurable, que es una caricia en mi largo trajinar, donde la vida me ofreció amores mil y una herida que me va acabando pedacito a pedacito, como si estaría pagando lo que hasta ahora no puedo terminar, lo que Jesús me encargó, en mi primera Eucaristía del Congreso Eucarístico Episcopal de mil novecientos cuarenta y siete en la plaza de Armas de la fidelísima ciudad de San Juan de la Frontera de Chachapoyas.
Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
jorgereinan@gmail.com
+51 999 048 355