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SEÑOR DOCTOR LUIS ANTONIO ARÉVALO CASTAÑEDA

Pastillita para el Alma 01 – 10 – 2021 Un hombre bueno en todo el sentido de la palabra, como hijo, como hermano, esposo, padre, abuelo, paisano, amigo y colega, así lo recuerdo a mi gran amigo y hermano de la Promoción Médica San Fernando 1964, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

SEÑOR DOCTOR LUIS ANTONIO ARÉVALO CASTAÑEDA



05/10/21 - 12:34

Pastillita para el Alma 01 – 10 – 2021

Un hombre bueno en todo el sentido de la palabra, como hijo, como hermano, esposo, padre, abuelo, paisano, amigo y colega, así lo recuerdo a mi gran amigo y hermano de la Promoción Médica San Fernando 1964, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Antonio nació un 9 de diciembre en la Villa de Luya, de la región Amazonas, fue el mayor de cinco hermanos. Sus estudios primarios los realizó en la ciudad de Luya, luego ingresó al Colegio San Juan de la Libertad de Chachapoyas y culminó sus estudios secundarios en el Colegio Leoncio Prado, en la ciudad de Lima. Ingresó a la Universidad de San Marcos en 1956 y desde Pre Médicas hasta el último año de Medicina, fuimos compañeros de estudios y aunque por nuestros apellidos estábamos en dos grupos distintos, siempre nos unió una amistad muy cercana, talvez no como con Conrado Celi y Manuel Arana, con los que inclusive, al terminar la profesión pusieron un consultorio médico, donde siempre brilló nuestro colega Luis Antonio por ese don de gente, de bondad extrema y su profesionalismo, que fue una de sus características por las que se le recordará siempre.

Después de recibido de médico cirujano y con la especialidad de Pediatría fue a trabajar en la hacienda Pomalca, en el departamento de Lambayeque, siendo muy amigo de los señores Piedra, propietarios de la hacienda, y ganándose el respeto y el cariño de toda la colectividad de los trabajadores de la hacienda, llegando a ser director del hospital de la hacienda e inclusive presidente del Consejo directivo de la cooperativa de los trabajadores, demostrando su profesionalismo y su cariño al atender a sus pacientes, tanto así que al final de sus días y cuando estuvo enfermo acá en la ciudad de Lima, las señoritas, que ayer fueron sus pacientes, se turnaban cada 15 días para venir, desde Chiclayo y darle sus servicios en su lecho de dolor, en vista de que Luis Antonio, desde el año 2005 quedó viudo, por la muerte de su amada esposa la señora Lucía Chávez Arroyo, con quien tuvo sus tres adorados hijos, quienes junto con la menor de sus hermanas, la señora Gladys, lo acompañaron hasta el final de sus días.

Largo es el trajinar como médico de nuestro desaparecido e inolvidable colega, donde siempre se destacó por la calidad excelente de su cariño a los pacientes infantiles, a quienes les abría las puertas de su corazón de niño grande, dándoles amor a raudales y ganándose la confianza de los padres de los niños que ponían toda su confianza en su pediatra querido. Estuvo como pediatra en el Hospital Almanzor Aguinaga de Chiclayo y luego en Lima fue jefe del servicio de pediatría del Policlínico Los Próceres de EsSalud, en el distrito de Santiago de Surco donde anualmente era premiado por haber cumplido ampliamente con sus metas, realizando campañas de vacunación, campañas del niño sano y dándose tiempo, inclusive, para hacer labor social en los Asentamientos Humanos de Pamplona. Cuando se retiró de la Seguridad Social prestó sus servicios como pediatra en el Consorcio Peruano Brasileño, de donde se retiró por sufrir una enfermedad que ya le imposibilitó seguir derramando la Luz de su Ciencia y el cariño desbordante a sus pacientes.

Fue condecorado y reconocido por su labor como Pediatra, por el Colegio Médico del Perú en la persona del Dr. Carlos Vela Barba, quien se convierte en su geriatra y en un miembro más de su familia, quien le acompaña hasta el último momento de su vida y es testigo cuando en los brazos de su hermana Gladys, nuestro colega y hermano de Promoción, entrega su alma a Dios, Nuestro Señor.

Luis Antonio Arévalo Castañeda, ahora estás arriba en el cielo, en el reino de Dios, dejas un inmenso dolor con tu partida, te llorarán inconsolablemente, tus hijos, tus nietos y la señora Gladys, tu hermana querida, sin embargo, ante lo imposible, solo nos queda pedir a Dios que derrame rayos de consuelo para tus seres queridos y tus colegas, que pronto te seguiremos y nos compense el dolor de tu partida con el recuerdo de todos tus actos buenos, que hiciste acá en la tierra.

Tal vez será cierto lo que menciona el Dr. Vela Barba: “¡¡¡Cuando un Médico muere, nunca Muere!!!”, todo depende de lo que hayas hecho en la tierra, como la extensión de las MANOS DE DIOS Y SU MISERICORDIA.

“SEÑOR DOCTOR DON LUIS ANTONIO ARÉVALO CASTAÑEDA DESCANSA EN PAZ” 

Jorge REINA Noriega
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