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Pastillita para el Alma 02 – 12 – 2021
Una de las características que tienen casi todos los seres humanos, es el deseo de ser o considerarse, de alguna manera, “importantes”, de que alguien les admire o le tengan cierta clase de respeto, sin mediar la fuerza u ocupar algún puesto en la administración pública, que les demande cierto grado de autoridad.
Para el Dr. Sigmund Freud, uno de los psicólogos más conocidos del mundo, decía “que todo lo que hace el hombre, surge de dos deseos: el deseo sexual y el deseo de ser grande”. Para el filósofo norteamericano Jhon Dewey, dice “el impulso del ser humano es el de ser importante”.
Es razonable pensar que el hombre normal, como ser pensante, aspira tener una vida cómoda, que le ofrezca, como dice la canción salud, dinero y amor, pero además de esto también alimento, vida sexual, sueño placentero, familia e hijos que gocen de bienestar, ser considerado y respetado por la sociedad y si es que hay vida después de esta vida, no pagar sus culpas eternamente en el infierno. Casi todos estos deseos pueden cumplirse en este mundo a excepción de la vida extraterrenal, sin embargo el querer ser grande o ser considerado importante, es también una posición que muy pocos lo obtienen por sus propios méritos y sin dañar a la gente. El ser reconocido o el que es admirado por la gente es un anhelo que todos lo tenemos y es el que nos distingue de los animales y eso empieza desde cuando uno es niño al querer siempre sobre salir dentro de sus compañeros como el chiquito que es admirado por que declama poesías, canta muy bien, baila como un artista y destaca en el deporte y en los estudios, es respetuoso, amable y generoso y a esto se suma el orgullo que tienen sus progenitores, y más aún cuando esto se realiza en poblaciones de pocos habitantes.
Este deseo de sobre salir es el que llevó a Charles Ford a convertirse en uno de los grandes magnates en la industria automovilística, creando vehículos en grandes escalas y a precios competitivos. Ese mismo deseo que llevó a los Rockefeller para desarrollar empresas que los han convertido en personajes multimillonarios o a escritores Charles Dickens en ser un gran escritor y no yendo muy lejos con nuestro escritor Mario Vargas Llosa, premio Nobel de la Literatura, que desde cuando era estudiante en el colegio militar Leoncio Prado se distinguía por hacer las cartas para las enamoradas de sus compañeros de estudios, hasta que empezó a escribir novelas llegando a ser un personaje muy importante en la Literatura Universal. En nuestro Perú tenemos muchos ejemplos de personajes que se hicieron grandes con sus acciones y proezas en el arte de la guerra, en los deportes, por su propia personalidad, por su belleza y muchos de ellos por su bondad con la gente pobre o necesitada, que pasan inadvertidos.
Sin embargo, también como hay ejemplos de grandes personajes en el Bien, también existen individuos, que se han destacado en las garras del Mal y los cuales se han hecho famosos por sus hechos que la prensa escrita, hablada y televisiva les da propaganda y muchos de estos personajes se sienten importantes por ocupar las primeras páginas de los diarios y estar en las pantallas de la televisión, burlándose del dolor ajeno y de la tristeza de sus deudos. Uno de estos personajes en nuestro medio, llegó a convertirse en un protegido y querido por la población de escasos recursos económicos, a los cuales, en alguna forma, los auxiliaba y les repartía parte de sus robos, era el Robin Hood de los pobladores de la Huerta Perdida, de las 5 Esquinas, que vestía elegantemente, inclusive tenía un diente engastado con un brillante, era locuaz, refinado en su trato y se daba el lujo de tener a uno de los abogados más brillantes de esa época, que lo atendía de cortesía por la forma en que ayudaba a los desvalidos.
¡Ser grande!... ¡ser importante!
Recuerdo que antes en mi época de muchacho, cuando no había agua potable en las casas, ni luz eléctrica, menos radio ni televisión, las personas importantes generalmente eran los políticos, aquellos señorones, bien vestidos, algunos elegantes, ricachones, con terno, corbata y chaleco, muchos solo con instrucción primaria y pocos con estudios secundarios y universitarios, que eran elegidos por años como diputados o como senadores. Llegaban a nuestra tierra con casco y botas de tubo, con impermeables y con lentes. La gente íbamos al aeropuerto del Tapial y los maestros nos llevaban a los estudiantes con banderitas de papel cometa para recibir a los “viajeros”, los que subían a mulos con aperos y riendas con adornos de plata y la comitiva venía por el camino de Pollapampa, con destino a la Municipalidad, donde el alcalde y sus síndicos los recibían con banda de músicos y después los discursos y las copas de champan, servidas por don Moshico, con su terno negro y su poncho. Como en esos tiempos no había hoteles, seguramente se iban como huéspedes a las casas de sus familiares o de sus ayayeros, que se esmeraban en atenderlos.
En cierta ocasión, cuando ya se hizo el puente de Corral Quemado en el Río Marañón, por los años del 50, llegó con unos ingenieros un señor de raza negra y pienso que en ese entonces era el primero de ese color que llegaba a Chachapoyas y estaba en la plaza de armas en la Agencia Díaz, junto al local de la Focet, en la casa de ese entonces del padre Néstor Hurtado, que después fue de mi viejo. Para los niños fue una novedad y un personaje importante, que todos creían que estaba pintado con betún negro y los más audaces se animaban a acercarse, disimuladamente, y hacerle un pequeño tocamiento, hasta que se dio cuenta y empezó a regalar caramelos. En ese tiempo él fue importante por su color.
En el libro que estoy leyendo, el doctor cuenta un pasaje de una señorita de 21 años, atractiva físicamente, que vivía en una casa de tres pisos, con su madre viuda, la señora Mary Rinehard, estaba de novia con un joven que por razones inexplicables se alejó de la chica y ella entró en un cuadro de depresión, que la tumbó en la cama y se negó a levantarse y vincularse ni con sus amigos ni familiares, haciendo que la madre tenga que atenderla y subir sus alimentos hasta el tercer piso. Tuvo infinidad de consultas con personal médico especializado, con psicólogos y psicoterapeutas, siempre con resultados negativos. El tiempo pasó inconmensurablemente, la madre enfermó gravemente como consecuencia de una fractura de cadera que se complicó con un cuadro infeccioso respiratorio, a consecuencia de lo cual murió y la hija que estaba postrada en cama, durante 7 años y según ella, tullida y sin movimientos, se levantó, se alistó e inclusive asistió al entierro de su desdichada madre
Ser importante, sentirse grande, es el sueño dorado de muchos jóvenes y en esto últimos tiempos, la vida se vuelve cruel para muchos, por la gran competitividad que existe. Muchos que fueron excelentes alumnos en sus estudios primarios y secundarios de repente se encuentran en situaciones difíciles en los centros de estudios superiores y cuando no tienen una buena formación en su calidad personal se derrumban y generalmente se echan para atrás y comienzan a buscar pretextos para encontrar otro lugar donde se sientan cómodos y ruedan sin encontrarse y hundiéndose en el barro de la miseria humana…
Estos jóvenes se siente fracasados porque miran como es que sus otros compañeros avanzaron en sus estudios, e inclusive muchos de ellos, ya son profesionales, cambiaron su estado civil y en el caso de las mujeres, muchas de ellas, son madres de familia, lo cual acrecienta el problema de personas que opinan que el mundo se los acabó y los jóvenes, hombres y-mujeres, empiezan a dedicarse a la bebida, al consumo de drogas, caen y se enferman y no solo ellos sino también sus seres queridos, que no saben cómo ayudarles. Estos jóvenes seguramente no se enteraron, que, cuando uno tiene valor y entereza, cuando no se acobarda y mira en sus dones con los que Dios lo ha bendecido, no importa la edad, ni el tiempo perdido, para levantarse y salir adelante, demostrando su entereza moral, su autodominio, el cariño a la vida y consciente de que el tiempo inclemente pasa y los que ayer fuimos jóvenes y engreídos, muchas veces vamos a quedarnos solos en el mundo por la muerte de nuestros padres y ya no va haber nadie quien verdaderamente nos socorra.
La vida es un regalo de Dios, que solo lo valoramos y le aquilatamos cuando somos viejo y vemos con pena como la vida se nos va acabando, sin poder hacer nada para retrasarla o detenerla, por eso ahora que tenemos la oportunidad de respirar y movernos, de pensar y expresarnos, de dormir, comer, conversar, bailar y disfrutar dejando huellas y buenos recuerdos demos gracias a dios, por lo que todavía vivimos, sin dañar a nadie.
¡¡¡Vida, vida, vida, que te haz de acabar!!!
¡¡¡Alhajas y amores que te haz de quedar!!!
Jorge REINA Noriega
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