Dos comentarios, que casi no tiene sentido, si se lo analiza a la luz de las cosas simples de la vida y que, en el mejor de los casos, se daba en nuestra época, entre dos muchachos que se chocaban la mano, después de haber deslindado a puñetazos, algún pleito banal, sin ganador ni perdedor y desde ese momento nacía una amistad sincera y eterna. Bueno el comentario de esta Pastillita en el momento actual, se trata de dos personas en el invierno de sus vidas, casi de la misma edad, que nacieron. lejos muy lejos de la capital de la República, en esos lugares de nuestro territorio nacional, donde las cuculíes y los guanchacos cantan, las alondras trinan y extienden sus alas y vuelan hacia el cielo, los romeros, los limoneros y los naranjales dan sus frutos para calmar la sed del sediento y los maizales encapuchan sus mazorcas de choclos para las humitas y los panvazos, los trigales brillan y mecen sus espigas doradas a la brisa suave del viento, mugen los bueyes mientras se muele en el molino la caña de azúcar para el guarapo, relincha el potro alazán frente blanca, pian los pollitos detrás de la gallina que escarba la tierra en busca de un gusano y el gallo giro canta desafiante marcando su territorio. Si en esa tierra, en ese ambiente, donde muchas veces la soledad mata y la paz de la gente, solo se turba contestando el saludo de un buen día, buenas tardes o unas buenas noches de un “quellamito” del cual no sabes su nombre, pero que, se quita el sombrero, te hace una reverencia y te saluda cariñosamente. 

De ese lugar parecido al relato de las páginas de un cuento, son estas dos personas, que sellan su amistad con una Promesa de Honor para siempre. Estos dos amigos, saben que hay una vida antes de esta vida, que la que ahora viven, a pesar de haber pasado tantos años, es realmente corta y que la muerte no existe y es solo una puerta por donde todos tenemos que atravesar en cualquier momento y la amistad perdurará, sin que la sombra de la noche lo oculte y vivirá en el recuerdo de sus nietos.

Los amigos de ayer, de nuestra infancia, nuestra juventud, muchas veces son los facinerosos disimuladores de envidias, celos, odios y rencores disfrazados, de aquellos necios que usan gomina y zen zen, para ocultar su fealdad y fetidez, cambiadores de nombres y apellidos, jugadores de pocker, de ludo y canasta, los que lucen ropa de marca, comprada en la Parada y Gamarra, aquellos andariegos en los jirones comerciales, markets y librerías, asistentes a cines de lujo, nunca a los de barrio,  los famosos pendejeretes de callejón y de chinganas. Cuando   ya no los sirves, han dejado de utilizarte o esconderse entre tu sombra, ocultando su falsa timidez, cuando solo te usaban como puente para acercarse a personas inalcanzables en su pequeñez, cuando como las sanguijuelas te chupaban la sangre y siendo, como son, cobre o bronce opaco, en realidad, brillaban en tu fulgor y conseguían lo que nunca jamás iban a tenerlo por su propia cuenta, entonces llegaba la ocasión para dañarte y vengarse de un mal que nunca los hiciste y vomitando su envidia te denigran o te ignoran, sin jamás alcanzar el nivel que muestras.

Ahora en mi vejez, viendo estas promesas de dos personas con juventud bastante acumulada y con la experiencia abundante de los amigos de mis años mozos, los que quedan muy pocos, y la verdad más mujeres que varones, sinceramente que valoro más la amistad de los viejos, porque ellos no saben mentir, no ponen cuotas de hipocresía ni esconden sentimientos bajo la manga y esos son los que en verdad te brindan cariño y aprecio y finalizando esta Pastillita que dedico a esos dos amigos que bebieron del cáliz del infortunio, termino con 2 cuartetos del Poema de autor anónimo VERDADES AMARGAS: