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Pastillita para el Alma 15 – 04 – 2022
Ahora, en esta Semana Santa, no lloro por ti, Jesús, al fin y al cabo, eres Dios y hombre, que puede soportar el sufrimiento hasta en su máxima expresión, como así lo hiciste.
Derramo mis lágrimas por tu Madrecita, una santa mujer, que te llevó en sus entrañas, te dio de lactar el néctar de sus pechos, lavó tus pañales, te apoyó en tus primeros pasos, se alegró con tu sonrisa angelical y lloró contigo en tus travesuras y como jugando, sin saber tu naturaleza divina, te enseñó a orar, temer y respetar a Dios.
Jesús, todo el dolor que sufriste durante tu pasión y tu muerte, no es nada si se compara con el dolor infinito que sintió tu madrecita, viendo cómo te maltrataban, te azotan, te insultan y hacen cargar el madero, que, abriendo sus brazos, recibía al Hijo de Dios para ser testigo de su último suspiro.
Amado Jesús, Tú viniste a cumplir una Misión encomendada por tu Padre, pero adquiriste la apariencia de hombre, para conocer en carne propia, la miseria humana, sus odios, sus envidias, sus penas, sus alegrías y sobre todo enterarte de la estupidez del hombre, que, teniendo poder y riquezas, cree tener el derecho de maltratar a sus semejantes, de humillarles y hundirles en el fango de la desdicha y la maldad, a donde los arroja sin piedad y consideración. Cambiaste que los golpes no se devuelven con golpes, nos enseñaste como llegar al Padre y que la más grande riqueza de esta tierra, no es el oro, la plata, las piedras preciosas, ni los terrenos, tampoco las propiedades y nos enseñaste, como recalca Pablo en su carta a los Corintios, que permanece en el hombre la Fe, la Esperanza y el Amor, pero el mayor de todos es el Amor. No tuviste un ejército que te proteja, te resguarde y te cuide, tampoco un púlpito dónde predicar tu doctrina, en los tres años que duró tu ministerio y miles de feligreses te seguían y te seguimos. Sin embargo, el ejemplo de tu vida llena de bondad, de piedad y misericordia, fue motivo, para que en las oquedades tenebrosas de la maldad de la gente crezca la envidia y la discordia y no pararon hasta llevarte hasta el calvario y crucificarte, creyendo que con eso te desaparecían de la faz de la tierra…… ¿Insensatos, miserables y estúpidos!
En esta Semana Santa, lloro por la Virgencita María, por tu Madre Jesús, porque como hombre te trajo a este mundo, tal vez desconociendo que eras el Hijo de Dios. Siendo mujer como todas las mujeres del mundo que traen un hijo sufrió todas las angustias del embarazo, los malestares y las privaciones. La Virgen María, tu madre que te pidió el primer milagro convirtiendo el agua en vino en las Bodas de Canaán. La mujer que estuvo contigo, solo hasta tus 12 años, tal como dejan pensar los Evangelios o aquella, que como toda madre siempre estuvo a tu lado, siguiéndote silenciosa y dándote todo su cariño. Ella te cuidó como mujer, quizás sin saber nunca que eras Dios y por eso sufrió tanto cuando la maldad humana hizo escarnio cuando hacías milagros, curabas enfermos, resucitabas a los muertos. Solo María fue capaz de sufrir tanto y soportar estoicamente el dolor, siguiéndote hasta el Calvario, sin la compañía de aquellos, que, en alguna vez, habían prometido dar su propia vida por salvarte y no verte sufrir.
Generalmente los hijos enterramos a nuestros padres siendo gratos por darnos la vida, sabemos el dolor de perderlos, sin embargo, no hay dolor más grande, según me cuentan que llevar al sepulcro al ser que vino entre sus entrapas y más siendo testigo de todas las vejaciones y sufrimientos del que fu su hijo querido. Tanto dolor virgencita María, tus ojos de tanto llorar, ya no tenían lágrimas, tu corazón se había desaparecido a pedacitos en cada latigazo, en cada caída que tu hijo rodaba por los suelos y madre piadosa hasta el fin, jamás reclamaste o renegaste de nuestro Creador cuando no recibías respuesta de tus lamentos y oraciones pidiendo que tu amado hijo no sufriera tanto.
¡Madre, solo una en el universo y aquel que no la ama con fervor, no tiene derecho de haber nacido!.
Virgencita María por el dolor enorme en la Pasión de tu Hijo adorado, como ejemplo de sufrimiento y de un inmenso dolor, eres la Madre de todas las madres del mundo y en este día 15 recibe mis oraciones y en compañía de tu Hijo Jesucristo os pido miréis con ojos de piedad a mi madrecita Rosita Noriega de Reina, con la que ya pronto estaré a su lado
DOLOR
Susana Calandrelli
Tú que solo contigo, Señor, fuiste severo y en este afán de lágrimas de tu alma esclarecida
Proscrito de la dicha por piados y por fuerte llorabas con el llanto de todo cuánto existe
Señor, Tú que has querido llenar el orbe entero tenías un consuelo, sin embargo, en la vida
Con el dolor sin límites de tu divina muerte ¡Tu Madre iba contigo en el camino triste
Jorge REINA Noriega
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