Rudecindo Vega Carreazo
El Salvador tiene a Bukele, Perú tiene un pelele. El exitoso presidente salvadoreño, electo y reelecto mayoritariamente, convertido en dictador luego de controlar inconstitucionalmente todos los poderes del estado y hacerse reelegir, en mérito a su efectiva lucha contra la criminalidad de las maras, lleva su discurso y logros más allá de sus fronteras, algunos países latinoamericanos buscan imitarlo. El presidente peruano, José Jerí, burdo, grotesco y ridículo remedo, es un presidente accidental, está puesto, cual pelele, por la mafia congresal que dirige el gobierno, para “titiritear” el proceso de transición. Sin haber ganado, con votos, su curul parlamentaria, llegó a la misma de chiripazo, como accesitario del inhabilitado Martín Vizcarra. Nayib Bukele es un líder presidencial que llegó al gobierno con votos mayoritarios en sus dos elecciones, el pelele peruano no tuvo votos ni para ser congresista.
Bukele lucha contra la criminalidad, crimen organizado e inseguridad ciudadana, ha pactado, traicionado, combativo y vencido a las maras (organizaciones criminales) salvadoreñas y; ha convertido a su país, el más inseguro del mundo en uno de los más seguros. Puede cuestionarse y discutirse sus políticas y métodos, existen flagrantes violaciones de derechos humanos, pero no sus logros. El pelele peruano, es parte del crimen organizado que gobierna el país desde el congreso mediante “maras peruanas” llamadas partidos, es otro títere que han puesto para seguir gobernando sin obstáculos. El pelele peruano es un presidente pro crimen y criminalidad de sus jefes: voto a favor de todas las leyes pro crimen y actúa, obediente, desde el ejecutivo. Bukele combatió y combate el crimen, el pelele peruano favoreció y favorece el crimen. Ofensivo es remedar la imagen de alguien que lucha contra la delincuencia para aplicarla a un monigote de la delincuencia gubernamental.
Bukele, desde que ganó la presidencia, impulsó, sobre su éxito contra el crimen, un copamiento de los poderes del estado y organismos constitucionales, como en Perú. Él desde el poder ejecutivo, acá desde el congreso. Han intervenido inconstitucionalmente el sistema de justicia (Poder Judicial, Fiscalía, Consejo de Justicia), sistema electoral y todo organismo autónomo constitucional. La democracia carece de contenido, formalmente existen las instituciones, pero ninguna es autónoma realmente. Bukele ha impuesto inconstitucionalmente su reelección mediante una increíble “interpretación autentica” en favor propio, con jueces que él nombró después de destituir a los titulares. Bukele se da el lujo de llamarse así mismo, “el dictador más cool del mundo mundial”. Su dictadura reposa en su éxito contra el crimen, su enorme popularidad, el control de las instituciones estatales y, la crisis y poca representatividad de los partidos tradicionales. Bukele, hace años lo he escrito, es heredero de Fujimori, de una de sus camadas, las dictaduras de derecha.

En Perú la democracia ha sido destruida y el presidencialismo debilitado desde el congreso de la república, se ha instalado una “parlamentocracia de hecho”, sin norma constitucional o legal que lo regule, no es un parlamentarismo de derecho. Este congreso, infestado de maras partidarias, saca y pone presidentes, ministros, magistrados, funcionarios a su antojo, controla los sistemas de justicia y electoral y, ha designado, al contralor, jefe de la SBS y presidente del BCRP. En Perú existen formalmente todas las instituciones constitucionales pero ninguna autónoma, están copadas y dirigidas desde el congreso.
Si organizaciones criminales dirigen el congreso, en Perú padecemos una “parlamentocracia del crimen”, en otras palabras, un gobierno criminal del congreso. Nuestra desgracia nacional, a diferencia de Bukele, que se sustenta en triunfos electorales, se gestó luego de derrotas electorales, Keiko Fujimori, luego de perder 3 elecciones sucesivas en segunda vuelta, decidió gobernar ilegalmente desde el congreso, sacando y poniendo presidentes y copando instituciones. Entre el 2016 y 2020 tuvo mayoría parlamentaria, luego lo ha conseguido en alianza con otras maras partidarias. Bukele ha montado una dictadura para combatir el crimen, en Perú tenemos crimen gubernamental desde el congreso. Nada comparable El Salvador de Bukele con nuestro Perú del pelele.
Bukele construyó su reelección sobre la lucha contra el crimen y la oferta electoral de luchar contra la corrupción, el pelele peruano, tiene un prontuario de acusaciones por delitos de violación sexual, corrupción, enriquecimiento ilícito, contrataciones públicas ilegales, etc. Bukele es un exitoso político formado en el movimiento guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, como militante de dicho partido de izquierda, ganó las elecciones municipales en el distrito de Nuevo Cuscatlan (2012) con más del 51% y luego las de San Salvador (2015) con más dl 50%; el 2019, como candidato de una alianza de derecha (GANA), luego de su expulsión partidaria, ganó las elecciones presidenciales con más de 53% y, el 2024 fue reelecto presidente con más de 84%. El pelele peruano, el 2011 y 2014, fue candidato a regidor, sin éxito, en Lima metropolitana y, el 2021, candidato a congresista, sin éxito también, por Lima, incluso con el número 3 no llegó a 12,000 votos, perdió las elecciones y accedió al cargo sólo por inhabilitación del real ganador. Bukele es un ganador consumado; el pelele peruano un perdedor acostumbrado.
El pelele peruano, remeda hoy vestimenta y estilo de Bukele, está visitando prisiones, reales centros de operación e instrucción criminal, acompañado del ministro del interior y el jefe de la policía, las mismas requisas de siempre con harta prensa. Mejor y más simple es aislar comunicacionalmente a las prisiones (hay tecnología de sobra), aislar a todos los cabecillas que están identificados, cambiar y sancionar a los funcionarios del INPE y la PNP. Quiere mostrar “autoridad” visitando barrios calientes en Lima y el Callao, harta publicidad sin nada efectivo, para desgracia, en los barrios visitados, luego han ocurrido asesinatos; más que “visitas disuasivas” parecen “visitas motivadores” para los sicarios y extorsionadores. Ha declarado, otra vez, el estado de emergencia, acompañado de varias medidas adicionales y puntuales, no dará resultado; no está pensado para combatir la inseguridad y criminalidad, sí para “combatir” y controlar la protesta ciudadana que ha vuelto para decir que no está dispuesta a aceptar a otro títere “figureti” de la mafia congresal en el gobierno.
Imposible esperar del pelele una propuesta para derogar las leyes pro crimen, pues por todas ellas voto a favor, recuperar la institucionalidad democrática sería una osadía. El pelele esta puesto para entretener y despistar a la ciudadanía; mientras la mafia gubernamental desde el congreso, sigue haciendo negociados, prepara su continuidad y reelección, controla las instituciones judiciales y electorales y, persigue y elimina a sus adversarios. El pelele peruano es un burdo, grotesco y ridículo remedo de Bukele, no lucha contra el crimen, es un títere del crimen organizado que gobierna el Perú. Si el crimen gubernamental continúa, la lucha ciudadana continúa también.
 
															 
								 
								 
															

 
															


