The New York Times sobre José Jerí: “En Perú quién ocupa la presidencia importa cada vez menos”

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El artículo evidenció la influencia de los grupos políticos en Perú sobre el Gobierno de turno, por lo que un cambio en el mandato no significa necesariamente un beneficio para la ciudadanía.

Narda Saavedra – La República

Un artículo de opinión de The New York Times escrito por el investigador Will Freeman, titulado «Perú muestra cómo las democracias mueren incluso sin dictador», evidenció la influencia de los grupos políticos en Perú sobre el Gobierno de turno. Por ello, considera que «quién ocupa la presidencia importa cada vez menos» y que la asunción de José Jerí como presidente no significa necesariamente un cambio que beneficiará el país.

«Durante años, el presidente ha gobernado en gran medida sobre el papel. El verdadero poder de decisión se ha trasladado a una coalición difusa de agentes del poder político, muchos de los cuales han sido acusados ​​de tener vínculos con redes de corrupción», se lee.

Freeman menciona a la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori; el fundador de Podemos Perú, José Luna Gálvez, y el prófugo líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, como los agentes de mayor poder político en el país. Conociendo ello, «los peruanos saben que un nuevo presidente no significa necesariamente un cambio en quién gobierna», afirma.

Esto explica, según el investigador, por qué las manifestaciones sociales para exigir políticas públicas contra el crimen organizado continuaron tras la vacancia de Dina Boluarte.

No es necesario un dictador para perder la democracia

En ese contexto, Freeman relaciona el problema de inseguridad ciudadana con la pérdida de la democracia. Si bien en Perú no se ha instaurado una dictadura, «las libertades básicas que asociamos con las democracias funcionales se están desvaneciendo».

¿Cuáles son esas libertades? «La libertad de trabajar sin ser extorsionado, de denunciar delitos o corrupción oficial sin represalias, o incluso de caminar por la calle sin miedo a las pandillas», indica.

No es necesario, entonces, tener gobernantes similares a VBasladimir Putin (Rusia) o Nicolas Maduro (Venezuela) para ver «erosionada la democracia». Basta solo con tener un «gobernante sin restricciones» para que la libertad se vea afectada. Es decir, sin la existencia de un equilibrio de poderes (Legislativo y Judicial), «la libertad puede morir para grandes sectores de la sociedad».

Se plantea entonces la interrogante: «¿Cómo desaparece la libertad sin que un gobernante o partido gobernante la arrebate?».

Freeman plantea: «La historia reciente del Perú y de varias otras democracias latinoamericanas, entre ellas Brasil, Colombia y México, muestra que hay otra forma, aún más insidiosa, en que la libertad puede morir para grandes sectores de la sociedad: cuando el Estado no puede o no quiere limitar los poderes privados depredadores (los narcotraficantes, los mineros ilegales de oro, los traficantes de personas, los grupos corruptos) y los funcionarios y políticos que hacen negocios con ellos».

Pérdida de la democracia como consecuencia de la inseguridad ciudadana

El investigador denomina a los grupos criminales como «poderes paralelos», paralelo porque no están completamente dentro del Estado ni completamente fuera de él. De esa forma, precisa, el Ejecutivo «tolera» la criminalidad y «la línea entre burocracia y delincuencia» se desvanece.

«Estas democracias latinoamericanas, incluyendo la peruana, no son como las dictaduras de Venezuela, Nicaragua o Cuba, donde los regímenes represivos se aferran al poder manipulando las elecciones y encarcelando a los disidentes. El resto de América Latina tiene más que temer de algo como el sistema que se está consolidando en Perú hoy en día: un mosaico de fuerzas respaldadas por una coalición difusa de facilitadores políticos y financieros», precisa.

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