OFICINA O CÁRCEL

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Pastillita para el 26 – 06 – 2025

Indudablemente que la Libertad, definida, en el modo más simple y como ayuda para lo que deseo expresar, en este modesto texto es, no tener, nada con lo que castiga la Ley y no estar sometidos a permanecer tras las rejas y la mirada atenta de los vigilantes o custodios de la cárcel, sin embargo, no nos damos cuenta que, en el transcurso de nuestra vida, todos sufrimos carcelería y llevamos cadenas en una u otra forma, …  todos somos prisioneros de nuestros usos y costumbres, creencias, miedos, vanidades, vicios, egoísmos, envidias, odios, bajas pasiones, ostentaciones, normas de urbanidad y comportamiento, entre otras cosas más, haciendo y cumpliendo, lo que la sociedad, ha definido como “hechos del Bien y obras del Mal”.

Claro, sin cruzar la línea, de la crítica férrea de los bien entendidos, mi propósito, es contar, a mi manera, una parodia, leída en un libro de anécdotas, reflexiones y fábulas recopiladas por el autor Lopera Gutiérrez, quien analiza en forma jovial, pero, cruda y verás, la realidad de los personajes que, cumpliendo una actividad, hacen todo el sacrificio para sostenerse y llevar el pan a sus casas y pertenecen a lo que la sociedad los denomina: la Burocracia, compuesta por personajes mal pagados, explotados y sin lugar a queja alguna, por el temor de ser expulsados y convertirse en parias, aumentando el número de profesionales o técnicos desempleados, los cuales abundan en nuestro medio y Lopera Gutiérrez compara, en forma de caricatura, con aquellos individuos que, han sido castigados por la Justicia y cumplen una pena privativa de su libertad en las cárceles que, según lo refiere el autor, debe ser en establecimientos penales de otros países y no en los de nuestro territorio nacional, donde, el hacinamiento de la población carcelaria es grande, lo cual significa que, … hay muchos malhechores o la capacidad de los establecimientos penales, es deficiente, especialmente para los presos, sin padrinos o carentes de dinero o aquellos que, pagan sus culpas por muy poca monta, porque, … los “dichosos” que  embolsicaron bien, jugosas fortunas y tienen muy buenos abogados, suculentamente pagados, viven en lo que, el vulgo común y corriente, llama, las “cárceles doradas”, mientras sus angustiados consortes y  familiares gozan, en el extranjero, de los beneficios de la mal habida fortuna. La cárcel dorada, tiene todas las comodidades del caso, parecido a los “Airbnb” o sea, un dormitorio con cama de doble plaza, sala con televisor, comedor y cocina con utensilios completos, baño con agua caliente, alquilado ahora por los turistas, para alojarse temporalmente y ahorrarse en el pago de hoteles.

Siguiendo la trama  de la parodia, un preso, en una cárcel, ocupa una celda de 2 .50 metros de largo  por 2 metros de ancho, tiene una persona que lo abre y cierra la puerta, goza de luz eléctrica y agua durante todo el día, un televisor para ver sus programas favoritos, facilidad para leer revistas y los libros que quiera,  llamar por teléfono y chatear las veces que desea, tiene tres alimentos al día, desayuno, almuerzo y cena en forma gratuita y … para los de las celdas doradas, dietas exquisitas, hechas al gusto de su refinado paladar y siguiendo instrucciones de su nutricionista, gozando de una suite, donde reciben a sus visitas y descansan en una confortable cama con mullidas cobijas para dormir plácidamente.

Los presos comunes, tienen un servicio higiénico personal y sus horas de salir a tomar el sol y hacer un estiramiento de piernas y muchos de ellos practicar un poco de deporte, para no perder la forma. Si ellos, se portan bien, son felicitados y rebajados, los días de cumplir prisión. Tienen visitas una vez a la semana de sus familiares y en casos especiales de sus parejas o de personas que les permiten cumplir con sus necesidades íntimas, también, gozan de servicio de sanidad a cualquier hora del día o de la noche, con medicación gratuita y algunas veces con servicios de rehabilitación física y psicológica, por el malestar que sufren, al estar privados de su libertad. Bueno ni hablar de los presos dorados, quienes inclusive se dan el lujo, de pensar que su situación sigue, en el mismo poderoso lugar donde delinquieron o los galones que usaron, mientras ejercieron sus elevadas funciones, siguen adornando sus hombros o sus muñecas y exigen, un trato especial y extraordinario y una consideración especial, alegando que fueron elegidos por el pueblo peruano y por lo tanto se les debe consideración y respeto.

Hablando de penales, viene a mi mente la cárcel de Santo Domingo de Chachapoyas y los famosos partidos de Básquet que jugábamos con los presos, previa apuesta, donde el equipo perdedor, pagaba las bebidas, en la cantina de don Alberto López, “el mazo” situada a pocos metros del presidio. La estrella de los presos, haciendo canastas era, el popular Calacencio, si mal no recuerdo. El alcaide de la cárcel era don Arturito Caro quien, rigurosamente, cuidaba que, los presos después de cobrar o pagar la apuesta, regresen a su prisión, antes de las 6 de la tarde, porque a esa hora, cerraba el portón y los que se demoraban, tenían que entrar por la oficina del jefe, un teniente de la Guardia Republicana, de piel colorada y cara de pocos amigos, encargado de darles un sermón y la recomendación que no vuelva a repetirse tal falta.

Siguiendo la trama de la parodia, los empleados públicos, personas, que tuvieron la suerte de tener una buena vara o un alto personaje que los recomendó, gozan de un “puesto en el Estado”, los cuales, tienen un escritorio con una silla, las más de las veces de plástico o de metal, ocupan un espacio, como la de los presos, pero, mucho más pequeño de 1.50 metro de largo por 80 centímetros o 1 metro de ancho, encerrado, no entre rejas, como los reos, sino entre lunas. Ellos, tienen que marcar una tarjeta, poner su huella digital o mirar muy cerca de una máquina que reconoce su retina para que lo dejen entrar y salir, … no pueden usar sus teléfonos celulares ni chatear, por temor a ser castigados o multados, tienen un jefe estricto que los vigila constantemente y el que muchas veces, no hace nada, solo rondar y molestar a sus “esclavos” a su cargo. Disponen de una hora para disfrutar la comida, hecha por ellos mismos en sus domicilios, el famoso “refrigerio”, frío y muchas veces desabrido. No pueden recibir a sus familiares, casi por ningún motivo. Si se desempeñan bien, posiblemente, les den más trabajo, lo cual tienen que cumplir sin lugar a ningún reclamo. Si se enferman, los más suertudos, tienen atención en la Seguridad Social, siempre y cuando hayan tenido una cita concedida, con suerte, en 2 o 3 meses y si se trata de exámenes auxiliares o estudios especiales, el tiempo se prolonga unos meses más. En sus famosas, pomposamente, llamadas oficinas, si tienen que salir a los servicios higiénicos, deben ser con autorización del supervisor o de su jefe inmediato, quien lo controla el tiempo de demora, sin tener en consideración, el turno en la cola, para ocupar un cuarto de baño, estrecho, pestilente y anti higiénico.

Maravillosa la LIBERTAD, pero, no la que juzgan las Leyes y la sociedad, hecha por los hombres, sino, aquella, la que se encuentra en ese laberinto intrincado de nuestra masa encefálica y nos ha dado la oportunidad, de encontrarnos “quienes somos nosotros en este mundo”, donde la vida es bella y maravillosa, con todos sus avatares y rencillas, sus alegrías y penas indescriptibles, sus misterios escondidos en el largo y corto camino de nuestra fugaz existencia.

Todos seamos como JESUCRISTO, que vino a este planeta, para enseñarnos a “predicar con el ejemplo, amando a DIOS, sobre todas las cosas y a nuestro prójimo, como a nosotros mismos, a curar y restablecer enfermos a cambio de nada, a irradiar amor a montones, a pedir perdón y ser perdonados y tener compasión de todos los que sufren o gozan de alegrías pasajeras, sin dañar o perjudicar a nadie, que en el buen sentido de la palabra, es la verdadera Libertad que todos anhelamos.

Jorge REINA Noriega

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