Convivencia armónica y buen vivir es conocer, valorar, preservar y difundir nuestras tradiciones culturales de antaño. La cultura viva está presente en nuestro pueblo, hay familias que, a pesar de todo, aún mantienen nuestras tradiciones y debemos apoyarlas, desde la vecindad y desde las autoridades también. La minga, el labray, el hueche, la piumbra, los danzantes, los cantos fúnebres en los velorios, la fiesta de la Cruz de Lámud Urco, las pastorcitas, entre otras manifestaciones deben supervivir al paso de la modernidad.

Es valorar nuestra fe y espiritualidad, pero también respetar al otro hermano que piensa distinto. Gualamita une al pueblo, pero hay que saber también que hay otras formas de pensar y de expresar el sentir religioso y espiritual y debemos ser tolerantes y respetar al prójimo, vivir en unidad practicando la fraternidad.

Es respetarnos entre ciudadanos, amar y preservar la naturaleza. Sigamos tratándonos todos como familia, valoremos los buenos actos: barrer las veredas y las cuadras; limpiar el frontis de las casas, desechar la basura donde se debe; saludarnos con un buenos días o un buenas noches, ayudar al prójimo cuando tienen necesidades, recordemos el bien se hace en silencio, el resto es teatro. Sin embargo, hay que respetar también la naturaleza. Alberga nuestro suelo, un modesto río Jucusbamba, una quebrada de Gachi, un riachuelo como Cacshunta y muhos manantiales. Cuidemos nuestras fuentes de agua, cuidemos nuestra flora y nuestra fauna. No seamos cómplices de que “gente perversa” esté extinguiendo animales silvestres como el venado gris, el majaz, los quintes, las shipipas, los peces como las truchas, los plateados o las llushcas entre otros animales que hacen más armónica la vida. 

Es dejar nuestras mezquindades y apostar por el desarrollo de nuestro pueblo. Hay muchos paisanos han tenido que emigrar. Lejos de la tierra han alcanzado un mejor estatus social, trabajan en puestos claves como funcionarios en entidades estatales y privadas, han ganado mucha sapiencia y experiencia, ven el mundo de manera distinta; considero que lo mejor de todo ello, deben volcarlo hacia esta tierra que los vio nacer y crecer, coadyuvando a emprender proyectos que van a permitir alcanzar el progreso.

Es defender a nuestra tierra cuando las autoridades y funcionarios estatales incumplen con sus funciones. Cavilemos: ¿Dónde está la piscina, hoy convertida en mecánica de vehículos del municipio? ¿Qué fue de la piscigranja, hoy convertida en potrero? ¿Qué fue del Pozo de Oxidación construido por el actual gobernador regional en su primera gestión, que nunca funcionó y es un elefante blanco? ¿Qué es de nuestras publicitadas pistas que día a día tiene más remiendos que vestido de un indigente? Que el COAR se haya por fin establecido en Lámud está bien. ¿Por qué no construyen el local del COAR en su propio terreno? ¿Qué es de nuestro Coliseo Cerrado que se cae y destruye pedazo a pedazo? El Centro de Salud Mental es un avance, no obstante, ¿dónde quedó la construcción del hospital? El sistema de agua potable está de mal en peor. Sin duda, una retahíla de preguntas e inquietudes que nos deben llevar a la reflexión. Nuestras autoridades deben gestionar si no quieren pasar al olvido por su ineptitud; y nosotros como población debemos ponernos las pilas, no ser cómplices de tanto letargo y retroceso. Somos una de las gallinitas de los huevos de oro en cuanto al turismo: ¿Qué beneficios concretos vamos adquiriendo o es que solo unos cuantos se llevan dinero al bolsillo? Proyectos como la revaloración del Molino de Piedra de don Cesario Torrejón a cargo de Beto Vidarte o el Hogar y centro de día para el adulto mayor Chiara Lubich a cargo de Jheny López valen la pena apoyar, necesitamos más programas beneficiosos y menos gente adulona de la mediocridad. 

Es ser sencillos y ayudar a prosperar a los demás. Tú coterráneo que aprovechaste la oportunidad que la vida te brindó y alcanzaste tu realización, muéstrate sencillo, confúndete con la gente, da la mano a otros, coopera para que otros asciendan como tú. No vengas en setiembre ni en otro mes del año a discriminar a los paisas, ni a ostentar tu efímera vanidad.

Ayer trece de setiembre, vísperas del día central en honor al Señor de Gualamita, cada hogar lamudino ha encendido velas alrededor de su casa. Todos añoramos nuestras fiestas y ese especial reencuentro familiar y amical. La pandemia y la crisis internacional nos está golpeando, esos cirios significan fe y esperanza, y en nosotros no mueren esas dos virtudes que hoy por hoy conducen nuestras vidas hacia el cambio por un mundo mejor y más humano. Practiquemos las enseñanzas del nazareno de multitudes, nuestro Señor de Gualamita, pasemos de las palabras a la acción.