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Pastillita para el Alma 25 – 04 – 2024
Para las personas que, tenemos la suerte de recorrer el largo camino de la vida, siempre vamos a tener en la última fase, de nuestra faena, los problemas de la vejez y al final de todo, la ausencia inevitable, de la salida de nuestro espÃritu, propiedad Divina, que en el decir de la gente, la llamamos muerte, es decir nuestro espÃritu, se desviste de su ropa material o sea de su pellejo, su carne, huesos, vasos sanguÃneos, nuestro corazón, angustiado de su jaula, de donde, no encontraba la hora de escaparse, nuestro cerebro, con su bullicio de recuerdos, de angustias y preocupaciones, de alegrÃas y momentos placenteros y se acabarán nuestros sentidos que nos relacionaron con el mundo donde convivimos, para convertirse en polvo de donde procedemos.
Tal como dicen los hombres de ciencia, la tercera parte de nuestra vida la pasamos, formando y construyendo nuestros órganos y sistemas, ese traje del alma, asiento de un sinfÃn de peripecias, que se inicia desde el momento que vemos la luz del dÃa y siendo bebés gozamos de la fortuna del amor de nuestra progenitora, sin embargo, algunas veces llegamos cargando anomalÃas congénitas, cruel padecimiento para los que nos crÃan, luego nuestra niñez y juventud, larga jornada de estudios, de sacrificios de penurias, de ilusiones, de enamoramientos, de decepciones, ilusiones, sueños y el afán de formar una vida para el futuro, que generalmente es desperdiciada encaminando nuestro futuro por sendas equivocadas, a la larga gran pesadumbre o alegrÃa de los que tomaron malos o buenos rumbos.
Arquitectos de nuestro propio destino, dueños de nuestro Libre AlbedrÃo que, nos concede Dios, para escoger nuestro cielo o infierno en esta tierra.
Rubén DarÃo, en su poema “Canción de otoño en primaveraâ€, dice: Adios juventud divino tesoro/ ¡Ya te vas para no volver! / Cuando quiero llorar, no lloro;/ y a veces lloro, sin querer.
La Juventud, para muchos de nosotros, es una faceta de nuestra vida, que es inolvidable, especialmente la época de estudiantes en la universidad, nuestras vacaciones, en la bella y hospitalaria ciudad de mis amores, mi Chachapoyas, mis viejos, mi madrecita chiquita mi Dorisita, mis hermanos Lucho y Joshé, mis queridos compadres, los socios del Club Higos Urco, mis grandes e inolvidables amigos, hombres y mujeres; mi primer amor escondido en un huequito de mi maltrecho corazón, igual que de ella ahora ayudándole a latir; las bellas damitas, dueña de mis suspiros, de mis cartas sin respuestas, de las que detrás de sus balcones escuchaban las melodÃas del acordeón de mis compadritos Chinche y Crespo, … la voz de mi compadre Polla, cantando con voz romántica, lo que mis labios no se atrevÃan a decir.Â
Nuestra juventud, pasa como un torbellino, dejándonos con la dulzura de la miel en nuestros labios y sin darnos cuenta ya somos hombres adultos, maduros, obligados a cumplir leyes y reglamentos a formar nuestros hogares y agradecer al cielo, por la pareja que nos señaló, para ser la compañera de nuestras vidas, luego los hijos con sus vivencias y ensueños y en seguida los nietos, que son las joyas que, ahora nos embelesan y nos hacen prisioneros de sus caprichos e ilusiones.
Sin darnos cuenta llega la vejez, el tercer perÃodo de vida, que, gracias a Dios, es una forma de comportamiento, de cambio de actitud, por el disfuncionamiento normal de nuestros órganos y sistemas, que, con la ruma de años, que, muchos de nosotros cargamos en nuestras espaldas, estos órganos y sistemas, se van desgastando en su funcionamiento y también, como consecuencia del uso que los hemos dado, asà como la forma y el lugar donde hemos laborado.Â
Ser viejo, es una filosofÃa de vida, que permite apreciar nuestro tiempo de vida, como el resultado de la suma de los años;… mirarlos, con felicidad, si tenemos en nuestra conciencia no haber hecho daño a nadie voluntariamente y nos facilita sentarnos en un poyo o en un banquito a la vera del camino, para analizar nuestros hechos con entera sinceridad, sin apreciar remordimientos y angustias por sueños no realizados, de promesas personales no cumplidas o por culpa o capricho de otros, asà como actos reñidos con los usos y costumbres o enajenando y haciendo el mal a inocentes, sino con la firmeza y seguridad, de que todo lo que se ha hecho es con la firme convicción de haber actuado dentro de las normas de los hombres probos y de buena voluntad y sobre todo dando gracias a Dios, por haberme permitido, ayudar a la gente, a la medida de mis posibilidades y cumpliendo, a mi manera, con sus Mandamientos y Leyes Divinas y afrontando las adversidades con valentÃa y honor, consciente de que los años no son un impedimento para sentirse envejecido, sino, es nuestra fuerza de voluntad que, cuando se debilita y acobarda, nos vuelve ancianos, por eso, hay que enfrentarse a las adversidades y desventuras, con fuerza, siendo feliz, aun estando enfermo, tullido y con dolores, sin temor a la muerte, que es un cambio de vida y si bien, como muchos dicen, es “un sueño eterno†y entonces, quien no es feliz cuando uno duerme plácidamente y sueña, especialmente cosas hermosas y bellas.Â
Jorge REINA Noriega
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