Es cierto que los presidentes se han comprado esa absurda idea que para caerle bien a la gente deben uniformarse con una camisita blanca que diga “presidencia” o “ministerio X”. Así, se supone según algunos “expertos” de marketing que están “trabajando”. Pero la vida de un mandatario, más allá de lo demagógico de sus gustos o intenciones, debe guardar en el vestir la investidura del cargo. ¿Deben vestirse con su plata? ¿Deben comprarse joyitas de fantasía en una cumbre o visita de Estado? Yo creo que no. El Estado a quien representa debería encargarse durante su período de esos asuntos, a cuenta de que sean devueltos una vez termine su mandato para que las joyas, al menos, puedan ser usadas si quieren por sus sucesores.

En un país de resentidos como es el Perú y donde la prensa es carbonera (¿ustedes creen que los presentadores y presentadoras de televisión se visten y se enjoyan para la cámara con su plata?), se teme que la crítica vaya por que el primer mandatario se vista con su plata. Eso es demagogia y ha llevado al cadalso a Boluarte y en su momento a la exprimera dama Nadine Heredia. Es obvio que las mujeres necesitan un mayor presupuesto que los hombres. Estos apenas necesitan un par de ternos azules o grises hechos a medida, corbatas rojas o blancas al igual que una docena de camisas y dos o tres pares de zapatos negros y marrones según el caso.

Pero las mujeres tienden por naturaleza a emperifollarse más que los hombres. Necesitan una buena cantidad de prendas de vestir y joyas que lucir. ¿Cómo se las va a comprar? ¿Con los 15,000 soles que gana un presidente? Para eso el Estado tiene que prever una partida presupuestal que evite los problemas de los préstamos o regalos que generan suspicacias como ha sucedido con Boluarte o primeras damas. En UK, el primer ministro puede recibir regalos personales hasta cierto monto y los que exceden revierten al Estado una vez que deja el cargo.