11/07/24 - 03:38
Luis Alberto Arista Montoya*
Es probable que por estos dÃas los habitantes de la región Amazonas estemos viviendo una especie de paradoja existencial colectiva: por un lado, al tiempo que las autoridades lazaban muy horondas, a nivel nacional, la ambigua imagen turÃstica “Mundo Chachapoyasâ€, por otro lado, la cruda realidad mostraba la terrible barbarie de las agresiones sexuales contra niñas/niños en la provincia de Condorcanqui, siendo capturados, poco tiempo después, algunos “profesores†violadores, justo  el DÃa del maestro.
Amazonas está en el ojo de la tormenta noticiosa por lo negativo, no por lo positivo. El caso de las agresiones sexuales (violaciones) es la comidilla del dÃa en Lima: en periódicos, revistas, la tele, la radio y en las redes sociales. Esto mella la imagen/región, atenta contra la buena hospitalidad que tenemos para con los turistas; nuestra reputación cultural milenaria se puede ir al traste en un cinco ¿Con qué cara invitamos a los turistas que nos visiten en estas fiestas patrias, en la fiesta patronal o en cualquier momento?
No olvidemos nunca que el turista- sobre todo el extranjero- lo que busca fundamentalmente es conocer y vivir la cultura de otros pueblos, ser bien tratado, no esquilmado económicamente, relajarse y pasear por los Paisajes Culturales con plena seguridad. Pero, si antes de comprar su paquete de viaje se entera que en Amazonas abundan los agresores, violadores, y la población vive sin ser defendida (en indefensión) por sus autoridades polÃticas, policiales, judiciales, sociales, académicas y de la sociedad civil, entonces, los turistas simplemente no arriesgan ,elegirán visitar otros paÃses.
Ante este espeluznante caso de Condorcanqui (violación sexual de más de 500 niñas, entre el año 2010-2024), estamos ante un Estado reactivo: sus autoridades reaccionan tardÃamente cuando sà y solo sà los medios de comunicación denuncian. Aparentemente los ministros responsables ahora están agilitos, habladorcitos aparentando- solo para la foto- que castigarán a los violadores y que tomarán medidas preventivas. Sus famosas direcciones interculturales han fracasado totalmente, viven en Lima dentro de una morosidad burocrática que se jacta vivir en un lindo paÃs multicultural, multirracial, multilinguÃstico. Pura chachara sociológica de escritorio, bar o cafeterÃa.Â
Mientras las madres nativas Awajún y wampis lloran dÃa y noche por sus hijas violadas, además con el miedo del retorno de los tunches pervertidos, porque cunde la impunidad con autoridades judiciales blandengues.
Hermógenes Lozano, alcalde provincial de Condorcanqui, ha declarado, por ejemplo, desconocer los recientes anuncios del ministro de Educación, en cuanto a la implementación de 16 redes de protección de estudiantes de la provincia con la ayuda de las comunidades wampis y awajún. Ha mentido una vez más el “ministro antropólogoâ€.
 Lo cierto es que  las llamadas rondas de comunidades nativas son las que están capturando a los delincuentes para entregarlos a las autoridades judiciales y policiales competentes, que ahora mismo, carecen también de apoyo logÃstico necesario para su desplazamiento rápido.
Lejos del “ojo por ojo, diente por dienteâ€, creemos que esta vÃa de acción comunitaria que se conoce como “justicia alternativa†es la que debe ser consolidada para una mejor vigilancia rural y urbana, para evitar la reproducción abusiva de estos bochornosos delitos. Sabiendo que los ámbitos preferidos de estos violadores son dos: o las niñas son llevadas con engaños por sus “profesores†a sus cuartos, o prefieren llevarlos lejos al monte para no ser vistos ni se escuchen los gritos de la vÃctima.
Pero también es evidente que las vÃctimas de abuso sexual requieren atención inmediata por parte de médicos, tutores y psicólogos. Pues estas experiencias traumáticas dejan una huella indeleble en el cuerpo, la memoria y el espÃritu de un infante. De manera que el sector salud, de educación (incluidas las universidades), el sector de la mujer y poblaciones vulnerables, el sector cultura, y la DefensorÃa del Pueblo, junto con la sociedad civil tienen que actuar interdisciplinariamente y en forma sostenible, para castigar, vigilar y erradicar estas agresiones sexuales, que en la vÃctima después genera ira, rencor, miedo, depresión y resentimiento social. No miremos de soslayo el problema, ni con indiferencia voltear la cara y mover los hombros… Porque vivimos tiempos revueltos y malvados es bueno actuar ¡YA!.
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 EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 11 de julio de 2024. Luis Alberto Arista Montoya.