26/09/24 - 04:06
Luis Alberto Arista Montoya*
¿A quiénes conviene la propagación incontrolable de los incendios? ¿Cuáles podrían ser sus causas? Si bien debemos indagar sobre las causas (para tomar futuras previsiones), también tiene que preocuparnos sus efectos, para reparar los daños ecológicos y sociales, de esa manera evitar estallidos sociales que podrían venir, agitados por los mismos incendiarios.
En principio, es bastante raro que los incendios hayan aparecido, casi de la noche a la mañana, en 22 regiones, entre las cuales está nuestra región Amazonas, sufriendo estragos fundamentalmente en los bosques de las provincias de Luya y Bongará, con visos a extenderse a lo largo del Valle Sagrado de la Cultura Chachapoyas, situación que no fue así gracias a la rápida acción comunitaria, a la intervención oportuna de los valerosos bomberos, a los funcionarios de defensa civil, y a las estacionales lluvias de setiembre.
Esta fatal coincidencia a algunos analistas les hace pensar en una mano negra como causante del desastre. No se trataría de una conspiración política. Pero sí de una angurria de grupos de poder fáctico: pues, aprovechando la dación de la Ley antiforestal promulgada por el actual Congreso, las mafias de la tala ilegal e informal, los narcotraficantes de drogas (necesitan más tierras para sembrar coca), los empresarios informales para comprar terrenos baratos, sea para la agricultura, minería, viviendas, hoteles, o construir carreteras que atraviesen la amazonia, rompiendo totalmente el equilibrio ecológico.
A esta gente que maneja esa economía negra le interesa un bledo el cuidado del planeta tierra, el bienestar de las futuras generaciones, no creen en el cambio climático. La angurria es su divisa. No por algo, previamente, han asesinado a 36 dirigentes nativos defensores del medio ambiente, buscaban atemorizar a las comunidades nativas, dejarlas inermes sin líderes, para quitarles capacidad de respuesta en momentos de los incendios. Se equivocaron. La fuerza comunitaria nativa no tiene un solo líder (Apu), tienen varios de acuerdo a las circunstancias adversas (no son como los partidos o movimientos políticos urbanos que solo tienen un solo caudillo que funge de líder, que aparece como dueño absoluto del grupo de poder).
Entonces no sería una sola mano negra, sino muchas manos negras que buscan convertir al Perú en un “llano en llamas”. Se habla incluso de sicarios mata-árboles. Una especie de sicariato en los montes, aprovechan el caluroso verano, la ausencia de lluvias y la incapacidad del Estado empírico que no cuenta con helicópteros contra incendios, ni con una buena Policía Forestal que vigile toadas las cuencas hidrológicas que por tener bosques circundantes también son consideradas como cuencas ígneas, llenas de árboles y arbustos resinosos(aceitosos)que se convierten en un gran combustible para propagar el fuego
Bien decía en 1942 el maestro Jorge Basadre que los tres grandes enemigos del Perú son:
1-Los incendiados: son los que se han quemado sin iluminar, se agitan sin construir; son los que prenden explosivos y vierten veneno [ kerosene, gasolina, pólvora] para que surja una gigantesca fogata(como hoy en día)
2-Los podridos: son los que prostituyen palabras, conceptos, hechos e instituciones al servicio exclusivo de sus medros (intereses, placeres), de sus granjerías, de sus instintos y sus apasionamientos. Los podridos son los corruptores y los corrompidos, ambos se tornan en corruptígenas del cuerpo y alma de la nación Peruana. Los podridos han hecho y hacen todo lo posible para que Perú sea una charca, o su chacra.
3- Los congelados: son los que se encierran dentro de ellos mismos, no miran sino a quienes son sus iguales y a quienes son sus dependientes [lacayos, sobones], considerando que nadie más existe. Son dogmáticos, fanáticos y ególatras. Los congelados ven al Perú como un páramo, un terreno baldío y abandonado.
“Toda la clave del futuro- dijo el joven Basadre- está allí: que el Perú escape del peligro de no ser sino una charca, de volverse un páramo [después de estos incendios provocados, por ejemplo] o de convertirse en una fogata [ como está sucediendo con los bosques incendiados en las 22 regiones]”; decía Basadre en 1942 en su clásica obra La Promesa de la Vida Peruana, p.51.
Que el Perú no se pierda por la obra de estos grandes enemigos. Ni por la inacción e indiferencia de las grandes mayorías peruanas. Ese es el recado que nos dejó el historiador de la Época Republicana, Jorge Basadre. Ese reto nos interpela, debemos responder todos en forma solidaria y sostenible; sin cálculos políticos, como desgraciadamente algunos politicastros están haciendo así: a bosques quemados ganancia de oportunistas.
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 26 de setiembre del 2024. Luis Alberto Arista Montoya.