20/11/24 - 04:22
Luis Alberto Arista Montoya*
La semana pasada Perú fue sede del foro APEC-2024 y el APEC CEO Summit, que reunió a autoridades de las 21 economías Asia-Pacífico y más de mil ejecutivos y líderes de opinión. Nuestro país fue un digno y eficiente anfitrión. Es de justicia reconocer que la organización y el protocolo a cargo de nuestra Cancillería fue impecable. Felicitaciones.
Si partimos de la Teoría del Conocimiento moderno sustentada por el filósofo inglés Francis Bacón (referente del filósofo chachapoyano Toribio Rodríguez de Mendoza Collantes, cuando este fue profesor y Rector en la universidad de San Marcos) cuatro son los ídolos del entendimiento humano que estuvieron presentes en los debates de APEC.
Veamos:
1.- Los “ídolos de la tribu” (o prejuicios propios de las sociedades organizadas). La tribu peruana, la tribu china, por ejemplo, cada cual con su propia idiosincrasia de pre-jui-cios, ideas y creencias.
2.- Los “Ídolos Specus” (o prejuicios naturales de la especie humana). Por pertenecer a la especie humana todos los asistentes a la APEC-2024, tienen derecho a vivir dignamente y con voluntad de representación a favor de la humanidad entera. Es por eso que lograron ciertos consensos de comercio justo y equitativo.
3.- Los “Ídolos del Foro” (los juicios previos que el ser humano asume cuando usa y abusa de ciertas palabras). Estos ídolos fueron los que más abundaron porque los discursos se entrecruzaron. Además, a los líderes les encanta hablar, ser escuchados, y escucharse a sí mismos, por eso algunos son puro floro (retórica). Quizá las palabras más idolatradas fueron: desarrollo sostenible y cooperación en un mundo global. Obligados los peruanos hablar chino mandarín, y los chinos hablar español, para evitar la traducción traicionera
4.- Los “Ídolos Teatri” (son los juicios o prejuicios que el hombre acarrea desde el teatro de la tradición), generan visiones tradicionalistas. La visión de que lo líderes y autoridades de Perú y China han hecho empatía es porque ambos son cuna de civilizaciones milenarias con fuerte carga de tradición histórica pasada, con un orgulloso tiempo presente, y con un promisorio destino histórico (países futuribles con desarrollo sostenible a favor de las futuras generaciones- es por eso por lo que el cuidado del planeta tierra es un imperativo categórico de la ética global).
Estas 4 formas de idolatría, muchas veces, nublan el entendimiento humano, y no facilitan la “acción comunicativa” Perú/China portan una civilización y cultura milenarias. Perú desde las plurales etnias preincaicas, China desde las primeras dinastías de mandarines. Perú asentado bajo los principios éticos construidos conceptualmente por lo Amautas-filósofos/poetas del Tawantinsuyu; China bajo la ética de los maestros mandarines que profesaban la moral religiosa de Confucio (cuya ética está vigente en la actual China)
La conjugación de estos 4 tipos de ídolo se dio durante las exposiciones de los líderes y funcionarios en APEC-2024, aunque primaron- por lógica discursiva- los -ídolos del Foro (o de la retórica), sobre todo cuando los técnicos redactaron los documentos finales de los acuerdos consensuados, señalando “Hojas de Ruta”. Donde suscribieron acuerdos sobre el crecimiento económico, los Tratados de Libre Comercio, exportaciones/importaciones, el desarrollo digital, la regulación de la Inteligencia Artificial-IA, el comercio electrónico-Ce, y otros temas de carácter economicista.
Sin embargo, se echó en falta el tema cultural, pese a que “civilizaciones milenarias” y “culturas modernas” fueron palabras que más se utilizaron en los discursos. Hablaron de seguridad alimentaria, seguridad financiera seguridad energética, seguridad ciudadana, seguridad jurídica (para promover inversiones), pero no se habló de “Seguridad Cultural”, un concepto universal instituido precisamente por la UNESCO. Si las personas, los ciudadanos, los pueblos y comunidades ven vulnerados sus derechos culturales de pertenencia a un territorio con cultura originaria, que antropológicamente se denomina Identidad Cultural, entonces cualquier tratado comercial jamás será sostenible, pues la cultura es la argamasa espiritual que une los bloques de acuerdos concertados.
En el discurso oficial peruano faltó una potente referencia a la riqueza de la Cultura Chancay, sobre todo en el momento de la inauguración del mega puerto multipropósito de Chancay. Sea en Palacio de Gobierno, en el ministerio de Cultura, en la ciudad de Chancay o Huaral debió armarse una gran exposición con ceramios, tejidos, con vestigios arqueológicos, con infografías 3D para resaltar los hallazgos arqueológicos en el fértil valle de Chancay.
Post-APEC, de inmediato tiene que iniciare su puesta en valor, la construcción de un mega museo arqueológico para fomentar el turismo cultural, y el turismo-playa (las playas de Chancay, Huacho, Barranca, Supe, Huaura y Huarmey, son hermosas, con cristalinas aguas no contaminadas; pronto serán, posiblemente, preferidas por los turistas veraneantes, que aún acuden a las bravas aguas del mar del balneario de Asia, situado al Sur de Lima. Es nuestro deseo y nuestro pronóstico. En todo caso serán tres ámbitos para el turismo playa: la Costa Verde en Lima, Asia en el Sur y las playas del Norte Chico. Ancón da pena.
Los arqueólogos que han investigado la cultura regional de Chancay, que tuvo posterior influencia inca, que se manifiesta en cántaros, tejidos y en la técnica de embalsamiento de cadáveres, señalan que su mayor antigüedad data de 1,000 años a.C.
El “Cuchimilco”, pequeña estatua de un oriundo hecha con arcilla resistente debió ser el símbolo de esta reunión internacional.
Esta cultura costeño-andina ha sido estudiada por el arqueólogo Max Uhle, por Julio C.Tello (1925), por Horkheimer (1963), y otros más. Los ancestrales artesanos chancayanos emplearon la piedra, la arcilla, la arena y la madera para construir sus vasijas, empleando el esmalte, de brillantes matices tal como se puede observar en los ejemplares descubiertos por el arqueólogo Horkheimer.
Tuvo pues una cerámica de alta calidad, habiéndose incluso encontrado la existencia de la “loza de piedra”, según Andrew Osze, cuya cocción requirió arcilla especial y elevadas temperaturas, y “estuvieron cerca de fabricar porcelana” (quizá como hicieron también los artesanos de las primeras dinastías chinas, donde la porcelana fue la predecesora de la tradicional loza china).
Justamente, la impronta de los primeros inmigrantes chinos (culís o esclavos, que llegaron a Perú entre 1856-1875) está muy presente en el umbroso valle de Chancay que se extiende desde el Pacífico hacia las estribaciones de los cerros andinos. Allí trabajaron como agricultores, bodegueros y fundaron los primeros chifas, restaurantes emblemáticos donde fusionaron la comida china con la comida peruana, dando paso al mestizaje llamado Tusan. En Supe, Barranca, Huacho y Huaral se encuentran todavía algunas fondas y chifas, quizá los mejores en cuanto frescura y autenticidad culinaria. Huaral no solo es la capital del chancho al palo, sino también del chifa-huarique. Y Chancay tiene dos productos culinarios de carácter emblemático: el famoso Pan chancay, y la exquisita Carapulcra aderezada con chocolate rayado. Me consta. Jamás me olvidaré también de la dulzura de las sabrosas naranjas de Huando. Sobre eso, y sobre la dialéctica entre el amo (peruano) y el esclavo (chino) en las antiguas haciendas del Norte Chico escribiré después.
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EDITORIAL. Radio Reina de la Selva. Lima 19 de 2024. Luis Alberto Arista Montoya.