07/03/25 - 10:11
Luis Alberto Arista Montoya*
¿Cuál es el nuevo rostro antropológico del Perú actual? Por hoy, no lo sabemos, aunque podemos intuirlo. Pronto lo sabremos a ciencia cierta: cuando dentro de poco se lleve a cabo un nuevo censo poblacional, mucho más amplio, preciso y tecnificado. Pues a partir del último censo de población y vivienda, en 2017, muchos sucesos y acontecimientos han cambiado el Perú.
Tras las sucesivas crisis políticas y morales, tras los terribles estragos de la pandemia Covid-19, la migración interna y externa, el cambio climático, la llegada de extranjeros (especialmente venezolanos), más la inseguridad ciudadana y alimentaria, de hecho que otro es el rostro de nuestro país. Cuánto ha cambiado lo sabremos gracias al Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI, que felizmente mantiene su autonomía pese a los asedios boluartistas.
La idea de rostro antropológico va más allá de la idea de perfil. Apunta a la idea de cuerpo de nación, porque el rostro es el que identifica a todo un cuerpo, ya sea individual o colectivo, como país unitario. En el rostro se sintetiza la realidad y potencialidad de un cuerpo. Pero también tiene que ver con el rostro histórico (tradiciones), el rostro geográfico (la geografía como suelo y subsuelo de la historia), el rostro económico (tamaño de riqueza, pobreza, bienestar y carencias).
Los millones de rostros de la diversidad poblacional del Perú configuran el rostro antropológico del Perú como totalidad totalizante. La nueva metodología de recopilación de datos (mediante tabletas con internet) que usarán los 40 mil jóvenes censadores será un scanear de la lozanía y las arrugas de este originario rostro peruano.
Según el estadígrafo Gaspar Morán Flores, jefe del INI, el proceso tiene como gran objetivo saber cuántos somos (hombres y mujeres), dónde vivimos, cómo es nuestra vivienda, qué grado de instrucción tenemos, las discapacidades que afrontamos y el acceso que tenemos a los servicios del Estado. El fin es descubrir- dijo- y describir y explicar el nuevo rostro que tiene el Perú, y facilitar información a los científicos sociales y a los políticos inteligentes, y a los funcionarios de los distintos niveles de Gobierno, para actúen con compromiso y responsabilidad bajo el marco de sus competencias, para prever y no improvisar.
El censo no será un domingo (“nunca en domingo”, como dice el título de una antigua película). Durará tres meses. El formulario virtual con cerca de 64 preguntas será único, para todos. Además, incluirá la pregunta polémica acerca de la autoidentificación étnica, y no será excluida la alternativa de mestizo, junto al de raza blanca, blancoide, negra, negroide, mulata, asiática, etc. Perú ha recibido a personas de diversos orígenes: el color de piel delata el cuerpo. Mi cuerpo soy yo, y yo soy mi cuerpo. La dimensión existencial inmediata con la que cuenta cada hombre es su cuerpo en libertad. Los censos sirven para cuidar esos cuerpos (la vida como realidad radical)
El reconocimiento de esta racialidad (no racismo, por favor) que conlleva la pregunta referida a la autoidentificación es muy importante, sobre todo para las poblaciones nativas de los andes y de la Amazonía, que han sido (son) ninguneadas toda la vida; este auto reconocimiento les permite ser reconocidos por los demás todo el tiempo, respetando sus ancestrales territorios para ser incluidas en el cuerpo de nación peruana de forma justa, equitativa y diferenciada.
Es posible que los resultados de este nuevo censo muestren que la mayoría de los peruanos es mestiza. Y que a través del amor y los matrimonios interraciales el Perú será pronto reconocido constitucionalmente como una República mestiza.
______
EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima, 6 de febrero de 2025. Luis Alberto Arista Montoya.