14/05/25 - 04:52
Pastillita para el Alma 29 – 04 – 2025
Sentado en una banquita del parque donde a menudo acudo para leer un libro, cambiar del ambiente monótono de mi biblioteca y “conversar con DIOS” de mis alegrías, angustias y problemas personales y que, para muchos incrédulos, piensan, por mi edad, este comentario, es el primer escalón de los muy viejos, … los médicos, lo llaman Demencia Senil y otros, un poquito más sofisticados y para que no entiendan su significado, dicen Enfermedad de Alzheimer y más, si a mis soledades, estoy entretenido mirando acuciosamente, en que rama se oculta un pajarito, parecido a los pichuchos de nuestra tierra. En esas circunstancias, se sentó a mi lado, un señor, pulcramente vestido, saludando muy cortésmente y a boca de jarro me preguntó, ¿cuál era el motivo de su soledad? y yo ni corto ni perezoso, atiné a decirle: “Aquí, conversando con DIOS” me miró estupefacto, se arregló la montura de sus gafas y antes que se levante y se vaya, abrí el libro que estaba leyendo y le mostré, con la firmeza de un hombre de Bien y con mi Fe, reflejada en el brillo de mis ojos, el siguiente párrafo: “Preguntémonos cuantos seres hay sobre el universo mas desventurados que nosotros, y asi alzaremos la frente y los ojos para agradecer la ventura, la paz, la alegría de qué, somos dueños. … Pero, somos ingratos, egoístas, nos lamentamos de todo, injustos, por lo que la vida nos da y nos falta y siempre andamos quejándonos de nuestra mala suerte ……. Y … NO NOS DAMOS CUENTA, … DE LO QUE NOS SOBRA. NADIE VALORA LO QUE POSEE Y LLORAMOS, UNA ESPERANZA PERDIDA Y LO PEOR DE TODO NO SABEMOS ESPERAR “LOS TIEMPOS DE DIOS”. (“De la Vida y el Corazón” de Silvia Watteau)
Me miró, con los ojos asombrados, se sorprendió, por el número de mis años y agarrando más confianza, empezó a contarme una historia, que la voy a resumir, sumado a la desventaja de mi falta de audición, por lo que le escuchaba poco, para decir en forma decente que casi ya estoy sordo. No recuerdo su nombre, dijo tener 77 años, venía del interior del país, casado con 4 hijos, dos de los cuales viven en el extranjero y los otros dos, son profesionales que viven en su casa, además, con un primo hermano, a quién lo ha criado desde muy niño, estudiando en el mismo colegio de sus dos menores hijos, los cuales están por encima de los casi 35 años. El primo hermano, es casado y el padre adoptivo, para que no se vaya de la casa, los aloja en un pequeño apartamento en el tercer piso de su aposento, pero se alimentan todos juntos y llevan una vida (aparentemente) en común. El padre de Familia, tiene en sociedad, una pastelería y por esas cosas del destino, en los que Nuestro Padre Celestial escribe recto, como dice, Torcuato Luca de Tena en su libro “Los renglones torcidos de DIOS” donde no hay casualidades, sino causalidades, me entero, de situaciones, casi semejantes, de cómo es el ser humano, cuando de por medio, hay ambición por el dinero y se retrata en su verdadera dimensión, lo que es la ingratitud, la falta real de cariño, la envidia y la miseria humana.
La pastelería al parecer, situada por la carretera Central, por ciertas razones, ya no es el emporio de los primeros años, fue construida con los aportes de dos socios más, en un terreno arrendado, que fue adquirido, tiempo después, con los aportes, a partes iguales de los societarios, sin embargo, con la finalidad de identificar mejor al personaje desconocido del diálogo, le llamaré Ernesto, quien me dijo ser un zootecnista, especializado en la crianza y producción avícola, el cual vive, cómodamente con su familia y con el sobrino, tal como lo redacté anteriormente. Según refiere don Ernesto, casi toda la maquinaria, llámese hornos, amasadoras, mescladoras, etc, han sido compradas y adquiridas por don Ernesto, el cual al parecer tiene mejor posición económica y la administración de la Pastelería encargada a su sobrino, depositario de toda su confianza, en vista que fue criado como un hijo, y educado por don Ernesto y siendo el más dedicado y más aparente para cuidar los intereses de su protector, quién, por tener su granja avícola, no dependía de la producción de la Pastelería, la cual, en la época de la Pandemia, se declaró en quiebra y cerró sus puertas. Uno de los socios de don Ernesto, compró las acciones del otro socio y se convirtió en el accionista mayoritario, el cual nunca dio cuenta de la situación real de la empresa. A la muerte de este este señor, accionista mayoritario, los herederos, deciden vender el local y el confiado de don Ernesto, da la representación oral, a su querido sobrino, confiado en su familiaridad, para que lo suplante, el que a su vez, más da la impresión que realiza actos a favor de los herederos y no de su familiar, ya que no reclama nada sobre los bienes y máquinas de don Ernesto y se dedica, más bien, a vender las máquinas, hornos y demás enseres al igual que el local, coincidiendo con las intenciones de los herederos. El sobrino de don Ernesto, como era de suponer, toma su representación, pero, en un acto de total deslealtad, exige el cobro de un precio exorbitante por sus derechos de representación, muy por fuera de los cánones establecidos por Ley, en seguida, tal vez por vergüenza, se va de la casa de su protector, al que, cuando se vio con la soga al cuello, en una sola oportunidad, recurrió, para pedirle un consejo, cuando su relación conyugal estaba al borde del colapso a causa de una noviecita extranjera y exigente para irse a otro país.
El relato de este caballero, en mi caso, en un momento aciago, de toma de decisiones importantes, desde la óptica que lo diviso, no es un hecho fortuito, casual o fruto del azar, como opinaría cualquier ciudadano común y corriente.
Hay coincidencias y analogías que, son mensajes subliminales que hacen pensar, lindando en el terreno de lo sobre natural, … me hundo en mis pensamientos, mientras una mariposa de alas blancas revolotea muy cerquita a mi banco y alejada de las flores del jardín, diciendo o recordándome que “muerda mi codo” o en la pureza inmaculada de sus alas, parecidos a los lirios de pétalos blancos que abundaban en Taquia, o la blancura y el perfume de las azucenas infaltables en los velorios, mudas mensajeras de la brevedad de la vida y tarjetas recordatorias de la proximidad de la muerte, lo que, me trae de vuelta a mi realidad y doy gracias por el recorrido de mi camino en mi larga y azarosa vida.
Aunque parece mentira, no merece la pena reflexionar en lo que pierdes, te quitan o te arrebatan, lo que da pena y carcome el alma, es en la pérdida de confianza y en la firme convicción, de que nunca fue afecto y menos cariño de los que compartieron tu techo o comieron de tu pan, ni valoraron tus afectos y las muestras reales de cariño, sin embargo nunca por nunca debemos perder la Fe, ni guardar rencor a nadie y valorar siempre que, nuestros actos de bondad, están por encima de la miseria humana. Por eso: Ama, sin recuerdos ponzoñosos. Perdona, sin el corazón dolido y finalmente … Ruega a DIOS por la felicidad y tranquilidad de todos nosotros.
Don Ernesto se fue, llevaba una botella de tres litros de Coca Cola, … me dijo: “mi casa está desordenada por eso no le invito a tomar un vaso” … antes, jamás lo había visto, pero, me motivó para escribir esta modesta Pastillita para el Alma.
Luego, sin darme cuenta, estuve de vuelta en mi realidad, envuelto en el marasmo asfixiante de la gran ciudad, camino a mi domicilio, cambiando el asombro de mis gestos, para no preocupar a los míos y con la seguridad y convicción de que si Conversé con DIOS.
Bulle la gente, se exalta, habla y grita groserías, no te respeta. Si caminas lento, te empujan y si andas muy rápido, te creen ladrón o escapero, aunque a mis años, pensar así, es una falsa y sonreída modestia.
Sin embargo, la verdad, cuando ya eres viejo, ya no vales nada, ni siquiera, en donde vives, … ya no te respetan, no dan importancia lo que comentas, te interrumpen. Lo que opinas, no les interesa, son de otros tiempos, veleidades viejas, pasadas de moda. Entonces, comprendes que, “tu silencio es el mejor auxilio” y si no tienes una jubilación o unos ahorros que te respalden, eres el trapo viejo, “la shushuna”, incómoda en un rincón de la casa, apestando por tu clásico mal olor a moho, sin derecho a decir una palabra, … a toser a escondidas, tragando tus flemas o toser hacia adentro, para no escuchar, “seguro que, el asqueroso de tu padre, va a escupir en el suelo”, o sonreír, … disimular y levantar, temeroso, la mirada para no oír: ¿qué le pasa a este anciano adefesio que me mira mal?, … ahora, si la cosa se te presenta al revés y por ahí, tienes la fortuna de tener dinero, como producto de tu trabajo, honesto y digno o por, la bendición de Dios, por una herencia que, te dejaron tus progenitores, pues, ten más cuidado y mantén alerta a tu cerco familiar, porque recién vas a conocer al que, no te vende por treinta monedas de plata, sino, cuando ya te hayas ido para no volver, hará todo lo posible para adueñarse, con artimañas y juegos sucios, de lo que cree que todo eso lo pertenece.
PODEROSO SEÑOR DON DINERO (Francisco de Quevedo)
Don dinero, va de traje,
aunque venga, del chantaje,
hace amigos, compra amores.
Calla jueces, riega flores.
Poderoso, señor don Dinero,
Con cetro de oro y paso altanero,
Doblegas al sabio y al embustero,
Y haces del vil, … un caballero.
Jorge REINA Noriega
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