27/03/25 - 06:43
Luis Alberto Arista Montoya*
Al final del editorial de la anterior semana prometimos referirnos hoy sobre las implicancias socioeconómicas de la pandemia Covid-19. Pues bien, abordaré dicho tema desde la perspectiva de la Economía Política. Para ello parto de dos fuentes teóricas: la asimilación del curso de Economía Política que recibí- no hace mucho tiempo- durante mis estudios de Secundaria ; la otra fuente es el libro Crítica de la economía Política del signo, del sociólogo francés, publicado en 1989(desde entonces mi libro de económico de cabecera para tratar de comprender los avatares de la sociedad peruana)
Durante y después de la pandemia, por ejemplo, los precios exorbitantes de insumos básicos (alcohol, jabón, mascarillas, medicinas como el paracetamol, las pruebas de descarte, y las vacunas) se vendieron a los Estados y a los ciudadanos a precios exorbitantes. Esa obscena situación del mercado (que no privilegió el signo del valor de uso al servicio de las gentes contagiadas o en prevención), fue una prueba del neoliberalismo salvaje que impera con la globalización, cuyos centros empresariales privilegiaron el signo del valor de cambio (mayores precios para que sus farmacias ganen más, rápidamente). Aprovecharon de la ley económica de oferta/demanda a como dé lugar: “¡Ahora es cuándo!” “¡Cómo es!”, “¡Cuánto hay!” fueron las manidas frases de los mercaderes de entonces.
Este espantoso enriquecimiento fue(es) un signo de la modernidad capitalista. Desde los años 60 del pasado siglo, la verdad reconocida- según Jean Baudrillard – en el sector de la producción económica es que en ninguna parte aparece ya el valor de uso. Esta verdad debe ser hoy reconocida dentro de la esfera del consumo (de los clientes y usuarios) y del sistema cultural en general: o sea, que todo, aun en la producción artística, intelectual, científica (de los laboratorios de medicinas, por ejemplo), se produce en ella inmediatamente como signo y valor de cambio. Este es un tema de nuestro tiempo: vivimos dentro de una sociedad de consumo (donde todo se vende y todo se compra, y donde todo es efímero pasada la moda de consumir por consumir tan solo por aparentar). Todo es desechable: como el papel kleenex, para seguir produciendo y vendiendo más y más.
Esta lógica económica perversa imperó durante la pandemia, y rige hoy postpandemia, con graves consecuencias para nuestra economía nacional, regional, municipal y familiar.
En un informe del Instituto Peruano de Economía-IPE encontramos las siguientes consecuencias, desafíos y avances a cinco años de la pandemia:
1.-La pandemia (durante y después de) afectó la generación de empleo de calidad y el nivel de ingresos de la población bajó (muchos vendieron sus casas, chacras o terrenos).
2-La pobreza aumentó: en el 2023, tres millones 300 personas que ingresaron a la pobreza en el 2020 permanecen hasta hoy (2026) en esta condición. Esto significó aumento de la anemia (sobre todo en el nivel etario de la niñez) y la desnutrición (inseguridad alimentaria).
3.- Rezago educativo: Los escolares peruanos retrocedieron 10 años de avance educacional. Las clases virtuales fueron no muy positivas. Hasta hoy padecemos la “pobreza del aprendizaje”.
4.-La pandemia desnudó el estado precario e injusto del sector salud, especialmente en la disponibilidad de camas-UCI en hospitales, medicamentos, equipamiento y personal. Ante ellos los hogares aumentaron su gasto de bolsillo en salud (se endeudaron).
5-El turismo se desmoronó. El turismo fue uno de los sectores más golpeados por la pandemia, y su lenta recuperación sigue rezagada. La región Amazonas fue muy golpeada, también debido a la caída de un muro circundante de Kuélap (que hasta hoy no termina de ser restaurado) y por la dejadez de no abrir nuevos destinos turísticos alternativos, sean culturales o naturales. A nivel nacional, la llegada de turistas internacionales (turismo receptivo) aún es 26% menor que en el 2019, lo que afectó la afluencia a los sitios turísticos. Por ejemplo: en el 2024 Machu Picchu recibió un 5% menos de visitantes que en el 2019, es decir, casi 73 mil turistas menos. Además el ingreso de divisas [signo de valor de cambio] por turismo receptivo como porcentaje del PBI sigue 19% por debajo del nivel prepandemia y hay aún 145,000 empleos turísticos [valor de uso] que recuperar. Para revertir esta situación se requiere mayor promoción, mejorar el aeropuerto Jorge Chávez (cuya modernización marcha a paso de tortuga coja) y mayor seguridad ciudadana(pues la delincuencia marcha a galope de venado-con disculpas de este bello cuadrúpedo)
6.-Tras la pandemia llegaron, desde el Ejecutivo y el Congreso, crecientes presiones de gasto público populista, incremento de la burocracia por parentesco y amiguismo, y la contracción de ingresos han debilitado la disciplina fiscal (disciplina que el ministro José Arista defendió- es por eso que no duró en el cargo, porque la presidenta Boluarte sigue repartiendo dádivas a sus waykis). Esto debilitó aún más el Estado, y expandió la desconfianza de los agentes económicos.
7.- En los últimos 5 años ha crecido exponencialmente el narcotráfico y la minería ilegal, afectando el desarrollo económico del Perú y la seguridad pública, y se sigue corrompiendo a políticos, y financiando campañas electoreras. Relojes y joyas de lujo se ponen de moda como signos del valor de cambio (de la toma y daca). Para revertir esta espiral negativa se requiere- en todos los niveles de gobierno - liderazgo para fortalecer la fiscalización; incrementar la erradicación y destinar mayor presupuesto [con valor de uso] para combatir estas actividades ilícitas.
La pandemia aceleró las compras y el correo por delibere [el valor de cambio aumentó, más las propinas a los motorizados]; también se aceleró el uso de las billeteras digitales y las compras por internet, lo que impulsó la inclusión financiera. El pago por Yape se multiplicó, y las ventas mediante el e-comerce (comercio electrónico) crecieron a nivel nacional en 9,000 millones de dólares entre los años 2019 y 2013 (+ 21%).
8.- En conclusión: el informe del Instituto Peruano de Economía finaliza enfatizando un avance y una mejoría. Dice y lo cito: “La disrupción de las cadenas logísticas y los conflictos geopolíticos [guerra de Ucrania, guerra Palestina-Israel] desataron una ola inflacionaria global. Sin embargo, ello se contraló en el Perú: la inflación pasó de 8.8% en junio del 2022 a 1.7% en promedio durante el año 2025, gracias a la política del Banco Central de Reserva del Perú-BCRP” ; política con la que estuvo de acuerdo nuestro paisano José Arista, quien por ser un economista culto – probablemente- conozca el libro Crítica de la Economía del signo de Jean Baudrillard- , investigador francés que criticó el imperio de la frivolidad de la sociedad de consumo, en defensa de una economía de la austeridad y del bien estar de la población.
_________
EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 27 de marzo de 2025. Luis Alberto Arista Montoya.