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TESTIMONIO PERSONAL: EN MEMORIA DEL SACERDOTE GUSTAVO GUTIÉRREZ

Luis Alberto Arista Montoya* Misteriosa coincidencia, o premonición. Ayer, mientras comentaba con mi esposa el artículo del nuevo Cardenal Carlos Castillo,

TESTIMONIO PERSONAL: EN MEMORIA DEL SACERDOTE GUSTAVO GUTIÉRREZ



24/10/24 - 04:16

Luis Alberto Arista Montoya*

Misteriosa coincidencia, o premonición. Ayer, mientras comentaba con mi esposa el artículo del nuevo Cardenal Carlos Castillo, donde recuerda su amistad con Gustavo Gutiérrez,  dejaba de existir justamente el sacerdote dominico Gustavo Gutiérrez -Merino Díaz(8 de junio 1928-22 de octubre 2024), reconocido mundialmente como el padre de la Teología de la Liberación, que brotó desde un Perú y un continente pobre, a favor de la descolonización del saber y del poder.

Precisamente por su fe e ideas liberadoras fue denostado por el Sodalicio, el Opus Dei y otras facciones ultraconservadoras que buscaron que Gustavo Gutiérrez sea excomulgado por el Vaticano, sin lograrlo. Fue acusado de “cura rojo”, de “cura comunista”. Al contrario, terminó siendo reconocido plenamente por la curia romana, especialmente por el actual papa  Francisco, quien le envió una carta personal el  día 7 de junio de 2018, donde le decía: 

“Te agradezco por cuanto haz contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de tu servicio teológico y de tu amor preferencial  por los pobres y los descartados de la sociedad. Gracias por todos tus esfuerzos y por tu forma de interpelar la conciencia de cada uno, para que nadie quede indiferente al drama de la pobreza y la exclusión. Te animo a seguir dando testimonio de la alegría y del evangelio”.

 Esta hermosa y fraternal carta fue el mejor regalo de cumpleaños que Gustavo Gutiérrez recibió cuando cumplió los 90 años de edad. Años antes, en la capilla del Vaticano habían celebrado una misa juntos, bajo la alegría de los Evangelios.

En 1971 Gutiérrez escribió su clásica obra teológica titulada Teología de la Liberación, Perspectivas. Desde entonces ha sido traducida a 14 idiomas. Esta obra debe ser de lectura obligatoria en la universidad que lleva precisamente el nombre de otro gran teólogo peruano, Toribio Rodríguez de Mendoza Collantes (antecesor de la Teología de la Liberación).

Gustavo Gutiérrez es un pensador universal, pero a partir de la singularidad de ser un pastor peruano, que ha pensado y actuado desde la opción a favor de los pobres, de una “comunidad de base” como sistema. Su trayectoria vital e intelectual fue una biografía argumentativa, que apostó desde el principio por “la opción teológica preferencial por los pobres”, pero sin ser exclusiva ni excluyente. Fue humanística.

“La Teología es la inteligencia de la fe”, solía decir, porque el cristianismo provee una esperanza liberadora aquí/ahora. A partir de una triple reflexión: a partir de las enseñanzas del evangelio, del conocimiento de la realidad estructural injusta, y  a partir de las  experiencias de hombres y mujeres comprometidos con el proceso de liberación, en este subcontinente de opresión y  despojo que es América Latina.

Él demostró que la trascendencia de la Teología de la Liberación radica en una cuestión “sobre el sentido mismo del cristianismo y sobre la misión de la iglesia”, sobre todo en un país como Perú donde la desigualdad e inequidad social va en aumento.

Y esta teología al fusionarse dialécticamente  con la Filosofía y la Antropología cumple una función crítica respecto de la presencia y actuar del hombre en la historia.

Su visión teológica fue tradicional y nueva al mismo tiempo: tradicional porque parte de la antigüedad de sabiduría de los evangelios, y actual porque se nutre de las ciencias sociales y de la literatura para estar a la altura los tiempos modernos. Es por eso   que nunca negó la influencia, por ejemplo, de dos pensadores peruanos: José Carlos Mariátegui y José María Arguedas (cuya obra  literaria y antropológica  fue vital  para su conocimiento del hombre andino); además de sus viajes pastorales y de estudio especialmente por la parte centro- sur del Perú. 

Su legado (y recado) para nosotros está tanto en sus lúcidos libros teológico-filosóficos, como en su praxis de pastor que guía a los peruanos a través de los escabrosos senderos del Perú contemporáneo. Fue un hombre singular/universal. Como César Vallejo, cuyos Poemas Humanos fueron sus referentes estéticos, según me consta porque tuve el honor de conocerlo personalmente desde el año 2004 cuando se le obsequié mi libro J. Habermas: comunicación, modernidad y consenso.

A partir de ese feliz momento consideramos que Teología y Filosofía son como dos enormes montañas contiguas pero separadas por un profundo abismo. Pero, ambas se necesitan mutuamente para estar al servicio de la humanidad. Teólogos y filósofos deben dialogar.
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 23 de octubre de 2024.Luis Alberto Arista Montoya. (Gustavo Gutiérrez es saludado por Luis Arista, año 1992 ,en Universidad Nacional Mayor de San Marcos).
  

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