Vayamos directamente a afrontar lo que nos está pasando tanto en el gobierno municipal de Chachapoyas, la capital de la región Amazonas, que felizmente estrena autoridad joven y profesional a no dudarlo; pero, nunca faltan los peros, será que por pertenecer al movimiento regional Sentimiento Amazonense, el economista Percy Zuta Castillo, alcalde electo, tiene que rendirle pleitesía a Gilmer Horna patrón y dueño absoluto del movimiento regional???, queda para la sesuda opinión de los nuestros reales oyentes.

Hay coincidencias que parecería que hay un cordón umbilical que no hay cuando les corten el pupo huato y el señor alcalde pueda gobernar como debe ser y como prometió en la campaña electoral. Han pasado cien días de gobierno y cuando don Percy anunciaba que convocaba a Audiencia de Rendición de Cuentas, inmediatamente desde Canchul Huayco, también don Gilmercito anunciaba lo propio. Al final ninguno de los dos convocaron a la tan propagandizada audiencia, donde ambos decían que iban a desenmascarar a los corruptos de la anterior gestión.

Mientras ya todo estaba listo en la sala de prensa de la muni…los mas de media docena de periodistas y editores que ahí trabajan entre comillas, recibieron la orden de que la tan cacareada audiencia se postergaba por razones de fuerza mayor hasta nueva fecha, que hasta el día de hoy nadie la sabe. Por lo que surgen interrogantes, postergaron la audiencia  de rendición de cuentas de la municipalidad de Chachapoyas por orden del todopoderoso patrón del movimiento de los sentimentalistas, o lo postergaron por que don Raúl Culqui, anterior alcalde pertenece también a los sentimentalistas y al buen estilo del congreso de la República, otorongo no como otorongo y en nuestra tierra, podríamos decir…canchul no come canchul??? por más largo que tenga el rabo, como así lo denuncian los medios de comunicación…conclusión, no hay cuando fijen la fecha de la tan esperada audiencia municipal.

Ahora bajemos un poco y vayamos a ver como están las cosas en esta segunda gestión del patrón de los sentimentalistas, Gilmer Horna, no puede escudarse que recién está aprendiendo a gobernar como lo dijo ante la CNN el impresentable Castillo, don Gilmercito sabe muy bien que es lo que quiere y para que se metió a postular a la gobernación regional de nuestra región, no nos vengan que no sabe que hacer y que las garrapatas que puso en su primera gestión, están tan prendida que le siguen chupando la sangre y a lo mejor no hay un buen pesticida que desinfecte y se libre de estos parásitos, no es así, lo que ha armado don Gilmercito es una gran red de corrupción para levantarse en ruedas a nuestra región, ya vendrán las obras que serán dirigidas a los empresarios de siempre y seguirán desfilando, como seguidilla de mudos, los pueblos por obras, mal hechas o abandonadas a su suerte.

En un momento anunció también que iba a destapar toda la corrupción dejada y enquistada por el sombrerudo regional que estará en su finca y mansiones, carcajeándose de risa de la indolencia de nuestra ciudadanía, que nuevamente se dejo llevar por los regalos y prebendas en las elecciones y hoy tenemos la autoridad regional que nos merecemos, como fiscalizar a la anterior gestión si trae como equipo de gestión a las mismas lacras de su primera oportunidad, esto resulta  una tomadura de pelo.

Cinco consejeros regionales han conminado a Gilmer Horna, amparados en la ley de regionalización que convoque a la Audiencia de Rendición de Cuentas, pero solo cinco de diez que se supone debería de estar de acuerdo y firmar por amplia mayoría que la primera audiencia de rendición de cuentas se pueda hacer ya y punto, estas discrepancias dejan un sinsabor en la población en las siete provincias y muy en especial en la capital de la región nuestra sufrida Chachapoyas, que a pesar de que el profesor Engel Escobedo haya sido nominado como vicepresidente de la Asociación de Consejeros delegados a nivel nacional, en su propia tierra no dice esta boca es mía cuando se destaparon los sueldazos de los convenidos que nos trajo otra vez don Gilmercito el patrón de los sentimentalistas.