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Pastillita para el Alma 25 – 02 – 2024
El abuelo del parque, es un señor de aproximadamente 72 años, jubilado, muy bien hablado, decente, de modales finos, que, al parecer, vive frente al parque Fátima, de la urbanización Tambo de Monterrico, en el distrito de Santiago de Surco y cuyo pasa tiempo, es cuidar a los niños que concurren a dicho lugar, organizándoles para que jueguen y vigilándoles para que no se hagan daño, desde las 3 hasta las 6 de la tarde, durante las vacaciones escolares y los sábados, domingos y feriados, en el tiempo de clases. Según tengo referencias, fue un alto funcionario del Estado y empezó con esta actividad, desde cuando sus nietos eran niños y vivÃan en el Perú, sin embargo, esta actividad se le hizo un hábito y continúa “educando en el amor†muy cariñosamente, a sus “nietos adoptivosâ€, conociendo a todos por su nombre y gozando de la confianza de los progenitores de estas criaturas, que cultivan una muy buena amistad y reciben el ejemplo y las enseñanzas de este muy buen hombre de Dios, quien inclusive, nunca olvida la celebración del cumpleaños de “sus niños†y lo celebran con júbilo y alegrÃa en el mismo parque, con igualdad para todos los participantes.
Hoy dÃa, regresaba del hospital y me di con la sorpresa del abuelo, que estaba sentado en un sillón del jardÃn, con ropa de baño y vigilando a un grupo de niños que se divertÃan en la piscina, tal vez esto, no tendrÃa nada de especial, sino porque, en el momento de servirse el almuerzo, ya no con la presencia del abuelo, el cual se retiró con un grupo de ellos, … los 7 niños, que quedaron, con mi nieto, ya sentados en la mesa, el menor, de 8 años, se paró y empezó a rezar el Padre Nuestro, con mucha unción y al final dijo: “Señor bendice estos alimentos que nos vamos a servir, asà como a la persona que, los ha preparadoâ€, estas últimas palabras, las dijo con tanta ternura, más que una frase fue una plegaria. Â
Lo primero que pensé, era la enseñanza del abuelo del parque, más, grande fue mi sorpresa, cuando me enteré, que este niñito, vivÃa solo con su mamá, quien le preparaba sus alimentos y con ella, rezaban, cuando volvÃa del trabajo.
Una lágrima rodó por mis mejillas, tal vez porque los viejos somos muy sensibles, o de repente, fue la carita mustia de esta bendita criaturita, gigante, no por su talla, sino por lo gigante de sus nobles sentimientos, que, es como una hojita suelta, en el viento del torbellino de la vida, que, rodará por innumerables caminos o senderos, expuesto a estÃmulos buenos y malos y solo la misericordia de Dios, le hará llegar a un buen Destino, talvez, poniéndole a prueba, elevándole hasta el cénit del triunfo o derrumbándole hasta el hoyo más profundo del sacrificio, pero al final, será el éxito que coronará su frente, pues la arcilla, de la cual está hecho, fue moldeada por las manos benditas de su santa madrecita, en cada Padre Nuestro y Ave MarÃa que, rezaban juntos.
Nosotros llegamos a este mundo con los ojos cerrados y llorando al abandonar el paraÃso del vientre de nuestras madres y solo dicen que Zaratustra, el profeta del MazdeÃsmo, es el único que nació, mil años antes de Cristo, con los ojos abiertos y riéndose a carcajadas, el hecho es que llorando o riendo, venimos para ser felices, porque la felicidad, viene con nosotros, sino vean la carita de un bebito de un mes o dos meses como sonrÃe, con que inocencia nos mira y con que alegrÃa y felicidad mueve sus manos y pies. Crecemos, nos vamos al Nido, luego a la Escuela y la vida sigue su curso, muy pocas veces tenemos la suerte de encontrarnos con personas de gran corazón que nos regalan su tiempo y tienen la paciencia de darnos cariño, como la del abuelo del parque. Personas generosas llenas de ternura que nos hacen entender que nuestra existencia nos pertenece, nuestra libertad se relaciona con nuestra calidad de comportamiento, ser bueno es un deber en todo ser vivo amante y creyente en Dios, pero que la vida también es amarga y desdichada para los malos, egoÃstas, tramposos y mentirosos.Â
Los niños del parque, saben que, la amistad bien cultivada es un tesoro y es como una semillita de un árbol, que debe ser depositada en tierra fértil, o sea en el corazón de una persona buena, … abonarla y regarla con el agua del respeto, las buenas obras, para que mañana produzca buenos frutos y para que el árbol frondoso de la amistad nunca muera, sino perdure y de sombra a nuestra familia de ahora y del futuro. Â
Gracias abuelito del parque, no conozco vuestro nombre ni apellido, pero, veo vuestras obras, en la pureza de los niños que beben del manantial inacabable de vuestra generosidad, en el ejemplo cristalino de paciencia, en la sonrisa indescriptible de tolerancia y en la franqueza de vuestra mirada, que es el fiel reflejo de la integridad de vuestra alma.
¡¡¡Gracias de corazón, … larga y bendecida vida!!!
Jorge REINA Noriega
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