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MURIO CARLITOS VIGIL ANGULO

Pastillita para el Alma 04 – 11 – 18 El Dr. Carlos Vigil Angulo, farmacéutico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dejó de existir el día de ayer, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Rebagliatti, de la ciudad de Lima, hijo de don José Santos y de doña Isolina

MURIO CARLITOS VIGIL ANGULO



06/11/18 - 03:53

Pastillita para el Alma 04 – 11 – 18

El Dr. Carlos Vigil Angulo, farmacéutico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dejó de existir el día de ayer, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Rebagliatti, de la ciudad de Lima, hijo de don José Santos y de doña Isolina, murió a los 79 años de edad, dejando en la profunda pena a su adorada esposa, también farmacéutica la Dra. Angélica Vilela, sus dos amados hijos, sus tres nietos, su familia y amigos en general.

En la ciudad de Lima, no hay el ruido de las campanas, que con sus sones tristes y lóbregos, anuncian, el viaje de una alma bendita a su encuentro con el Señor de los Cielos, como en nuestro inolvidable Chachapoyas. Aquí no sabemos, o es difícil enterarse quien está enfermo o quienes están hospitalizados. Las noticias caen de repente, como un balde de agua fría que escarapela el cuerpo y muchas veces nos quedamos sin aliento, con la noticia, que llega por teléfono y las más de las veces, cuando la llamada viene de nuestra tierra o se difunden a través de los correos virtuales.

Carlitos Vigil, el Dulce, el popular “Chico, chico”. El carismático personaje, que elegantemente vestido, siempre con terno y corbata, camisa bien almidonada y zapatos lustrados, salía de su casa frente al glorioso Colegio San Juan de la Libertad, en la calle de La Merced, de la Fidelísima ciudad de Chachapoyas y se dirigía raudo y presuroso, para dictar sus clases de Física y Química o visitar las boticas que asesoraba. 

Volvió a su ciudad natal después de haberse graduado como químico farmacéutico, para ejercer como tal en la botica de su padre y como representante profesional en las pocas boticas que había en nuestra tierra. 

También, se dedicó a la enseñanza, para lo cual se graduó como profesor de educación secundaria, ejerciendo la docencia en las especialidades de Física y Química en los colegios de la localidad, siendo muy apreciado y respetado por sus alumnos, con quienes tenía no solo clases teóricas sino también prácticas, dando un vuelco a la instrucción de ese entonces.

En nuestro viejo e inolvidable colegio San Juan de la Libertad, en esa sala junto a la regencia, con andamios de madera, una mesa larga al medio, con su piso de ladrillos cuadrados grandes de color rojo, siempre te voy a recordar con tus tubos de prueba, tu mechero de Bunsen con su llama azulita, tus matraces y un viejo microscopio, metido en una serie de sustancias en frascos de diferentes colores y pegado en la pared un cuadro grande con la Tabla Periódica de de los elementos de Mendeleyev y tus alumnos alrededor tuyo con cara de asustados.

Siempre para mí, mi gran y apreciado amigo, fue un médico frustrado, porque las veces que teníamos oportunidad de intercambiar opiniones, nos enfrascábamos en largas conversaciones de carácter médico quirúrgico, muchas veces dando vueltas en la plaza de armas, y me quedaba sorprendido por todos sus conocimientos sobre medicina y en ese entonces, era de los pocos profesionales de salud de la localidad, que se dignaba en contestar las historias clínicas, sin diagnóstico, que eran distribuidas a partir de la jefatura de Sanidad de la 17 Comandancia de la Guardia Civil. 

Carlitos Vigil Angulo, dejó hace 35 años, la ciudad de Chachapoyas, cuando sus hijos tuvieron que venir a Lima, para continuar sus estudios universitarios, los que se graduaron como ingenieros informáticos, siendo la alegría y el orgullo de sus adorados padres.

Carlos continuó regentando una farmacia en la ciudad del Callao y ejerciendo la docencia en el Colegio Kennedy de Ate, con el mismo entusiasmo y cumplimiento como lo hacía en los colegios de la fidelísima ciudad de Chachapoyas.

Hace cinco años se retiró de toda actividad profesional y se dedicó por entero a gozar de la tranquilidad de su hogar, consagrándose a su pasión que fue la lectura y a resolver crucigramas y sobre todo, al cariño de su esposa y de sus nietos, sin dejar nunca las costumbres de nuestra tierra, asistiendo en la capital, a las fiestas tradicionales de la Fidelísima y a encontrarse de vez en cuando, con los paisanos en el Club Departamental Amazonas, donde era objeto de la reverencia de su gran cantidad de agradecidos alumnos, que se regocijaban con sus anécdotas.

Mi querido Carlitos el Dulce, eficiente profesional y dignísimo amigo, desde niños nos enseñaron que siempre llevamos dentro de nosotros, nuestra ignorada compañera, que es la Muerte y que tarde o temprano, va a cobrar el mandato que trae de nuestro Creador, que es volvernos a la Paz de Nuestro Señor Jesucristo, después de que hemos cumplido el mandamiento que nos encargó hacer en la tierra y que tú lo desempeñaste a la perfección de amar a Dios y a nuestro prójimo.

Carlitos, para tu adorada Angélica, seguro que no hay palabras que le den consuelo en estos momentos de inmenso dolor por tu partida y solo que a manera de plegaria, sirva esa canción “Poquita Fe”, que tan feliz los hizo, vaya aumentando con el recuerdo de todos los momentos dichosos que vivieron en la tierra y que el amor de tus hijos y de tus nietos se agranden, cada día más, para tu esposa y que cada vez que ellos alcen sus ojos te tengan presente en cada estrellita que brilla arriba en el azul del cielo.

“CARLITOS VIGIL ANGULO, DESCANSA EN PAZ Y DE DIOS GOZA”

Jorge REINA Noriega
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