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LEGADO Y MIRADA DEL MISHO MORI

Luis Arista Montoya* Justo, cuando estuve consultando su libro Leymebamba, Capital Política de la Etnia de los Chachapoyas (Lima, 2000)

LEGADO Y MIRADA DEL MISHO MORI



06/04/17 - 06:06

Luis Arista Montoya*

Justo, cuando estuve consultando su libro Leymebamba, Capital Política de la Etnia de los Chachapoyas (Lima, 2000), me pilló la trágica noticia del fallecimiento de su autor, don Arturo Mori Hidalgo, hombre epónimo del magisterio amazonense que nos deja después de 90 años de edad; perteneciente a una honorable familia de Leymebamba.

No lo conocía mucho, pero mis padres- amigos suyos- ,  y mi hermano Francisco (su discípulo-amigo), siempre me hablaron acerca  de él y su obra,   con admiración. Escribo este tributo gracias a los datos proporcionados a su turno por ellos. 

Su obra me está sirviendo mucho para el diseño de La Ruta Turística “Las Momias de la Lagunas de Los Cóndores, y del Museo de Leymebamba”, ubicada en lo que  denominamos el Valle Sagrado de los Chachapoya; in pectore, la llamaré la Ruta  â€œMisho Mori”- cariñoso apodo que portaba con orgullo porque fue un auténtico escritor que defendió y promocionó los sitios arqueológicos de Leymebamba, contribuyendo al afianzamiento de la identidad cultural de su pueblo contra viento y marea, a pesar que ciertos pseudos arqueólogos  presionaron para trasladar a Lima las momias descubiertas por el INC en la Laguna de Los Cóndores en 1997.

La última vez que nos vimos fue cuando el Club Departamental de Amazonas  nos condecoró juntos: a él, a su sobrino Miguel Hidalgo, a Otoniel Alvarado y al suscrito. Estar esa noche memorable al lado del viejo y ejemplar maestro  fue todo un honor. Allí le conté sobre mis futuros proyectos de investigación, se alegró mucho y me proporcionó otros datos históricos. Aproveché para preguntarle por qué le dicen “misho”. “Por tener ojos mushas como los del gato pues, no va a ser porque gruño  o araño”, me contestó con fina ironía.

Fue un hombre de vida argumentativa: con una larga trayectoria docente, de  inquebrantable vocación y disciplina, hasta la víspera de su muerte. Los hitos de su fructífero proyecto-de-ser-estar fueron los siguientes: Maestro de Escuela Unidocente, Auxiliar de Escuela Primaria, Profesor de la Escuela Normal, Director de la Escuela Normal, Director del Departamento Técnico Pedagógico de la Dirección de Educación de Amazonas; cuyo balance y liquidación está narrado magistralmente en su libro Acuarelas Amazonenses.

Pregunto: ¿Por qué los antiguos profesores egresados de las Escuelas Normales fueron mucho más capaces que los egresados de los actuales Institutos Pedagógicos? ¿Por qué antes, los colegios públicos preparaban mejor a sus alumnos, que los actuales?  Tengo la impresión que se debe a  que ahora se ha perdido la  vocación de MAESTRO; y porque docentes y alumnos no son disciplinados, como los de  antaño. Ahora no abundan trejos y tercos “gatos” como el Misho Mori: ese tipo de “mishos” necesita el Perú, urgente.

A propósito, recuerdo. Uno de los grandes poetas que cantó al  gato - misho, en quechua chachapoyano-  fue Charles Baudelaire, quien escribió este verso que pinta estéticamente la tierna mirada del Misho Mori. Leamos:

“Ven, mi hermano gato, cabe mi corazón amoroso; / reten las garras de tus patas, / y déjame sumergir en tus bellos ojos, /mezclados de metal y de ágata”.

Y para terminar, propongo que las autoridades pertinentes reediten sus obras y publiquen sus manuscritos, que seguramente  ha dejado algunos. Y que el Alcalde de Leymebamba rebautice con su nombre a alguna de las céntricas y bucólicas calles de ese pujante Distrito. Estaremos atentos.
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*EDITORIAL. Para Reina de la Selva, Lima 4 de abril de 2017. Luis Arista Montoya.

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