26/05/17 - 05:51
Luis Arista Montoya*
Dedicatoria: Para Eusebio Leal, administrador de la Habana Vieja.Se sigue denominando erróneamente al Turismo como “industria sin chimeneasâ€. Claro que esta industria no es fabril, no funciona con grandes calderos y factorÃas a petróleo. Se dice que la actividad turÃstica no genera daño y contaminación al medio ambiente atentando contra la buena salud de las personas. Pero no es asÃ.
¿Acaso las cocinas de los restaurantes no tienen chimeneas? ¿Los hornos de panaderÃas y pastelerÃas, tampoco? ¿Las lavanderÃas de los grandes hoteles son inocuas? Lo cientos de buses, minivans, camionetas y autos que trasladan a miles de turistas a los múltiples destinos, contaminan el ambiente porque muchos de ellos siguen funcionando con petróleo y gasolina, no se han reconvertido a gas; lo mismo pasa con ciertos trenes.
El turismo masivo (de manada o de tropel)- como sucede en Machu Picchu, por ejemplo- genera al dÃa toneladas de basura, como son los miles de envases plásticos (que cada uno tarda 7 años en degradarse por sà solo) que son quemados al no existir reciclaje o rellenos sanitarios (ese es uno de los problemas de la contaminación del Camino Inca en Cuzco, donde la basura que dejan los turistas se tiene que quemar en fogatas para amainar las frÃas noches de pascana).
Viene esto a cuento porque no desearÃamos que nuestra región- especialmente el Valle Sagrado del Utcubamba- se vea afectado por una galopante contaminación. No quisiéramos que Nuevo Tingo corra la misma suerte que el contaminado y hacinado pueblo de Aguas Calientes en Machu Picchu.
Indudablemente, con la puesta en servicio del teleférico Kuélap, y el reinicio de los vuelos aéreos, la visita de turistas aumentará aceleradamente. Entonces, aparecerán problemas de contaminación de paisajes, de rÃos y lagos, contaminación sonora, visual y nasal; o depredación de los bienes culturales, etc. Tenemos que estar preparados. Las autoridades tienen que establecer parámetros de gestión, y de buenas maneras y comportamientos desde el principio, de lo contrario terminará imperando el caos y la informalidad. Kuélap (y los otros bienes culturales) es la gallina de huevos de oro. Hay que cuidar celosamente nuestro emblemático monumento.
Un viejo sueño nuestro es que pronto se arme el expediente técnico para solicitar ante UNESCO que Kuélap sea declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. La misma meta puede ser para el hermoso Centro Histórico de Chachapoyas, que hay que cuidarlo celosamente frente a las inclemencias climáticas, a los terremotos, frente a los vándalos urbanos, frente a la contaminación motora, frente a la incuria de autoridades que otorgan licencias de construcción atentando contra su paisaje urbano.
¿Se imaginan un Supermercado en pleno centro histórico de Chachapoyas? Estas construcciones gigantes (además de altos edificios para vivienda u oficinas) pueden llegar en cualquier momento, parapetados detrás del boom turÃstico. A lo sumo se pueden permitir minimarkets.

La ética de consumo del chachapoyano está muy ligada a la existencia de las llamadas BODEGAS de barrio, donde el trato entre el dueño y el cliente es de carácter personalizado, con solicitud y atención cortés y amena, casi familiar (“ya hermanitoâ€, “ahà tienes compadritoâ€, “gracias señorâ€, son frases utilizadas cotidianamente). Eso tiene que mantenerse en Chachapoyas, pues constituye su patrimonio cultural inmaterial originario. En los Supermercados el comprar y vender es alienante, anónimo, despersonalizado. En las bodegas te saludan afablemente, incluso te llaman por tu nombre, apellido o chapa si eres pata del dueño o vendedor.
Es más, muchas veces en la trastienda de la bodega existe un par de mesitas donde uno puede bebes unas copas de vino o unas chelas al paso (de pasarela), haciendo tertulia o chirimoyeo. Es por eso que los dueños de los Super están exigiendo que las bodegas no vendan licor, buscan tener el monopolio.
Por otro lado, solo en las bodegas puedes comprar un poquito de todo, cabal para el dÃa (un cuartito de arroz, unos 200 gramos de azúcar, un cigarrito, una bolsita de aceite, un par de papitas, tres platanitos, un rollo de papel higiénico, etc.). En los Super casi todo viene empaquetado. Además, el bodeguero te puede dar fiadito, te anota en su cuaderno; aunque muchos de ellos a quienes les hicieron el avión se vieron precisados a poner cartelitos: “Hoy no fÃo, mañana sÆu “Hoy no fÃo, mañana tampocoâ€. Esto, trae a nuestra memoria la letra del antiguo chachá cubano “El bodegueroâ€, recreado en tiempo de mambo por el genial Pérez Prado.
En la Habana, el famoso bar “La Bodeguita de Medioâ€- visitada por miles de turistas a la semana-, antes de reconvertirse fue una bodega de expendio. AllÃ- en pleno Centro Histórico de la Habana- he bebido inolvidables “mojitos†( contiene: una copa de ron blanco Habana Club con soda medio dulce, jugo de limón, hielo y una ramita de yerbabuena, servido en vaso alto) Imperdible. Un néctar de las diosas mulatas. (En nuestra tierra podemos preparar un mojito con un buen aguardiente huayacho)
Es por eso que comparto el Proyecto de Ley presentado en el Congreso que reconoce la actividad del bodeguero de expendio o venta de productos como micro o pequeñas empresas (Mypes), para promover el acceso de los bodegueros al mercado financiero y a tener asistencia técnica para su formalización. Las Mypes constituyen el motor del capitalismo popular.
Hemos escrito este Editorial pensando en la preservación del Centro Histórico de Chachapoyas (ciudad donde nacà y me educaron mis padres). ¡Mucho cuidado con la actitud invasiva y abusiva de turistas y operadores turÃsticos! Las polÃticas públicas de Cuba es un buen referente. AllÃ, por ejemplo, todo su Centro Histórico es peatonal, donde uno camina en forma sosegada, con seguridad y placenteramente. Espero que mi ciudad no pierda su canto y encanto. Que nuestro Centro Histórico no se convierta en centro histérico por nuestro descuido y dejadez.
*EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 25 de mayo 2017. Luis Arista Montoya.