En un momento donde prima el caos institucional en casi todos los ámbitos del Perú -  generando pesimismo y hasta derrotismo en las nuevas generaciones- , recibir noticias de que existen algunas instituciones sólidas  y confiables  es una situación que reconforta,  ayuda a salir del aturdimiento tanto a   padres de familia como a sus propios hijos. 

La corrupción es un “ácido” que se expande y corroe la estructura de las instituciones, comprando/vendiendo conciencias. Pues parte de la crisis casi permanente que padece la sociedad peruana es la precarización de sus instituciones republicanas. La llamada  desinstitucionalización cunde  más en el sector público que en el sector  privado. Es una lástima haber arribado con este “malestar en la cultura”  a la presente rememoración del Bicentenario. Casi nada por celebrar.

Pero, felizmente que nuestro Perú es un país  que tiene una gran abanico de fortalezas, oportunidades y alternativas para reencauzar su destino histórico porque cuenta con gente buena e instituciones organizadas que apuestan por la instauración del Bien Común, con crecimiento y desarrollo humano.

Es por eso que los amazonenses recibimos con beneplácito y agradecimiento la colaboración interinstitucional entre dos jóvenes universidades emblemáticas: la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza, y la Universidad pública española Pablo de Olavide-UPO, situada en la bella ciudad de Sevilla, ciudad natal del clásico pintor Velázquez; donde el Inca Garcilaso perfeccionó su latín y aprendió el italiano antiguo(el toscano), que luego le serviría para  traducir, del italiano al español,  Los Diálogos del Amor perteneciente al filósofo judío-árabe,  León el Hebreo. Fue su carta de presentación ante el parnaso español y la cultura del Renacimiento europeo.

Este  histórico convenio fue suscrito por el Rector la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza, Dr. Jorge Luis Maicelo Quintana, y el vicerrector  de Grado y Posgrado de la Universidad Pablo de Olavide, Dr. Juan R. Tejedo Huamán. Dos ilustres científicos y académicos de origen chachapoyano, como lo fuera- a su turno-  don  Toribio Rodríguez de Mendoza Collantes  en pleno amanecer republicano, como maestro y rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que junto con su amigo el médico-sabio  Hipólito Unanue promovieron la investigación científica bajo el lema: “Saber es Poder”, acuñado por el filósofo de la ciencia inglesa Francis Bacon. Ambos, junto a su generación de  Precursores ilustrados, devinieron en  forjadores de la peruanidad republicana naciente.

Ya sabemos que universidad que no promueve la investigación científica, tecnológica y humanística no merece ser llamada UNIVERSIDAD (así, con mayúsculas); e igualmente, profesor universitario que no investiga tampoco merece ser llamado CATEDRÁTICO (así, con mayúsculas). Es por eso que el convenio firmado apunta a brindar a docentes  e investigadores de la UTRM a cursar el  doctorado en la UPO, que no obstante ser una institución  española joven (se fundó en 1997),  tiene ya un prestigio ganado en  la vanguardia de la investigación Biotecnológica  y otros campos como la Geografía, el Trabajo Social, Medio Ambiente, y de  la  Historia.

Históricamente,  no por algo se encuentra en Sevilla ubicado el legendario Archivo de Indias, repositorio donde investigaron el Inca Garcilaso de la Vega, Raúl Porras Barrenechea, Jorge Basadre, Aurelio Miró Quesada, Carlos Araníbar y otros más, como el que  escribe, y  como nuestro buen amigo Miguel Maticorena Estrada, quien trabajó en dicho archivo más de veinte años, hasta terminar hallando los manuscritos de La Florida del Inca, escritos y publicados como libro por el mismo Inca Garcilaso de la Vega Chimpu Ocllo (1605, en Lisboa-Portugal): Garcilaso es nuestro primer filósofo de la historia, pues fundó  y diseñó, con sus Comentarios Reales de los Incas, el sentido histórico de nuestra peruanidad mestiza inconclusa. Seamos optimistas: Perú marcha  inexorablemente  hacia la realización de  una sociedad democrática  mestiza. Todos los peruanos y peruanas estamos debemos tener la oportunidad de leer las obras de Garcilaso. Ahí radica la clave de nuestra autoestima cultural.

Entonces, bajo una perspectiva  interdisciplinaria este convenio de investigación científica es portador  del espíritu de estos historiadores  epónimos. Su saber/y/poder  trascendieron  los tiempos. Se mantienen vigentes, como reto y recado para las nuevas generaciones de investigadores universitarios.