27/11/24 - 07:11
Luis Alberto Arista Montoya*
El resultado de las últimas elecciones políticas en los Estados Unidos de Norte América, donde, paradójicamente, resultó elegido como presidente por segunda vez Donald Trump- político multimillonario que tiene una serie de denuncias judiciales- deja un conjunto de lecciones sobre el futuro de la democracia no solo para dicho país, sino también para América Latina y, por ser potencia mundial, para casi todos los países republicanos del mundo.
¿Cómo explicar el triunfo de un político jactancioso de su talante autoritario, machista, racista, antiinmigración? ¿Cómo explicar que la mayoría de migrantes hayan votado por Trump, candidato del Partido Republicano? ¿Por qué el 45% de las mujeres no votaron por la carismática morena Kamala Harris, candidata del partido Demócrata apoyada por Barack Obama?
Se conoce un país visitándolo, de leídas, oídas, por conversaciones con algunos de sus habitantes, a través del cine y la tele, y, sobre todo, observándolo con “ojos de buen ver” (como decía el maestro Luis Alberto Sánchez). Y ahora a través de las redes sociales (ojos y oídos electrónicos en todas partes)
Por mi parte, narro lo siguiente: antes de visitar parte de los EE.UU ( La Florida, Huston, San Luis, Illinois, Washington y New york), tuve la oportunidad de leer seis libros clave: Norteamérica al desnudo (1964), de Simone de Beauvoir(una largo diario de “viaje filosófico” con observaciones existencialistas sobre la condición humana en Norteamérica); el sociólogo simbolista francés Jean Baudrillard, después de recorrer casi todo el país, en su libro América (1987) desarrolla una radiografía de la sociedad de consumo y sus signos dentro de una sociedad opulenta como la norteamericana.; por su parte Herbert Marcuse, en su libro La agresividad en la sociedad contemporánea (1971), analiza las formas de represión en sociedades industriales, a partir de la protesta y resistencia del movimiento juvenil universitario y hipee en los años 70 del siglo pasado; El Desafío Americano (1969), frente a una Europa sin estrategia política ni tecnológica, de Servan-Schreiber; mientras que Ludwig Marcuse en su Filosofía Americana (1969) sostiene que la historia de Norteamérica es la continuación de la historia de Europa; pero mucho más antes el diplomático y politicólogo francés Alexis Tocqueville escribe su clásico libro La Democracia en América (1835), donde estudia el pasado, el presente y las proyecciones futuribles de la democracia republicana en las tierras de George Washington y Abraham Lincoln.
Todo estos libros (incluso la rica literatura norteamericana) me sirven de marco teórico y metodológico para aproximarme al tema que me ocupa y preocupa: la tentación despótica esgrimida por Trump.
Para ello utilizaré como referencia el libro de Alex Tocqueville, que nos puede ayudar para sentar una hipótesis de trabajo para vislumbrar un posible despotismo ilustrado si el trumpismo salta del populismo hacia un despotismo democrático, tal como algunos analistas nos lo advierten, como, por ejemplo, el periodista Andrés Oppenheimer en su artículo: El regreso de Trump: ¿será bueno o malo para América Latina? (10 noviembre 2024, El Comercio,p.24), y Mirko Lauer en su columna bajo el título Se cocina la traición a Europa (La república, 9 de noviembre de 2024, Sección de Opinión).
-Hipótesis de trabajo
Después de su inusitado triunfo la egolatría de Trump está muy inflada (¿autocracia en camino?) Ahora es posible, porque Trump acaba (12 de noviembre 2024) de anunciar que el dueño de Tesla y SpaceX, Elon Musk-el hombre más rico del mundo que se fajó en su campaña política-, dirigirá el que denominó como Departamento de Eficiencia Gubernamental junto con el empresario Vivek Ramaswamy. “Juntos, estos dos maravillosos estadounidenses allanarán el camino para que mi administración desmantele la burocracia gubernamental, reduzca dramáticamente el exceso de regulaciones, recorte los gastos superfluos y reestructure las agencias federales”, afirmó Trump en un comunicado. Esta oficina ha sido creada para gente ad-oc. El allanamiento del camino aludido implica una hiper-digitalización y una mayor utilización de la Inteligencia Artificial-AI, que significará despidos masivos de burócratas de alto y medio mando y, al mismo tiempo, una mayor vigilancia electrónica para lograr mejor eficiencia gubernamental. Y por tanto “vigilar y castigar”, como en una sociedad panóptica estudiada por Michel Foucault. Es posible que Trump cree su propia ego-historia bajo una praxis populista tradicional, mientras que Musk lleve a la práctica una autocracia electrónica innovadora. Ambos han hecho empatía: por amor al poder político y al poder del dinero. Son expertos en finanzas, no aceptan el exceso de las regulaciones. Es posible que terminen con los egos revueltos o fritos, bien fritos.
La racionalidad política puede verse opacada por el emocionalismo populista, y comience a cumplir sus temibles promesas de campaña (expulsión de todos los migrantes indocumentados, apoyar a Putin en su guerra contra Ucrania, apoyar a rajatabla a Israel contra Palestina, bajar sustancialmente los impuestos para reactivar la producción, crear un Estado proteccionista frente a los productos chinos, reforzar a la tiranía de Nicolás Maduro en Venezuela, negar o anular el “mito” del cambio climático, etc.).
Ya sabemos que el sistema democrático en casi todo el mundo está en crisis de contenido y representatividad, por lo que han reaparecido peligrosamente los movimientos de ultraderecha con visos de tiranía y autocracia: como los neonazis, neofascistas, los supremacistas, los fundamentalistas, y movimientos racistas, etc. El trumpismo desde su primer gobierno fundó una especie de populismo “ilustrado” que puede conducir lenta o abiertamente hacia un despotismo democrático que podría contagiar a las alicaídas democracias latinoamericanas (Milei es el Trump gaucho para los argentinos, por ejemplo; en Venezuela Nicolás Maduro será tonificado para su perpetuidad; lo mismo se dará en Cuba, Nicaragua, El Salvador; en la Rusia de Putin, y en Corea del Norte de Kim Yong Il, quien ha entrado apoyar a Putin en la guerra contra Ucrania).
-Principio primero
Para explicitar mi hipótesis de trabajo sobre la tentación despótica de Trump recurro a la teoría política sustentada por Alexis Tocqueville (que debe ser estudiada por todo aquel que se precie ser un científico social , en la universidad o fuera de ella)
Buscando contextualizar (y proyectar) su pensamiento veamos brevemente una clave central de su biografía intelectual: parte por descubrir un principio primero: la igualdad de condiciones legales otorgadas a todos los ciudadanos norteamericanos de acuerdo a la Constitución Política, que tiene como meta la libertad y felicidad del ciudadano, bajo la creación y respeto de sólidas instituciones civiles y políticas.
El clásico libro de Alexis Tocqueville, La Democracia en América, fue editado en París por vez primera en 1835(es decir, hace 189 años). De inmediato hizo célebre al joven Alexis, considerándolo como heredero de Montesquieu (“El Espíritu de las Leyes”) “por su penetrante observación, por su elegancia y por la serenidad de su juicio”. Años más tarde el célebre filósofo Guillermo Dilthey declaró: que Tocqueville era “el mayor pensador político desde Aristóteles (La Política) y Maquiavelo (El Príncipe)”
Alexis Tocqueville (1805-1859), fue un político liberal francés Viaja a los Estados Unidos para estudiar su sistema penitenciario. Después de su último cargo público como ministro de Asuntos Exteriores, se concentró en su obra intelectual.
En el capítulo VI de su célebre (y celebrado) libro Tocqueville resuelve la siguiente cuestión:¿Qué clase de despotismo deben temer las naciones democráticas?. Pues, considera que en un estado social democrático tal como el de los norteamericanos, ofrecía una facilidad singular para el establecimiento del despotismo porque- por paradoja- existe la igualdad de condiciones de los ciudadanos(condición de oportunidades que los peruanos exigimos hasta hoy), creando ideas, sentimientos y necesidades creados por el mismo sistema(estado social) para extender el círculo de su poder. Si el despotismo [ de Trump] llegase a establecerse en la sociedad norteamericana, no sería una tiranía absoluta, tendría un diverso carácter; se extendería más, sería más benigno[léase populista] y desagradaría a los hombres sin atormentarlos…porque la misma igualdad de los ciudadanos que facilita el despotismo, se encargaría de atemperar los arrestos autocráticos de Trump.
En todo caso, asistimos a un panorama inédito no solo en los EE.UU, sino en el mundo entero. Mientras China- el otro polo de poder despótico- observa atento este proceso con sus ojos chinitos, y Putin aplaude; Europa no acaba de despertar, Latinoamérica sigue somnolienta… Veremos qué pasa, y de cómo las observaciones de Alexis Tocqueville siguen vigentes.
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 27 de noviembre 2024. Luis Alberto Arista Montoya. Este artículo está dedicado a mi nieto Salvador Gael, por el día de su cumpleaños número 9.