17/12/24 - 04:46
LOS TEMORES Y ESPERANZAS DE ALEXIS TOCQUEVILLE
Luis Alberto Arista Montoya*
Proseguimos con nuestro diálogo imaginario con el politicólogo francés Alexis Tocqueville, quien nos responde desde su clásica obra La Democracia en América(que consta de 751 páginas, y publicada en 1835) Empecemos con tres temaa centrales de la política democrática de hoy en día: el desprestigio de los partidos políticos tradicionales, el cansancio del ciudadano votante, y el de la crisis de la representatividad política, ante el poder Ejecutivo y ante el Congreso.
- Arista pregunta: En su segundo gobierno Trump tendrá mayoría en la Cámara de Senadores como en la de Diputados, además controlará también la Corte Suprema de Justicia. El hecho de no haber sido declarado culpable antes por unas graves denuncias penales es un síntoma que adviene, posiblemente, un despotismo democrático. ¿Cree Ud.?
. Tocqueville: Cuando el soberano es electivo o está vigilado de cerca por una legislatura realmente electiva e independiente, la opresión que hace sufrir a los individuos es algunas veces más grande, pero siempre es menos degradante, porque cada ciudadano, después que se le sujeta y reduce a la impotencia, puede todavía figurarse que al obedecer no se somete sino a sí mismo y que cada una de sus voluntades sacrifica todas las demás.
Además, crear una representación nacional en un país muy centralizado, es disminuir el mal que la extrema centralización puede producir, pero no es destruirlo
-Pero ¿la servidumbre voluntaria ante un Estado centralizado, acaso no es sentida más por los ciudadanos en el “mundo de la vida” que en el “mundo sistémico”, como diría Jürgen Habermas?
. Si pues, se olvida que en los detalles es donde es más peligroso esclavizar a los hombres. Me inclinaría a creer que la libertad es menos necesaria en las grandes cosas que en las pequeñas, sin pensar que se puede asegurar la una sin poseer la otra. La sujeción en los pequeños negocios se manifiesta todos los días y se hace sentir indistintamente en todos los ciudadanos.
-La pérdida de iniciativa, independencia y del libre albedrío se dan, entonces, silenciosamente en el día a día de la vida de los ciudadanos.
. Añado, además, que vendrían a ser bien pronto incapaces de ejercer el grande y único privilegio que les queda. Los pueblos democráticos que han introducido la libertad en la esfera política, al mismo tiempo en que aumentaban el despotismo en la esfera administrativa [“mundo sistémico”, Habermas dixit] han sido conducidos a singularidades bien extrañas. Si se trata de dirigir los pequeños negocios en que sólo el buen sentido puede bastar, juzgan que los ciudadanos son incapaces de ello, si es preciso conducir el gobierno de todo el Estado, confían a estos ciudadanos inmensas prerrogativas, haciéndose alternativamente los juguetes del soberano y de sus señores; más que reyes y menos que hombres. Después de haber agotado todos los diferentes sistemas de elección, sin hallar uno que les convenga, se aturden y buscan todavía, como si el mal que tratan de remediar no dependiera de la constitución del país, más bien que de la del cuerpo electoral…y no se creerá nunca que un gobierno liberal, enérgico y prudente, puede salir de los sufragios de un pueblo de esclavos.
-El temor democrático esta más, entonces, en los tipos de ciudadano qué en el tipo de gobernante?
.-Una constitución republicana, por un lado, y por otro ultramonárquica[centralista] me ha parecido siempre un monstruo efímero. Los vicios de los gobernantes y la imbecilidad de los gobernados no tardarían de producir su ruina, y el pueblo, cansado de sus representantes [ es el caso del Perú actual: 2,000-2024) y de sí mismo crearía instituciones más libres o volvería pronto a doblar la cerviz ante un solo jefe.
-Maestro, una atingencia: Justamente, sobre el cansancio del pueblo de sus representantes, el politicólogo italiano Norberto Bobbio (nació el18 octubre 1909- murió en 9 diciembre 2004), en su libro El futuro de la democracia (Italia, 1984) considera que la falta de educación del ciudadano y la apatía política del electorado que va en aumento, son dos de las causas del debilitamiento del sistema democrático.
“En las democracias más consolidadas-dice Bobbio-se asiste impotentes al fenómeno de la apatía política [ que significa decir no a la participación] que frecuentemente involucra a cerca de la mitad de quienes tienen derecho al voto”. Pues, la educación de la ciudadanía fue uno de los temas preferido de la ciencia política norteamericana de los años cincuenta. Este tema fue tocado bajo el título de “cultura política”, sea como cultura de los súbditos o cultura participante (p.40); siendo que la democracia es dinámica, y el despotismo es estático, prefiere Bobbio utilizar el concepto de transformaciones y no el concepto de crisis a los cambios a que es sometido en su evolución el sistema democrático… Creo que este autor contemporáneo sigue vuestra línea de trabajo. ¿O no?
-Yo creo que es más fácil establecer un gobierno absoluto y despótico en un pueblo donde las condiciones son iguales, que en cualquier otro, y pienso que si tal gobierno se estableciese en un pueblo semejante, no solamente oprimiría a los hombres, sino que con el tiempo arrebataría a cada uno de ellos muchos de los principales atributos de la humanidad.[Probablemente el comportamiento político de Trump conduzca hacia una contagiable e imitable democracia despótica].
El despotismo me parece temible en las edades democráticas. Yo habría amado la libertad en todos los tiempos, pero en los que nos hallamos me inclino a adorarla.
-Su última frase me suena a una especie de poética política.
. Es que no hay en nuestros días soberano bastante hábil y fuerte para el despotismo [aunque es una tentación, como Ud. arguye], restableciendo distinciones permanentes entre sus súbditos; ni existe tampoco legislador tan sabio y poderoso que sea capaz de mantener instituciones libres, si no toma la igualdad por primer principio y por símbolo. Es preciso, pues, que todos nuestros contemporáneos que quieran crear o asegurar la independencia y la dignidad de sus semejantes, se muestren amigos de la igualdad. De esto depende el éxito de su santa empresa.
-¿Es probable un retorno hacia una sociedad de carácter centralista y aristocrática?
.Tal como lo planteo, no se trata de reconstruir una sociedad aristocrática, sino de hacer salir la libertad del seno de la sociedad democrática en que Dios nos ha colocado.
-Entonces, estaríamos ante el retorno de la teoría teológica (y teleológica) del providencialismo: Dios como suprema causa de la Historia, propio, ahora, de los fundamentalismos teocráticos islámicos, muchos de los cuales apoyados incluso por movimientos terroristas, cómo se está viendo ahora mismo en el conflicto entre Israel y Palestina, en la guerra de la Franja de Gaza. ¿Está de acuerdo? ¿Cómo explicar la libertad y la igualdad de los hombres en medio de estos conflictos?
. Es que estas dos verdades [sobre el principio de libertad y el principio de igualdad]
esgrimidas en mis respuestas anteriores me parecen sencillas, claras y fecundas y me inclinan naturalmente a considerar qué especie de gobierno libre puede establecerse en un pueblo donde los ciudadanos son iguales.
-La construcción de una sociedad donde todos los ciudadanos sean iguales (ante la ley jurídica, se supone), es una utopía digamos, debido al clasismo, las diferencias sociales, económicas, el racismo, la discriminación, el machismo en casi todos los países del mundo contemporáneo. ¿Qué dice usted?
.Es por eso que es necesario y conveniente que el poder central que dirige un pueblo democrático sea activo y poderoso; no para hacerlo hábil e indolente, sino sólo para impedir que abuse de su agilidad y de su fuerza.
-Pero sin una ciudadanía cívicamente responsable y participante, la tentación despótica siempre permanecerá agazapada en el imaginario de cualquier político autoritario, y en el inconsciente colectivo de la gente con voluntad servil. Es un peligro latente. ¿No le parece?
. En lugar de dar al soberano únicamente todos los poderes administrativos que se confiaba a las corporaciones o a los nobles de antaño, se puede dar una parte a cuerpos secundarios formados temporalmente de simples ciudadanos [junta de vecinos, frentes civiles de defensa, asociaciones de padres de familia, onegés, etc.], como en Perú, por ejemplo]. De este modo, será muy efectiva la libertad de los particulares, sin que su igualdad sea menor
-¿Eso pudo constar Ud. durante su visita a Norteamérica?
. Puedo decir, que los norteamericanos no se fijan tanto en las palabras como nosotros, han conservado el nombre de Condado al mayor de sus distritos administrativos; pero han reemplazado en parte las funciones del conde por una asamblea provincial.
-Eso de no fijarse tanto en las palabras es lo que Ludwig Marcuse denomina pragmatismo americano: filosofía vital que viene desde el filósofo Charles S. Peirce, (fundador del pragmatismo), a John Dewey con su apuesta a favor de una educación para la democracia; con un factor común: la proyección vital de un pueblo embarcado en el progreso científico-tecnológico, en su optimismo y pesimismo, para quien la pura metafísica carece de sentido ( decía L. Marcuse: Filosofía Americana, 1959, Hamburgo; p. 71s). Creo que este pragmaticismo es el sustento de la teoría y acción política en el pueblo norteamericano, y la base ideológica tanto del Partido Republicano (al que pertenece Trump) como del Partido Demócrata. Además, he podido comprobar durante mi visita al Departamento de Filosofía de la Universidad de Washington, que la corriente filosófica que busca consolidar pragmáticamente la organización comunitaria mediante la acción política sigue en boga.
. Gracias por conectar con lo que yo vi en esos años fundacionales. Es por eso que la clase política norteamericana evita nombrar funcionarios perpetuos, prefieren encargar a funcionarios electivos[ no a funcionarios de confianza]: la elección es un recurso democrático que asegura la independencia del funcionario del poder central, tanto o más de lo que puede hacerlo el derecho hereditario en los pueblos aristocráticos, [ o el derecho de nombrar funcionarios de confianza, en lugar de funcionarios de carrera, por meritocracia, como se hace aun empíricamente en muchos pueblos democráticos; en Perú esto es una práctica patológica generalizada en cada relevo de gobierno, cada 5 años, bajo un Estado empírico, fenómeno estudiado por el historiador peruano Jorge Basadre ].
. El mantenimiento de un Estado empírico puede conducir hacia un Estado fallido: puerta de entrada para que cualquier líder autoritario busque perpetuarse en el poder, mediante elecciones y el centralismo del poder, y contando con la servidumbre arreglada de los electores
. Epílogo para empezar de nuevo.
-Bueno maestro, le sugiero finalizar ya este razonable diálogo imaginario. Quiero saber cómo llega Ud. al final de su trayectoria vital e intelectual, porque su obra hasta hoy (diciembre 2024) goza de vigencia debido al miedo generado por la tentación despótica de Donald Trump(y otros líderes mundiales), que ha puesto en vilo a todo el mundo
. En principio, no debemos intentar hacernos semejantes a nuestros padres, sino esforzarnos en alcanzar la felicidad y grandeza que nos es propia.
En cuanto a mí que, habiendo llegado al término de mi carrera, descubro de lejos, pero a la vez, todos los objetos diversos que había contemplado separadamente al pasar, me siento lleno de temores y de esperanzas. Veo grandes peligros que es posible conjurar; grandes males que se pueden evitar o disminuir. Y cada vez me afirmo más en la creencia de que, para que las naciones democráticas sean honorables y dichosas basta que quieran serlo.
No ignoro que muchos de mis contemporáneos han pensado que los pueblos han pensado que no son jamás dueños de sus acciones, y que obedecen necesariamente a no sé qué fuerza insuperable e inteligible, que nace de los acontecimientos anteriores, de la raza, del suelo o del clima.
Estas son falsas y fútiles doctrinas, que no pueden jamás dejar de producir hombres débiles y naciones pusilánimes; la Providencia no ha creado el género humano ni enteramente independiente, ni completamente esclavo. Ha trazado, es verdad, alrededor de cada hombre, un círculo fatal de donde no puede salir, pero, en sus vastos límites, el hombre es poderoso y libre. Lo mismo ocurre con los pueblos.
Las naciones de nuestros días- termina escribiendo Alexis Tocqueville -, no podrían hacer que en su seno las condiciones no sean iguales; pero depende de ellas que la igualdad las conduzca a la servidumbre o a la libertad, a las luces o a la barbarie, a la prosperidad o a la miseria (La Democracia en América. p. 645).
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EDITORIAL: Para Radio Reina de la Selva. Para el martes 17 de diciembre 2024, por el día del cumpleaños de mi hermano Francisco. Luis Alberto Arista Montoya.