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LA NAVIDAD Y EL AÑO NUEVO EN LA PANDEMIA

Pastillita para el Alma 23 – 12 – 2020 Realmente innombrable misterioso COVID-19. Llegaste a este mundo y transformaste nuestras vidas. Hasta ahora, no sabemos, si eres creatura de mentes diabólicas o enviado del mismo Lucifer, para sembrar miedo, terror, desasosiego, sufrimiento, hambruna y m

LA NAVIDAD Y EL AÑO NUEVO EN LA PANDEMIA



24/12/20 - 09:34

Pastillita para el Alma 23 – 12 – 2020

Realmente innombrable misterioso COVID-19. Llegaste a este mundo y transformaste nuestras vidas. Hasta ahora, no sabemos, si eres creatura de mentes diabólicas o enviado del mismo Lucifer, para sembrar miedo, terror, desasosiego, sufrimiento, hambruna y muerte.

En nuestro Perú, al comienzo creíamos, que la barrera del mar y por la lejanía donde apareciste, no ibas a llegar, sin embargo, nos arremetiste con fuerza, con descomunal cólera, sembrando pánico, dolor y muerte.

La soledad y el aislamiento en estos días y a lo largo del año, son nuestra verdadera compañía.

Los viejos parecemos fantasmas desplazándonos en nuestras casas. Ya no hay la risa de los nietos y la alegría de los hijos y sus parejas que compartían los almuerzos el día domingo de todo el tiempo. Nos vigilan hablando por teléfono o mirándonos por los videos y las más de las veces llegando a visitarnos, con sus protectores y sus máscaras, sin bajar de sus carros y con el alejamiento obligatorio.

En la sala de la casa ya se armó el arbolito de Navidad y en el lugar acostumbrado de todos los años, el nacimiento con la presencia de la Virgencita María, San José y los pastores, confundidos con los reyes magos entre las figuritas de loza, cerámica y madera, bellamente depositados entre caminitos de arena, lagunitas de vidrio y cerros de musgo con copos de algodón, bellamente decorados. La cunita del Niño Jesusito está vacía esperando que sea las 12 de la noche del 24 para poner la imagen del Niño Dios, que en esta oportunidad no habrá el problema entre los nietos menores para escoger, cual es el elegido para depositar al Niño en su cuna.

Felizmente que ahora, seguro no viene el papá Noel, porque nadie le dejaría entrar, salvo que nos muestre su prueba molecular con resultado negativo, luzca su máscara y sin guantes para desinfectar sus manos con amonio o con gel de alcohol.

Pero, viviendo nuestra realidad, la Noche Buena, siempre será una fiesta para nosotros porque se celebra el Nacimiento del Niño Dios y no habrá pandemia ni que ocho cuartos que nos ponga tristes o con cara de pocos amigos, por la ausencia de nuestros seres queridos, ya que, si bien es cierto, no estarán con nosotros presencialmente, pero espiritualmente viven permanentemente en nuestros corazones. Esa noche estarán ausentes los besos y abrazos. No habrá intercambio de regalos, aunque algunos ya van llegando como encomiendas, tampoco palabras bonitas, ni risas, ni lágrimas escondidas y disimuladas, por los que se nos adelantaron y se fueron al cielo. Tampoco podremos estar en la iglesia escuchando la Misa del Gallo, pero la oiremos en internet, sin la comunión de todos los años.

Seguirá habiendo la cena pascual, con las sillas dispuestas como si estarían ocupadas por todos los miembros de la familia, con pavo, panetón y chocolate. Música de villancicos a todo volumen, como si estaríamos preparándonos para recibir el 25 a mis hermanos y sus familiares y agradecer a Dios por permitir que, todavía, siga siendo el cabeza de nuestra familia Reina y no se pierda la costumbre de celebrar la Navidad Familiar, establecida por mi padre, don José David Reina Rojas. Esta vez no lo haremos físicamente, pero, lo haremos de todas maneras vía internet.

No tenemos necesidad de dar cabida a las lamentaciones. Recién después de muchos años estaremos celebrando la VERDADERA NAVIDAD DEL NIÑO JESÚS, elevando nuestras oraciones para que esa estrella de Belén, que apareció cuando EL nació, luego se volvió a presentar en el año 1265, al parecer terminando la Edad Media, que también fue de terror y que, coincidentemente hace 3 o 4 noches ha vuelto a estar en el cielo, por la conjunción de imágenes  en el alineamiento de los planetas Júpiter y Saturno, después de 800 años, sea también el anuncio para que desaparezca el COVID-19 Y este año que viene y vuelva la tranquilidad a todos los habitantes del mundo.

Es bueno remarcar, que si bien es cierto la peste del coronavirus, por así llamarlo despóticamente, nos golpeó drásticamente, llevándose a muchos de nuestros seres queridos, sin embargo a los que somos sobre vivientes nos ha hecho más fuertes, nos dio la oportunidad de encontrarnos más tiempo con nuestras familias, nos hizo entender que la verdadera riqueza, no es el tener oro, plata, joyas, propiedades en abundancia, sino gozar de una Buena Salud y de la compañía de nuestros seres amados, que muchas veces por soberbia, orgullo mal fundado y no valorar a los que están a nuestro lado, les humillamos y mal tratamos. A los médicos nos enseñó que no somos seres intocables ni tampoco inmortales, que debe cambiar nuestro trato con los pacientes que sufren enfermedades y sienten dolor; que las enfermeras tienen que ser más humanas y amables con sus pacientes, porque nadie está libre de caer en las garras de la enfermedad. A todos nos hizo reflexionar que LA MUERTE, nuestra eterna compañera, vive con nosotros en forma silenciosa y solo espera, un descuido para hacerse presente.

Ojalá sea consciente la ciudadanía en general, que nuestra Policía Nacional, también son seres humanos, que tienen un hogar con esposa, hijos, muchas veces sus padres viven con ellos, y tienen que cuidar a los desadaptados para que no se contaminen y propaguen la enfermedad.

Todos hemos tenido oportunidad de ver morir a mucha gente, de diferente estrato social y condición económica, sin distingo de razas ni tampoco de edad, tampoco de religión o de credo.

Nos ha dado la oportunidad de sentir la presencia de DIOS y aún, muchos de los ateos y agnósticos, han elevado sus ojos al cielo, pidiendo clemencia y se han convencido, que las medicinas por muy caras o baratas, la atención por muy esmerada o al parecer deficiente, no sirve de nada cuando nos olvidamos de Nuestro Padre Celestial, no cumplimos con nuestras medidas de protección y hacemos caso inútil a los especialistas que cuidan nuestra salud.

Si valoramos todo esto que es la riqueza espiritual, que todos anhelamos, pensemos que el año 2020, no ha sido malo en su totalidad, porque nos ha hecho comprender que la humildad, la bondad y sobre todo el AMOR, siempre será lo más maravilloso con lo cual nos ha bendecido nuestro Creador.

La Estrella de Belén ha vuelto a brillar después de 800 años y eso significa que nuestro Destino tiene que cambiar de aquí por delante y todo eso depende de nosotros, aumentando nuestra Fe, cumpliendo con los mandamientos de los especialistas y haciendo conciencia que somos gente de muerte, para no dejarnos manipular de personajes inescrupulosos que desean cambiar nuestra forma de vida, levándonos al caos, con políticas equivocadas de países vecinos que siendo muy ricos potencialmente, ahora están sufriendo hambre y miseria.

 FELIZ NAVIDAD Y UN VENTUROSO AÑO NUEVO 2021

Jorge REINA Noriega
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