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NO TE RINDAS

Pastillita para el Alma 13 – 05 – 2021 Rendir viene del latín reddere, que significa “devolver” “someter” “dominar” También en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, significa “someter bajo el dominio de alguien”, entre otras acepciones.

NO TE RINDAS



13/05/21 - 04:00

Pastillita para el Alma 13 – 05 – 2021

Rendir viene del latín reddere, que significa “devolver” “someter” “dominar”
También en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, significa “someter bajo el dominio de alguien”, entre otras acepciones.

No tengo idea la edad exacta en que escuché esta palabra de los labios de mi padre, solo recuerdo que una noche, en mi inolvidable Chachapoyas, cuando las calles no tenían luz eléctrica y los muchachos nos reuníamos a jugar la “pega librada” en la plaza de armas, alrededor del quiosco, frente a la catedral, llegué llorando al establecimiento comercial de mi viejo, alumbrado por dos lámparas de kerosene y ante la pregunta ¿Por qué lloras?, respondí “El Eloy me ha pegado”… en mi chiquititud pensé que me iba a consolar, pero con voz enérgica me dijo: “Nunca te RINDAS Y ANDA SIGUE PELEANDO”,… pensé dos veces, decía ¿por qué no entré por la portada?, pero la única entrada era por la tienda, ni modo, volví, me siguieron pegando y creo que se cansó de hacerlo y llegué a la casa triunfante, sonriente, lavándome la cara en el chorro de agua frente a la casa de los Mac Kay.

Cuento esta anécdota nada grata, pero dada las circunstancias, en que el malvado CORONAVIRUS, nos sigue atacando despiadadamente. Nosotros los que tenemos muchas juventudes acumuladas, el encierro en nuestras casas nos va agotando, por la monotonía de nuestras labores y el hartazgo de seguir haciendo las mismas cosas todos los días, escuchando y viendo noticias desalentadoras, inclusive con la amenaza que se cierne de un cambio de vida, al que, a nosotros, ya no nos haría daño, pero si a las generaciones venideras, teniendo el ejemplo de muchos hermanos, los de buena intención, que están asilados en nuestra patria y son testigos de excepción de calamidades y hambrunas, sin descartar, pensamientos malévolos de algunas opiniones de inteligencia, que el haber encontrado bastante armamento y municiones procedente de nuestros vecinos del lago Titicaca, también se estaría planeando una intervención armada no deseada y de graves consecuencias.

Todas estas circunstancias es motivo de gran preocupación y es allí, donde brota como fuego de relámpago, el recuerdo de mi viejito que mora en el cielo junto a mi madrecita y mis hermanos, que ya son una familia feliz reunida en los Caminos de paz y tranquilidad de Nuestro Dios y retumba como el trueno su frase de mi infancia “NUNCA TE RINDAS”.

Es cierto nosotros siempre estamos preparados y entrenados para vivir en felicidad, pero nunca nos entrenamos para afrontar las dificultades. 

Siempre andamos quejándonos de nuestra mala suerte, de lo cruel que nos trata el destino. Si nos botaron del empleo, no reconocemos que de repente fue por lo mal que trabajamos y no por lo malo que es el jefe; si nos pusieron una multa creemos que la autoridad es mala y prepotente y no que nosotros hicimos una infracción, si nos desaprobaron en un examen, no reconocemos fue por no estudiar a conciencia. 

Si se enfermó un familiar, toda su dolencia lo sufrimos nosotros o lo echamos la culpa de sus males, a otra persona. Si es que se muere no somos capaces de aceptar de que regresaron al lugar de donde vinieron y que esa es la Voluntad de Dios y ante eso los hombres no tenemos nada que hacer. 

Leyendo a Epitecto, uno de los filósofos estoicos, que admiro, encuentro un ejemplo de vida de un almirante de Estados Unidos, James Stockdale, en la guerra del Vietnam, líder de 100 pilotos y al mando de un escuadrón de 1000 hombres, que en setiembre de 1965, haciendo su última incursión destruyendo un puente en el Vietnam, es ametrallado en su avión, se lanza en paracaídas y cae en la calle de un pueblo donde recibe una gran paliza con varias fracturas, es llevado, como prisionero de guerra, a Hanoy, donde permanece 2 años con grilletes, es torturado durante 14 veces, 4 años en aislamiento total y después de 8 años de encarcelado es puesto en libertad. Este hombre admirable, sufrió como nadie, solo comparable al sufrimiento de los campos de concentración, ha escrito una serie de historias que ha pasado en prisión, pero lo que más llama la atención, cuenta que antes de ser destacado a la guerra del Vietnam, hizo un curso de Filosofía en una universidad americana, estudiando el ENKIRIDION, hecho por Ariano, con las lecciones de Epitecto, lo cual le sirvió para sobrevivir en todo el tiempo de su cautiverio, porque este filósofo, que fue un esclavo, nacido en el año 50 de la era cristiana, no se dedicó a las palabras bonitas de los grandes oradores, sino estudió el comportamiento del hombre que cae en desgracia y lo prepara para afrontar los problemas de sufrimiento en la vida, convirtiéndoles no en dificultades sino en desafíos…; en ese hombre que nunca pierde la Fe en un Ser Supremo, pero afronta las dificultades con valentía, sin desgarrarse las vestiduras por lo que no consigue, sino se adapta a las situaciones en que están al alcance de sus manos y sin preocuparse por los problemas de otros, en los cuales su intervención siempre va a ser nula  aun desconociendo y menospreciando la inteligencia y el poder de respuesta del que sufre un mal.

El estoico, según Epitecto, nunca debe convertirse en víctima o tomar posiciones de sufrimiento ante las dificultades, sino siempre debe sacar provecho lo que está al alcance de sus manos y sus reacciones deben ser valientes y sin angustias, respetando que solo Dios, es el dueño de la conducta humana y de sus actos en todas las circunstancias.

Tenía un gran amigo médico, mientras desempeñaba mis labores en un hospital, que siempre a la hora del refrigerio, me buscaba para contarme sus “problemas”, muchas veces cosas insignificantes, como líos de hogar, que eran minucias, que las agrandaba y siempre se victimizaba. Un día de esos, se me ocurrió invertir la ruta de las visitas y yo fui a buscarle a su consultorio, a la hora del refrigerio y ante la sorpresa de mi presencia, me preguntó: ¿Qué te sucede que vienes a buscarme? Ni corto ni perezoso, le respondí, “que venía a escuchar sus problemas, porque al lado de los de él, los míos eran insignificantes”…. Nunca más vino a buscarme y hasta pienso que perdí su amistad.

Las angustias y las preocupaciones, así como el Bien y el Mal, nunca están en otras personas o se manifiestan, como uno los vive, porque, para algunos, son cosas sin importancia  y para nosotros, son vendavales o tempestades que arrasan con nuestra tranquilidad y nos hunden en la desesperación y el infortunio.

El que te insulta, vota su basura contra ti y en ti está, la opción de recibir o desecharla, sin embargo, ante el insolente, no es bueno callarse, sino responderle con altura y dignidad, sin perder la paciencia y la calma ni nuestro buen humor, que, fatalmente, se traduce en el tono de nuestra voz y nuestros gestos.

Lo bueno y lo malo lo cargamos nosotros dentro de nuestro corazón y nadie tiene el privilegio de contagiarnos su estado de ánimo y perturbar nuestra felicidad, porque si bien es cierto, que ser feliz, no significa, tener bonanza económica ni salud inquebrantable, como alardean incautos y vanidosos, sino disfrutar no de lo que haces o lo que tienes, sino como lo haces y como lo tuviste, sumando a eso amor y alegría de corazón y espíritu.

Aprendamos a ser tolerantes en grado sumo, sin olvidar jamás que en cualquier momento nos puede caer la desgracia, y así como se entrena para ser felices, debemos tener en cuenta estar prevenidos porque cualquier rato seremos víctimas del infortunio, de una enfermedad, de un dolor agudo, de un accidente y el rato que tenemos que partir para no volver, que nuestro acto de morir, sea con dignidad y como ejemplo porque atravesamos la puerta ineludible del Mas Allá, al encuentro de nuestro Padre Celestial y que nos vamos con la conciencia tranquila de no haber hecho mal a nadie voluntariamente.

Jorge REINA Noriega
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