Claro que tuve el honor de vestir con orgullo y con honor el glorioso uniforme de las Benemérita Guardia Civil del Perú y dónde estuve y como estuve, sentí la satisfacción de que las personas de todos estratos sociales, políticos, religiosos y aún de los valerosos miembros de las Fuerzas Armadas, tenían respeto de aquellos talentosos personajes que eran los primeros que se fajaban en todos los acontecimientos de toda índole de orden interno y también porque no decirlo cuando nuestros territorio era amenazado por la avaricia de los países que nos circundan y atentaban contra nuestra Patria y su ciudadanía e inclusive, allí estamos, también, presentes salvando vidas ante la braveza del océanos Pacífico, que muchas veces atenta contra la vida y seguridad de nuestros hermanos que se adentran y desafían a nuestro mar peruano.

El guardia civil, era un personaje de otra dimensión; muchas veces se iba sin protestar a los pueblos más alejados de nuestro agrete territorio nacional, donde fungía como autoridad, civil y policial, haciendo cumplir la Ley, otras veces como maestro de escuela y aun atendiendo problemas de salud, ayudando a las parturientas y como técnicos de enfermería, curando enfermos y practicando exodoncias a pacientes que se morían con el dolor de muelas.

Siempre el guardia civil, en todos los lugares que le tocaba servir, dejaba una estela de honorabilidad y de respeto por su manera ejemplar de comportamiento y actitudes de seriedad y decencia ante la comunidad.

El guardia civil mostraba la limpieza de su uniforme que lo lucía dignamente, tan limpio y puro como sus acciones Siempre era el primer invitado en las reuniones sociales y muchos de ellos contraían matrimonio con las damas más sobrias y de abolengo de nuestros pueblos.

Cuando en los primeros tiempos de que el terrorismo azotó con crueldad insana a nuestra nación , allá en los lugares más remotos e ignotos estaba la presencia del guardia civil, luchando con los que equivocadamente algunos políticos los llamaron abigeos y que al no darles la importancia de lo que nuestros soldados de la abnegación denunciaban, no hubiera crecido, como después lo hizo, hasta que sus dirigentes más encarnizados fueron capturados y sometidos a la Ley, para pagar en prisión los vejámenes de que fuimos víctimas.

Un guardia civil jamás se acobarda ante la muerte y deja de cumplir una orden y esto lo demostraron valerosos hombres que se sometieron a las balas asesinas, de aquellos que invadieron su cuartel o su comisaría y allí tendidos en su lecho de muerte derramaron su sangre, aunque después, sus asesinos, los tildaron como perros.

Jamás un guardia civil hubiese permitido ser humillado o vejado y menos obligado a cumplir lo que la Constitución y las leyes no lo ordenan tal como lo hizo el comandante GCP, Rizo Patrón, cuando era jefe de la casa militar y abatió a un general del E P, que era su compadre y en ausencia del presidente de la república, quiso dar un golpe de estado y asumió la presidencia hasta que regresó el presidente legítimamente elegido; o el caso del alcalde de Lima, que había dado una ordenanza de que a las playas de la Herradura y Agua Dulce, los bañistas no podían llevar perros y un día de verano apareció el alcalde, que había dado la orden, se bajó de su carro con una de sus hijas, llevando a su engreída mascota tirada de su correa,  lo que determinó que el comandante, cumpliendo la orden, arrestó a la señorita y su mascota. 

A la Guardia Civil del Perú y ahora la Policía Nacional del Perú, se la respeta y de ninguna manera se debe tratar de maltratarla y humillarla como se está haciendo hoy en día, porque está bien culantro, pero no hasta tanto, evitemos que se despierte el león dormido, que es cada hombre que viste con orgullo el uniforme, que nos ha dado la Patria y recordemos de lo que son capaces nuestros hombres de la Policía que hicieron una huelga el 5 de abril , de años atrás,  donde tembló Lima, con sus tanques y ametralladoras, aviones y helicópteros

Este día el 30 de agosto de todos los años, antes de la reforma policial, era el día de SANTA ROSA, nuestra santa limeña, patrona de la Guardia Civil del Perú y también el Día de las Enfermeras, por eso en este sagrado Día rindo mi homenaje más especial y sublime a todos mis hermanos que vestimos el uniforme de la Guardia Civil del Perú y al Cuerpo de los Licenciados en Enfermería, dignos representantes del trabajo abnegado, compasivo, sufrido, muchas veces mal entendido, con mucha responsabilidad ante los enfermos y que se pasan todo el tiempo al lado de las personas que sufren de dolor y enfermedades del cuerpo y el alma y son los verdaderos ángeles guardianes de los miles de miles de pacientes alrededor del mundo.