Nos acostumbramos a tenerlos a nuestro lado, que a veces, ni nos damos cuenta de su existencia, pero, allí están sembrando veneno, con sus gestos, con sus palabras negativas, maliciosas, oponiéndose a todo lo bueno, lo constructivo, lo útil…, siempre con la crítica negativa a flor de labios. “Eso no, no está bien, va a salir mal, acuérdate de lo que te digo”, son sus palabras favoritas.

Ellos son los únicos que tienen la razón y siembran discordias, odios y rencores a montones, son los famosos aguafiestas. Recuerdo a muchos individuos de ambos sexos, flacos y gordos, con voz ronca y acaramelada, muy acomodados o arrimados a los que están “arriba”, a los poderosos…, los pusilánimes que se dejaban influenciar por estos mequetrefes que metían sus narices en todo sitio.

Bueno en mi tiempo solo gritaban, escupían, decían “bienechito, bienechito, lo que tiea pasao, yo te dije, tiadvertí”, es que no había radio, periódicos, ni televisión, en cambio ahora hay mucha facilidad para que las víboras escupan su veneno y lo hacen a través del internet utilizando el WhatsApp, el twiter, el telegram, instagran y todo cuanto elemento conocen a medias, y escriben frases inclusive con faltas de ortografía y una serie de sandeces, dándose muchas veces el tono de eruditos, sin tener en cuenta que, sus escritos, leen gente de diferente clase y condición social. Se atreven a faltar el respeto, insultarles e inclusive a vilipendiar a personas que, frente a frente, serían incapaces de mirarlos a la cara. 

Hacer leña del árbol caído, es lo que se observa en épocas en que hay cambios en la administración pública, o en cualquier entidad. Gente que de repente estando en puestos expectantes caen y se derrumban y empiezan a revolcarse en el barro, que ellos mismos crearon y a donde enviaron a sus enemigos o a sus opositores. En esta vida no se puede escupir al cielo, sin entender que el mundo es redondo y que da vueltas y que en esta vida casi todo se paga y lo que uno hace con mala fe, da vuelta y retorna y nos cae en nuestra “trompa” pelada y desnuda.

Todos los hombres nacemos buenos, la sociedad y la colectividad nos corrompe y nos daña, pero, todo depende de nosotros mismos, de tener fuerza de voluntad, para poder soportar los vendavales que nos golpean. Nadie nos dijo que la vida es fácil, que no iban a haber piedras en el camino ni tampoco lluvias torrenciales que nos iban a dejar “shutitos” como dicen en nuestra tierra. Somos obra de Dios, hechos a su imagen y semejanza; somos la arcilla en que nuestro Padre Celestial, como un gran alfarero, nos dio forma y nos sopló vida y nos regaló la tierra para producirla, cuidarla y poblarla y por su infinita misericordia nos permite que tengamos libertad de acciones, de pensamientos, de palabras, de obras y también creó el Mal, para que podamos escoger y dirigir nuestros comportamientos y valorar por nosotros mismos los resultados de nuestras acciones, es por eso que, aunque está permitido realizar protestas y las leyes y la Constitución nos faculta el derecho de reclamar, hay personas insensatas, que aprovechando la buena voluntad de la gente humilde y mal  informada, se mesclan entre ellos y cometen actos delictivos, reñidos con la integridad de las personas y destruyendo la propiedad pública y privada, cerrando y bloqueando carreteras, incendiando carros y edificios, sobre todo, aquellas oficinas, donde existe documentación que, prueba delitos de dirigentes y de personajes que en esa forma creen eludir a la Justicia. 

Ahora nuestro país parece estar cuesta abajo con la serie de actos vandálicos que se hacen a lo largo y ancho de nuestro territorio. Hay tendencias de querer retacear nuestro territorio peruano. Consentimos que lideres de otros países impunemente vengan, se paseen en nuestra patria y con el mayor desparpajo, levanten y solivianten al pueblo, a la gente mal informada de nuestros hermanos, a los cuales les venden fantasías y hacen valer lo que, antes, dirigentes mal nacidos y con poder, envenenaban a nuestra gente, diciendo que debe correr “ríos de sangre” porque hay grandes diferencias entre nuestra población, que hay blanquitos y cholos, ricos y pobres, empresarios y obreros, hacendados y peones, cuando la única diferencia real es, el trabajador y el que es ocioso, el que ama a nuestro Perú y el indiferente y comechao que espera que todo lo caiga del cielo y sea el propio Estado que lo mantenga con dádivas y bonos.

Señores paisanos de todos los pueblos, en esta época de crisis, cuando el Perú se derrumba y se desangra, por la acción encubierta de los lobos con piel de cordero, que se esconden y no dan la cara y solo mandan al matadero, a los mozuelos de ambos sexos, de repente, por una mísera propina o por el engaño de una falsa doctrina, es el momento en que nuestro nación entera, abra los ojos y vea la Luz de la esperanza y estiremos, todos unidos, nuestros brazos luchando por el desarrollo de nuestro hermoso y gran Perú o que las autoridades, en nombre de la Ley y de sus sagrados principios, defiendan nuestro territorio y la seguridad de sus ciudadanos y sus propiedades, tanto públicas y privadas, pongan orden y disciplina, para que la paz vuelva a nuestra Patria, libre y soberana.