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¿DÓNDE ESTÁN TUS VEINTE AÑOS?

Pastillita para el Alma 04 – 05 – 2023 ¿Dónde están tus veinte años? Es una pregunta que me hace mi nieta, al estar escuchando a Charles Aznavour cantando por internet

¿DÓNDE ESTÁN TUS VEINTE AÑOS?



04/05/23 - 03:55

Pastillita para el Alma 04 – 05 – 2023

¿Dónde están tus veinte años? Es una pregunta que me hace mi nieta, al estar escuchando a Charles Aznavour cantando por internet, me deja pensativo y apesadumbrado, ahorita no más, cuando ya se me va acabando la década de los 80 y a lo lejos diviso, como algo imposible de alcanzar, que se vislumbra la presencia de los 90 años, y siento, como cuando en mi época de estudiante de secundaria, allá en mi colegio San Juan de la Libertad, de la calle de La Merced, en ese último salón, cerca de la puerta por el jirón Triunfo y en el silencio de mis tribulaciones, pensaba en esa meta, casi imposible de lograr llegar a ser médico y más que médico, ser cirujano y regocijarme con las proezas del bisturí, como lo hacía el Dr. Linsday, un escocés metodista que venía de Moyobamba y en la casa de los Mac Kay, en la esquina del jirón Ayacucho y jirón Grau de la plaza de Armas de Chachapoyas, convertía esas habitaciones viejas, de paredes mohosas, en su sala de operaciones, sala de reposo y las dolencias de los pacientes, en bendiciones, bajadas del cielo.

Todos en este hermoso paraje de nuestra estadía en la tierra, hemos tenido miles de dificultades, especialmente en los primeros años de nuestra existencia, momentos en los cuales abandonamos nuestra casa y afrontamos el torbellino de la vida y nos convertimos en obreros y constructores de nuestro propio destino y de batalla en batalla, algunas ganadas y muchas perdidas, logramos subsistir en esta guerra donde prevalece, las más de las veces, la ignominia, la envidia, la perversidad, la vulgaridad y la ley del más vivo.

Pocos y los más afortunados, llegamos a la cúspide y solo con la misericordia de Nuestro Padre Celestial, iniciamos nuestro descenso, al otro lado de la montaña, lamentando que, muchos de nuestros seres más queridos, se han ido quedando en la cuesta de la vida, muchas veces agobiados de dolencias y de enfermedades o de accidentes fatales dejando, en sus deudos, heridas que duelen perpetuamente y son la cruz invisible, cargada en hombros que, sangran hacia dentro eternamente. Sin embargo, a quien te quejas y para que lo haces, si campea la indiferencia, la incomprensión aún en familias nacidas de los mismos padres, educados con cariño en el amor y la Fe en Dios. 

Quejarte ¿a quién? si el robo, la corrupción, la prepotencia y la delincuencia son banderas expuestas a vista y paciencia de todo el mundo y son, nuestras autoridades las que más delinquen y se corrompen, robando a los pobres y a los que les falta todo, lógicamente siempre con ciertos botones de excepción, brillando aisladamente.

Por todo lo expuesto, es preferible ocultar las penas, mostrar una sonrisa ante el infortunio, aunque haya ansias de gritar, vociferar, protestar y golpear.

Siempre el pasado duele, pero, ya es historia, el futuro es incierto y solo existe el presente, sin embargo, cuando te hacen preguntas ambiguas y a manera de sorna te dicen: 

¿DONDE ESTÁN TUS VEINTE AÑOS? Con el mismo talante les respondo…, enterrados, bajo una ruma de papeles que se llaman libros, cuyo contenido, todos, pensamos, nos conducen a algo bueno y maravilloso y sin darnos cuenta, el tiempo oculto, como un ladrón en la noche, nos va robando nuestras esperanzas y nuestras ilusiones y nos vamos volviendo gente conformista, que, mira pasar las horas, los días, los meses y los años, mientras acumulamos sebo y los músculos se van volviendo lerdos. Aparecen las arrugas en el rostro, los cabellos se tiñen de plata y empezamos a arrancarlos, creyendo ingenuamente que, con eso, detenemos nuestro recorrido seguro y exacto, a una vejez, que mira con tristeza las hojas de papeles amarillentos, los diplomas y las hojas de vida que con tanto esfuerzo los acumulamos y no nos sirvieron para nada, cuando no lo sacamos provecho, en el momento y en el lugar correcto. 

Nos cansamos, buscando incansablemente que la vida pase de acuerdo a lo que uno proyecta o desea que la suerte lo ayude, sin darnos cuenta que, somos nosotros los constructores de nuestro futuro, el cual, nos sonreirá en la vejez o lo culparemos por no haber aprovechado certera y oportunamente el tiempo. 

¿QUE DONDE ESTÁN MIS VEINTE AÑOS? Yo, los sigo viviendo con alegría y felicidad y solo los dejaré ir cuando me muera, ya que nunca soy capaz de rendirme, aun estando viejo; me levantaré y seguiré peleando, aun con los huesos rotos o podridos; jamás me sentiré vencido, aun estando sangrando y muriendo. Siempre tendré una esperanza en Dios, mi creador y escudo protector, mientras todavía esté respirando sin ventilador, sin permitir, mientras pueda, que nadie me mire con estupor. 

Jorge REINA Noriega
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