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Pastillita para el Alma 25 – 07 – 2023
La MasonerÃa, es una escuela de formación espiritual, donde se busca la superación del ser humano, cultivando las virtudes y desterrando los vicios, con la finalidad, de conseguir la superación del ser humano y transformarlo en un hombre lleno de felicidad para ser útil a su familia y a la sociedad en general.
En la vieja casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ubicada en el Parque Universitario de la ciudad virreinal de Lima, cuando empezaba mis 9 años para estudiar Medicina, en ese claustro imponente de amplios corredores, rodeado de pilares redondos, que circulaban jardines bien cuidados con una pileta de fierro central, que constantemente, por su cúspide, vomitaba agua y llenaba una tina redonda de color plomo negruzco, con salones amplios, de paredes vetustas con olor a tiempo y cuadros de pinturas antiguas con marcos de pan de oro, pisos de madera que brillaban como espejos, allà en ese pedazo de tierra, similar a los viejos castillos de la Europa medieval, conocà a dos grandes hombres, que me impactaron para toda mi vida esotérica. Ellos, aparentemente viejos, tal vez por su vestidura o por sus actitudes, pero llenos de una energÃa de envidiable juventud en su trato cordial, cuando uno se acercaba a ellos, después de vencer el cerco imaginario que, los aislaba, por su comportamiento, sus atuendos negros, con corbata y chaleco y sus anteojos con monturas de oro reluciente, eran amables y llenos de humildad. Estos dos caballeros, maestros epónimos de nuestra universidad, era el señor doctor don Luis Alberto Sánchez, rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el señor doctor don Flavio GarcÃa Llaque, catedrático de BiologÃa y AnatomÃa Comparada, de nuestra universidad.
Entre mis compañeros de estudios destacaba un joven maduro, muy circunspecto, siempre vestido de negro y sonriente, que durante las noches era profesor en un colegio nocturno de la capital y que tenÃa muy fácil acceso a los dos personajes descritos lÃneas arriba. Mi compañero apellidaba Tovar y por la cercanÃa de nuestros apellidos, coincidÃamos en las clases teóricas y prácticas, lo que aproveché para pedirle información interesada sobre los dos personajes y después de mucho batallar, me dijo que erran MASONES, cuya sede central quedaba en el jirón Washington y la avenida Bolivia del Cercado de Lima, lugar al que acudÃ, creyendo en mi inocencia y audacia de joven emprendedor, entre otras cosas, que podÃa acceder a pertenecer a tan distinguida agrupación, donde fui rechazado, muy cordialmente por estar en mis 18 años y en esa época la mayorÃa de edad era a los 21 años.
El tiempo pasó raudo y presuroso y las inquietudes de juventud, muchas veces duermen el sueño de los imposibles, cuando nuestra mente se llena de otras preocupaciones como causa del empeño en que ponemos para conseguir nuestros anhelos, a prueba de desvelos y sacrificios y en mi caso particular, terminar mi carrera de Médico Cirujano para tener la oportunidad de retribuir a Dios de todos los favores con los que habÃa sido bendecido y volver triunfante a mi tierra para ser útil a mis paisanos y familiares, sin tener la más mÃnima idea que, en mi tierra, el destino, me iba a marcar para siempre, con una herida incurable que la llevaré hasta mi tumba.
Trabajando como médico cirujano y ocupando el cargo como capitán jefe de Sanidad de la 17 Comandancia de la Guardia Civil del Perú, trabajé en la ciudad de Chachapoyas, donde tuve la suerte de conocer al Teniente de la Guardia Civil, el señor Jorge Mayurà Olivos, con quien hice una gran amistad y siendo miembro de la Logia Estrella del Norte de la ciudad de Chiclayo, me invitó para pertenecer a la Hermandad de Masones, sueño que habÃa acariciado desde mis 18 años, en la vieja casona de la Universidad de San Marcos, pero me puso como condición que, deberÃa buscar dos personas honorables más para poder ser aceptado.
Con los primeros que hablé fue con mis compadres, luego con mis amigos entrañables, de los que obtuve una negación incuestionable, talvez porque no sabÃa explicarles o porque no tenÃan ninguna idea de lo que significaba la MasonerÃa.
En los años de 1965 al 70, para mi era muy difÃcil acercarme a las personas mayores, o con los que casi nunca habÃa tenido amistad estrecha, debido a los muchos años, que por mis estudios permanecà fuera de mi tierra. Recuerdo que hablé con algunos vocales de la Corte de Justicia, con algunos colegas médicos, ingenieros, abogados, profesores y nadie aceptaba formar parte de mi pedido. Todos decÃan que era una organización anticatólica y prohibida por la Religión y que en una ciudad chica iban a estar en la boca de los vecinos, lo que me motivó consultar con mis padres, quienes atinaron a decirme que, ellos confiaban en mà y todo lo que yo hacÃa, tenÃan la seguridad que, era bueno.Â
Pasaban los dÃas y el tiempo apremiaba, mi tocayo el teniente Mayurà me preguntaba insistentemente, hasta que una tarde memorable, parado en la puerta del establecimiento comercial de mi viejo en la plaza de armas, veo a don Germán Merino Rubio, con su clásico pantalón beige, su casaca marrón y kepi de militar, era Instructor Pre Militar en el Colegio San Juan y sin pensarlo dos veces me acerqué y después de saludarle cordialmente, le dije: “Don Germán vengo a proponerle para que sea usted masónâ€, su primera respuesta fue reÃrse y con su trato amical de toda la vida me respondió: “Eso no se ve bien en nuestra tierra, pero, déjame conversar con mi Carmela, refiriéndose a su señora esposa, y luego te aviso†Pasaron varios dÃas, una semana, dos y mi profesor, con el carácter de un mariscal de campo y su temperamento alegre de toda la vida, me dijo que después de mucho conversar, su Carmela, habÃa aceptado y siempre y cuando no tenga nada que ver con la liturgia católica o con la iglesia. El tercer hombre fue más fácil de ubicar, pues, ya junto con don Germán fuimos al recién inaugurado hospital de Chachapoyas y conversamos con el jefe de CirugÃa del nosocomio, el Dr. Juan Herrera Arias, quien venÃa de hacer una residencia de cirugÃa en el Canadá, quien nos aceptó de muy buena gana, sin pensar dos veces. Reparen que hasta ese entonces, para mÃ, siempre era Don Germán.
Nos sentÃamos como los tres socios de la Conquista. Empezamos a cultivar una gran amistad y nuestras diferencias de edades desaparecieron con un trato jovial y respetuoso, al que se sumó nuestro promotor el teniente Guardia Civil don Jorge Mayurà Olivos, quien, después de algunos viajes a Chiclayo nos trajo las solicitudes de ingreso, quien me entregó mientras dictaba clases de AnatomÃa en el colegio San Juan.Â
En un acuerdo de los cuatro amigos tenÃamos que elegir al presidente del Triángulo. Los tres incluido Jorge Mayurà concordaron en designarme como presidente del Triángulo, por todo el empeño en que habÃa puesto para que se haga realidad esta pequeña reunión que iba a trascender con el tiempo, lo cual agradecà muy emocionado, sin embargo les hice entender que era un profesional joven, sin una familia todavÃa organizada, vestÃa un uniforme y que cualquier rato podÃa ser cambiado de colocación y siendo Germán Merino, el mayor de los tres, respetado y muy conocido en la sociedad, era el más indicado para ser el que dirigiera el triángulo, lo que después de un pequeño debate aceptó, quedando formado el triángulo con Germán Merino como presidente, Juan Herrera como secretario y Jorge Reina como tesorero. Jorge Mayurà después desapareció.
Un 27 de agosto de 1967 en la ciudad de Chiclayo y en la A B R L ESTRELLA DEL NORTE N° 29 fuimos iniciados como APRENDICES MASONES, siendo venerable maestro el R H Juan Cassinelli y bajo la tutela y el consejo del muy R H ELEODORO LANDIBAR VARGAS, past Vice Gran Maestro de la Gran Logia del Perú y con el apoyo incondicional de todos los RR y QQ HH de Estrella del Norte y muy en especial de nuestro hoy, I P H el R H Heber Pisfil, fiel escudero de don Eleodoro y visitante obstinado y muy querido de Chachapoyas.Â
Esta es una suscita historia de la formación del Triángulo Masónico LUZ DE AMAZONAS, luego convertida en lo que es ahora la A R B L S LUZ DE AMAZONAS N° 87, en cuya carta constitutiva casi no figuro, porque justamente en ese dÃa no pude asistir a la ciudad de Chiclayo, por un incidente muy grave y lamentable que pasó en mi Familia, sin embargo, si es que en la ciudad hubieron insignes miembros de la Hermandad como don Toribio RodrÃguez de Mendoza, prócer de nuestra Independencia Nacional, el doctor don Ãngel Ocampo Eguren y otros importantes hermanos, que desconozco, pertenecientes a otros valles u orientes, a mà el G A D U, siendo el más humildes de los obreros, el más joven de sus “muchachos†como me decÃan don Eleodoro LandÃbar Vargas, Germán Merino Rubio y Juan Herrera Arias ,me escogió para ser el “iniciador y fundador†de la MasonerÃa formal en el valle de la FidelÃsima Ciudad de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas, y Dios mediante esa pequeña inquietud de mis años de estudiante, ha dado grandes frutos y ahora en el horizonte de la Patria, brilla con Luz propia, e integrada por una pléyade de eminentes HH de ayer, hoy y siempre, convertida en una Logia señera al servicio de la colectividad amazonense y de la MasonerÃa en general.
Al cumplirse los 55 años de la fundación del TRIÃNGULO LUZ DE AMAZONAS, gloria y honor a todos los RR y QQ HH que descansan en el Oriente Eterno, que fueron ejemplo de vida, y son llama viviente que, alumbra en forma refulgente el horizonte del Nororiente de nuestra querida Patria, asà como el camino tachonado de virtudes por donde dejan y seguirán dejando huellas los obreros de nuestra Madre Logia, como muestras de su humildad, honestidad y amor a la humanidad.
Jorge REINA Noriega
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