09/11/23 - 05:39
Pastillita para el Alma 08 – 11 – 2023
Cuando nuestro mundo parece que se hunde, como el sol se oculta en la infinidad del mar y nuestras noches se tornan eternas y el sueño tarda en llegar, porque en nuestra mente divagan pensamientos sombrÃos, ante las acechanzas de este mundo cruel y hostil, en que prevalecen las ingratitudes, las perversidades y las maldades en sus diferentes dimensiones y casi ya en el borde del abismo, nuestro cuerpo derrotado tendido en el suelo, con el espÃritu caÃdo y el alma deshecha, solo nos queda la esperanza de nuestra Fe inquebrantable, en un Ser Superior, que aunque no se lo ve ni se escucha, se siente Su Presencia y que nuestras oraciones son oÃdas y atendidas.
Ayer no más, como médico, he sido testigo, de algo difÃcil de creer, ante los ojos de la ciencia, quedándome perplejo y desconcertado ante la respuesta de un paciente que, con análisis comprobados de una enfermedad maligna, muy bien estudiado con biopsias, imágenes de última generación, pruebas enzimáticas, marcadores positivos y todo el andamiaje que los cientÃficos usan, en estos últimos tiempos para confirmar un diagnóstico, haya habido una respuesta favorable en menos de un mes de tratamiento, si tratamiento se puede llamar al tiempo que estuvo sometido durante todo su procedimiento de estudio.
Y no es por hablar mentiras, o cosas parecidas, pero a cada instante veo la presencia de Dios, en muchos pacientes, con diagnósticos y estudios completos de enfermedades neoplásicas. Algunos se apresurarán en decime que, los resultados que veo son frutos del avance de la Medicina y la presencia de nuevas drogas más eficientes, quizás tengan razón, empero, los que creemos en la existencia de Un Ser Supremo y en el Poder incuestionable de la Oración, al margen de mi formación profesional, nos quedamos aturdidos ante los resultados de sanación de pacientes, que se jugaban la última carta de su presencia en esta tierra, por la calidad de sus males y sin esperar, tuvieron una recuperación adintegrum, como es también, el caso de un odontólogo, de edad de base ochenta, con diagnóstico de cáncer metastásico de estómago y cadenas ganglionares intra abdominales comprometidas, que al tercer año de su gastrectomÃa casi total, sin quimioterapia, ahora tiene una vida asintomática, con dieta normal e inclusive toma licor, como cuando antes estaba sin ningún diagnóstico malo ni intervención quirúrgica.
Ahora, al escribir estas notas viene a mi memoria una experiencia casi inexplicable sucedida años atrás, cuando a las 3 de la mañana, regresaba de atender una emergencia de cirugÃa en una clÃnica del cono norte de esta ciudad, cuando transitaba por la avenida Tupac Amaru y a la altura del semáforo de la avenida de Tomás Valle, vi con espanto que, por la tapa que cubre el motor de mi vehÃculo salÃan llamas de fuego, por lo que me apresuré a parar y levantar el capot, saliendo una llamarada explosiva que me arrojó a la tierra y de repente, para mi sorpresa, a esas horas de la madrugada, se acercaron dos personas vestidas con pantalón negro y camisa blanca que con extintores combatieron el fuego y evitaron que explosione el automóvil, pasado un pequeño tiempo, en seguida se acercaron transeúntes de pie y en vehÃculos, pero las dos personas que sofocaron el fuego desaparecieron, como por encanto. No tuve oportunidad de recompensarles económicamente ni siquiera darles las gracias. Nunca he podido explicarme de donde aparecieron esas dos almas benditas que me ayudaron para que el carro, abastecido con gas licuado, no explotara, inclusive conmigo dentro del vehÃculo. DifÃcil de entender que, a esa hora, estuviesen dos hombres como si hubiesen estado esperando que sucediese el percance, tampoco que sean dos taxistas con extinguidores y que sin cobrar el polvo que utilizaron se fueran sin esperar una recompensa.
Hay muchas cosas sorprendentes, que parecen fruto de la imaginación y son fácilmente debatibles para el común de la gente, sin embargo, los que creemos en la existencia de Dios, estos hechos solo son posibles por su divina misericordia. AMEN.
Jorge REINA Noriega
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