Ahora escribo una de mis Pastillitas para el Alma, con la firme convicción, del derecho que me asiste, como paisano y catedrático honorario de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza, de la región Amazonas, ante su viaje al Oriente Eterno, del primer rector electo de esa casa de estudios, el señor doctor don Vicente Marino Castañeda Chávez, quien dejó de existir el 05 del presente mes en la Unidad de Shock Trauma del Hospital Edgardo Rebagliatti, después de una penosa enfermedad y a pesar de los esfuerzos desesperados de los médicos de dicha Unidad.

Conocí al Dr. Castañeda solo por referencias y, al parecer, no recuerdo haber tenido la suerte de conocerle personalmente, pero por sus apellidos y comentarios, tengo entendido que es de la provincia de Luya. Estudió su primaria y secundaria en los colegios nacionales de su tierra natal. Revisando su hoja de vida en el Google, me encuentro con un abundante material descriptivo de su vida profesional y como el objetivo de esta Pastillita es solo comentar brevemente el aspecto humano de este famoso personaje, solo me permito las cosas más relevantes como su graduación como ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Huánuco. Habilitado en Ciencias Agrícolas en el campo de la Economía Agraria por la Universidad Varsovia en Polonia, donde también adquiere el título de Doctor en Ciencias en 1987. Posdoctorado de Investigación en Educación Agraria en la Universidad Justus-Lievig de Giesson en Alemania, diplomado en la Universidad Católica de Lima, presidente de la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional de Intercultural de la Amazonía (2015-16) de Yarinococha; Rector de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza de Amazonas (2009-14); Director de la Universidad de Postgrado de Alas Peruanas. Comisión organizadora de la Universidad Privada Sergio Bernales de San Vicente de Cañete (2009). Rector de la Universidad Nacional Jorge Basadre de Tacna (1999-2004). Tiene numerosas publicaciones en diarios y revistas. No hay referencia de ningún libro escrito, pero, si la firma de muchos convenios de diferentes Universidades Nacionales e Internacionales, especialmente de Europa, mientras estuvo como Rector de la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza.

Pido mil disculpas por no escribir nada en relación a su actividad como Rector de nuestra Universidad de Chachapoyas, sin embargo, me imagino, siendo su primer rector electo y estando en el inicio de las actividades estudiantiles, su cargo debe haber sido de mucha importancia y responsabilidad, porque es muy difícil echar a andar una universidad de tanto prestigio y con tanta expectativa, como es un Centro de gran importancia y trascendencia, desde el punto de vista administrativo, pedagógico, y también, la misma infraestructura que es realmente obra de titanes.

Nuestro paisano Vicente Marino, un hombre poligloto, casado con una dama polaca, con la que tuvo dos hijos, uno de ellos, un director de orquesta de música clásica, especializado y residente en Francia, el otro hijo, una doctora medico radiólogo, con residencia en Varsovia, que ahora lloran la ausencia de un padre amoroso y de grandes quilates y virtudes, junto a una madre postrada, en silla de ruedas, según me informan.

La muerte inesperada del Dr. Vicente Castañeda, deja en profunda desolación a su esposa y a sus hijos, y muy en especial a su hermana Juanita, quien para él, fue una segunda madre, que tuve la oportunidad de contactarme por intermedio del teléfono y he sentido en  su máxima expresión, el cariño y el amor de una hermana, que, en la agonía de la distancia desde la villa de Luya, clamaba e imploraba desesperadamente por la salud de su hermano que se debatía en los instantes misteriosos de la muerte, junto a su tía Luz Marina, verdadero paño de lágrimas del sobrino, acompañándole en su traslado en el Hospital Alcántara en la Molina, hasta la Unidad de shock trauma en el Hospital Rebagliati, llorando desesperadamente y atendiendo las suplicas del moribundo, que en un hilo de voz le imploraba “no me dejes Ñatita” ante la proximidad de la muerte, el sonido fúnebre de los monitores cardiaco y la solemnidad de los hombres vestidos de blanco, que hacían lo imposible por vencer el frio lúgubre de la guadaña que pendía inmisericorde encima de su testa.

Es muy triste el espectáculo de la muerte, aún más, cuando ésta, arrebata la vida, a una persona relativamente joven, que hizo de su vida un camino de esplendor, en la tierra incomprendida de la educación universitaria, pero que tuvo la felicidad de sembrar en la mente de los jóvenes, la semilla fecunda de la prosperidad, la honestidad y la esperanza de un mañana mejor para nuestra Patria.

Adiós amigo Chente, como muchos de tus familiares y amigos te decían, alzas vuelo a un lugar donde abunda el amor y la gloria junto a Dios, dejas una pléyade de jóvenes y hombres de Bien que bebieron de tus sabias enseñanzas y cuando de rodillas te enfrentes a Dios, tal vez puedas decir, sin temor “tarea cumplida mi Señor”.