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THOMAS WOLFE, MÁS ALLÁ DE LO OBVIO

Luis Alberto Arista Montoya* Dentro del curso de Historia del Periodismo es (o debe ser) imprescindible el capítulo sobre Periodismo literario, en el cual la obra del cronista norteamericano Thomas Wolfe

THOMAS   WOLFE, MÁS ALLÁ DE LO OBVIO



18/05/18 - 04:54

Luis Alberto Arista Montoya*

Dentro del curso de Historia del Periodismo es (o debe ser) imprescindible  el capítulo sobre Periodismo literario, en el cual la  obra del cronista norteamericano  Thomas Wolfe resulta imprescindible  con el fin de educar el gusto estético a través de la buena escritura y lectura. Este periodista murió el pasado día lunes a los  88 años en New York. Nació el 2 de marzo de 1930 en Richmond, la capital del estado de Virginia. Se doctoró en la universidad de Yale con una tesis literaria sobre estudios americanos, antes de dedicarse al trabajo periodístico. Fue uno de los fundadores del nuevo periodismo literario. Sentó cátedra.

En el Perú su bella y precisa prosa- nada prosaica, como la que abunda hoy en día, desgraciadamente-, sus novelas y ensayos influyeron notablemente  en periodistas como Alfonso Tealdo (“El Mirador”, se llamaba su columna), Manuel Jesús Orbegozo (sus crónicas y reportajes son magistrales), César Hildebrandt (véase sus mejores 25 entrevistas en ´Cambio de palabras´, 2008), Víctor Hurtado(de prosa irónica), Eloy Jáuregui (barroco con  barrio), y  Beto Ortiz (sus crónicas y artículos son de antología, aunque la televisión últimamente lo  está ocupando demasiado).

 Claro que existen  muchos otros periodistas peruanos que siguen el mensaje de Tom Wolfe, crítico irónico de la opulencia cínica de la sociedad estadounidense,   que triunfó con su famosa novela ´La hoguera de las vanidades´ (1987), llevada al cine en 1990 por Brian Palma. Una década antes el filósofo Herbert Marcuse había escrito  ´El hombre unidimensional´, ´La sociedad carnívora´ y ´La agresividad en la sociedad contemporánea”, obras leídas con fervor por  el periodista. Periodista que no lee, que no se informa y forma jamás podrá narrar los hechos noticiosos en forma elegante y responsable, fue una de sus enseñanzas. Aunque hoy, con el facilismo del  internet, del tendido de las redes sociales, del tuitirreo y de la corrupción de la pluma, este género de periodismo literario está en proceso de extinción. Pero hay que defenderlo frente al avance de la vulgaridad.

“Los Ángeles”, fue su artículo que utilizamos cuando impartimos el curso de ´Historia del periodismo peruano´, buscando que los futuros reporteros no terminen con pobreza de lenguaje, con cero punto de vista, como bustos parlantes en la radio o en la tele. En ese artículo Wolfe narra sobre los mitos sociales en torno a los primeros astronautas; aquí demuestra su habilidad como reportero cultural al describir las vidas y experiencias de los pilotos de prueba que después fueron escogidos para el programa espacial Mercury.

Los auténticos periodistas son aquellos que no esperan la caída de las migajas de las mesas del poder. Son los que tienen mundo, esquina, calle, salón, covacha, que tienen olfato y sentido periodístico para desvelar lo oculto, mirando más allá de la nariz, trascendiendo lo obvio y lo que a simple vista parece evidente.

Hace años- dice Norman Sims- que los periodistas practican su oficio sentados cerca de los centros de poder: el Pentágono, la Casa Blanca, Wall Street. Como perros bajo la mesa, han esperado que les caigan sobras de información de Washington, de Nueva York y de sus visitas a los juzgados, las alcaldías y las estaciones de policía. Lo mismo sucede en el Perú, casi siempre a la espera de las migajas llamadas ´notas de prensa´, adictos a  los rumores o trascendidos.

Actualmente, en medio del imperio de las ´noticias falsas´ esas sobras no satisfacen el deseo de los lectores de saber cómo hace las cosas la gente. En su vida cotidiana, los lectores manejan explicaciones psicológicas de los hechos que suceden a su alrededor. Pueden vivir en mundos sociales complejos, en medio de tecnologías avanzadas [digitales], donde los "hechos” apenas empiezan a explicar lo que está sucediendo. Wolfe. Los verdaderos  cronistas no pueden estar al servició del Poder sino  del Joder, pero con visión crítica y elegante estilo (Alguna vez en un restaurante de la ciudad de Huaral, acompañados por sendas copas de vino, César Hildebrandt me dijo: “como periodista me gusta ser un gran jodedor”. Y lo sigue siendo a mucha honra, a través de su columna ´Matices´ 

Al contrario de los novelistas, los periodistas literarios- explica Norman Sims-  deben ser exactos. A los personajes del periodismo literario se les debe dar vida en el papel, exactamente como en las novelas, pero sus sensaciones y momentos dramáticos tienen un poder especial porque sabemos que sus historias son verdaderas y no ficticias como sí suceden en las novelas. Seis son las claves esenciales de este tipo de periodismo: la inmersión (que el cronista se informe todo sobre el tema); la estructura interna del  artículo; la voz (a partir del “yo” o del “nosotros”); la exactitud ( respetar hechos y personas, no inventarlos); el simbolismo (ver lo que hay detrás de los hechos); y la ética de la responsabilidad (pues, cada reportero es responsable de sus revelaciones, de sus furias y de sus penas)

Es más, un buen periodista debe saber escuchar. Ser inteligente en el preguntar cuando entrevista. No  apabullar al interlocutor. “Cerrar la boca, escuchar a la gente”.  Tom Wolfe preguntaba: ¿Por qué sobresalir, si lo único que soy es un observador? ¿A quién le interesan las impresiones de un periodista? Para escribir hace falta el mismo esfuerzo que para informar: el esfuerzo de tener la boca cerrada y escuchar exactamente cómo habla la gente y qué es lo que dice. 

Palabras mayores las de Wolfe. Es por eso que recomendamos a nuestros alumnos de Ciencias de la Comunicación como libro de texto la obra ´Los periodistas literarios o el arte del reportaje personal´ (1996) de Norman Sims; una antología de las mejores crónicas de 13 representantes del periodismo literario surgidos en los  años sesenta del siglo pasado en los EE.UU, donde   figura Tom Wolfe, conocido como el dandi que revolucionó el oficio de cronista.

*EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 17 de mayo de 2018. Luis Arista M.

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