29/02/24 - 04:01
Luis Alberto Arista Montoya*
En el anterior editorial empezamos a comentar la polémica obra de investigación neuro- cientÃfica titulada La fábrica de cretinos digitales, del neurólogo francés Michel Desmurget; obra que tiene connotaciones antropológicas, sociológicas, filosóficas y pedagógicas. A puertas del inicio del año escolar, nosotros- los peruanos, los amazonenses- debemos prestar esmerada importancia a esta investigación.
Es regla metodológica que en toda investigación cientÃfica las conclusiones no cierran nunca el trabajo del cientÃfico. No. las conclusiones son como candados provisionales que pueden ser abiertos posteriormente con las llaves del mismo autor, o con llaves (o ganzúas) de otros autores (discÃpulos o no del maestro). Usamos metafóricamente la palabra ganzúa para referirme a las nuevas y audaces hipótesis de trabajo que abren nuevos caminos de investigación. “Las conclusiones son para empezar de nuevoâ€, solÃa recomendar el maestro Luis Alberto Sánchez, eximio investigador de La Literatura Peruana como derrotero para una historia cultural del Perú.
Asà también, la obra La fábrica de cretinos digitales, plantea al lector peruano conclusiones para empezar de nuevo a investigar de acuerdo a nuestro espacio-tiempo histórico heterogéneo y diverso. Ponemos énfasis, por lo tanto, a conclusiones de advertencias universales a las que arriba el autor. Por lo que empezamos parafraseando algunas de sus  conclusiones (p.61 y siguientes), respecto al Homo Mediaticus y de cómo se produjo la construcción de un mito tecnológico.Â
1.- No existen los llamados “nativos digitalesâ€. Esta idea es un mito, una leyenda. La digitalización no es innata ni hereditaria: se aprende y adquiere por influencia mediática y moda. No aparece en el discurso cientÃfico. Es una creencia colectiva.
2.- En la práctica los niños y adolescentes solo aprenden a utilizar algunas aplicaciones triviales (y caras). Sus hijos no son unos genios, como creen la mayorÃa de padres. Es que solo tienen ciertas habilidades, instruidas desde el mercado digital.
3.- En el ámbito escolar permite mantener, para alegrÃa y enriquecimiento de una industria floreciente, la digitalización furibunda del sistema, y eso a pesar de los resultados catastróficos de las pruebas PISA. De ahà que la tan cacareada democratización de la educación virtual tiene que reexaminarse a partir de un marco teórico humanista (y no mercantilista). Recuérdese la forzada virtualidad escolar en los tiempos de reclusión durante la pandemia COVID-19.
4.- La información que se transmite digitalmente no es fiable. Se esgrimen muchas sandeces por parte de los llamados expertos. Psiquiatras, pedagogos, psicólogos, médicos, profesores de universidad y otros supuestos especialistas recorren los sets de Tv y de radios sin confesar jamás su relación económica con la industria. Se alquilan. “Cuando ya no se sabe a quién creer, lo más tentador suele ser considerar que todos los actores son iguales y no creer a ninguno de ellos†(p134). Cunde la desconfianza. Es decir, cuando ya no se sabe en quién confiar, lo más “sabioâ€, seguramente, es que acaban desconfiando de todos. Eso es lo que está pasando en Perú actualmente: en términos de polÃticas públicas: no se confÃa en nadie. Todos son iguales. Al final los lobistas deshonestos (cual soldaditos de lo digital) continúan ocupando, al amparo de su “prestigio†intelectual, el espacio colectivo con su lamentable propaganda (p. 135). Y niños y adolescentes siguen hipnotizados por las pantallas durante muchas horas.
5.- Ante la hiperpropaganda que difunden los medios de comunicación a favor de la tentación digital, es necesario que el consumidor ilustrado asuma razonablemente una actitud sumamente prudente de entrada. Eso vale para padres sobreprotectores y profesores hechizados y hechizantes. El mercado tiende a envolvernos con el manto del “capitalismo lÃquido†(donde todo es descartable, para seguir “renovando†para vender más, ganar más).
6.- Los medios de comunicación y, sobre todo los grupos de presión, proclaman a diestra y siniestra que los videojuegos violentos no tienen consecuencias sobre la agresividad. Si las tienen. No por que determinadas causas violentas produzcan necesariamente efectos violentos. No. Sino porque suscitan determinadas predisposiciones en el cerebro del niño a favor de lo violento. Estas adicciones se van sumando hasta crear en el imaginario colectivo el mito del Homo digitalis (conclusiones que abordaremos en el próximo editorial).
 Para terminar: No es que seamos anti-tecnologÃa. No. “Que la tecnologÃa no nos atemorice, no seamos esclavos de ella, sino controlémosla y pongámosla en la dirección adecuada…Lo que está de moda muere en un dÃa, hay que inculcar valores más fuertesâ€, son palabras de MartÃn Scorsese (81 años de edad) que suscribimos. Señalemos de paso que MartÃn Scorsese es el cineasta vivo con más nominaciones al Óscar. “Calles peligrosas†(pelÃcula sobre las pandillas urbanas de New York), “Taxi Driverâ€, y “La última pasión de Cristo†(1980, su pelÃcula más polémica), son algunas de sus obras maestras. De manera que sus advertencias no deben caer en saco roto.
-EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 29 de febrero de 2024. Luis Alberto Arista Montoya.